Es muy importante tener elecciones en 2015… especialmente en Guerrero. Si alguna entidad merece renovar a sus autoridades a través del voto de los ciudadanos, y no de una imposición de la clase política, es Guerrero. Pero la CETEG y el comité de lucha de Ayotzinapa tratan de impedir las elecciones. Buscan ganar el poder a punta de movilizaciones, como Benito Mussolini en 1922, sin franquear la aduana de las urnas.
Pretender que no existen las condiciones para una elección es una burla cuando los grupos que mantienen esta posición son los mismos que llevan a cabo las movilizaciones que supuestamente demuestran tal condición. No hay ninguna razón para suspender la democracia por el secuestro y ejecución de los normalistas de Ayotzinapa. Todo lo contrario. Hoy más que nunca los guerrerenses deben elegir libremente a sus gobernantes. Guerrero necesita un gobernador con legitimidad democrática y no uno con simple aceptación burocrática.
La CETEG y el comité de lucha prefieren un gobernador que puedan manipular, como el actual Rogelio Ortega, que fue designado y no electo por los ciudadanos. Lo que pretenden en el fondo es echar para atrás la reforma educativa. Para eso necesitan un gobernador débil, como Gabino Cué en Oaxaca, que pague sueldos de los maestros convertidos en activistas políticos aunque no se presenten en las aulas, que entregue plazas magisteriales sin examen, pero con el aval del sindicato y que permita los bloqueos indefinidos de espacios públicos.
Un gobernante electo democráticamente puede ceder por miedo o por incapacidad a las presiones de los grupos de poder, pero tendrá que prestar también atención a los ciudadanos que lo eligieron. Por eso estos grupos no quieren que haya elecciones en Guerrero.
Durante mucho tiempo la izquierda luchó denodadamente por la democracia. Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo, Cuauhtémoc Cárdenas, Jorge Alcocer y José Woldenberg, por mencionar sólo a algunos, se distinguieron en la construcción de la democracia en México. No fue fácil. Todos han contado historias de horror de las maniobras del sistema priista para evitar un voto libre.
El fraude electoral de 1988 no se realizó con la caída del sistema del 6 de julio. Es falso que haya sido un fraude electrónico. Fue perpetrado de manera física a lo largo y lo ancho del país a través del relleno de urnas, el acarreo de votantes, la presión a los electores, la sustracción de sufragios, el recuento incorrecto, los supuestos errores aritméticos y decenas de otros procedimientos. La Comisión Nacional Electoral, que presidía el también secretario de Gobernación y hoy senador Manuel Bartlett, se encargó de rechazar sistemáticamente las quejas que presentaban los partidos de oposición. Muy bien lo ha narrado Jorge Alcocer, quien representaba al Frente Democrático Nacional de Cuauhtémoc Cárdenas ante esa comisión.
Una supuesta nueva izquierda abreva de este viejo autoritarismo priista. Quiere eliminar las elecciones para imponer a sus favoritos en los cargos públicos. Desea regresar a los tiempos en que no se permitía a los ciudadanos elegir a sus gobernantes.
Un Estado democrático debe tener la fuerza para oponerse a los grupos de poder que se niegan a tener elecciones. Pero en lugar de desplantes de valor en defensa de la democracia, vemos hoy una indigna rendición ante los autoritarios. Es una vergüenza observar a militantes de la izquierda pedir que se suspendan las elecciones de 2015 en Guerrero. No piensan que los guerrerenses tienen la madurez para escoger libremente a sus gobernantes. Quieren regresar a las imposiciones, a los tiempos del viejo PRI.
INFORMALIDAD
La economía informal genera 59 por ciento de los empleos del país, pero sólo 24.8 por ciento del producto interno (INEGI). Esta es una de las razones de la pobreza en México. Pero la reforma fiscal que ya se aplica y el aumento artificial de los salarios mínimos que se prepara están diseñados para incrementar la informalidad.
Twitter: @SergioSarmiento
