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Educación y autoridad

Los padres tienen una serie de obligaciones con los hijos: amarlos, alimentarlos, vestirlos, pero también, educarlos. Para ello, hace falta que en ellos haya unos firmes valores, unas profundas convicciones, unos ideales que el hijo toma como referencia y se convierten en fuente de motivación y no de opresión, de admiración y no de rechazo. El elogio y la exigencia no se oponen; se complementan y estimulan al niño para hacer el bien.

La educación debe ser orientada siempre por la libertad, donde el niño hoy -el hombre mañana- tendrá que usarla para elegir con responsabilidad. Libertad y responsabilidad son conceptos inseparables para que la libertad no se convierta en libertinaje y en anarquía.

A un niño hay que permitirle ser él mismo, con sus peculiaridades que lo hacen único. Educar es precisamente acompañar a un hijo para que saque lo mejor que lleva dentro, con autoridad y con firmeza, pero sin violencia y con ternura; con autoridad, pero sin autoritarismo. Toda educación requiere autoridad, que es la capacidad de garantizar mediante el ejemplo una norma de conducta orientada hacia el bien. No a la tolerancia ilimitada, a la permisividad extrema.

La autoridad bien ejercida hace que el niño se sienta querido y seguro; el autoritarismo provoca terror o rebeldía. Reivindico, pues, el ejercicio de la autoridad. No todo vale. En la vida hay opciones acertadas y opciones equivocadas, y la educación ha de llevar a saber discernir unas de otras.

Jesús Martínez Madrid,

Girona, España.

***

‘Non fecit taliter omni nationi’

Frase pronunciada por su santidad Benedicto XIV. Palabras en latín que todos los laguneros hemos leído en el frontispicio del templo de Guadalupe cuyo significado es “No ha hecho cosa igual con las demás naciones”.

Fue el Padre Jesuita Don Francisco López quien llevando una imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe que fue fielmente copiada por Don Miguel Cabrera de la imagen original en la Basílica y se presentó ante el Papa Benedicto XIV pronunciando “Beatísimo Padre he aquí a la madre de Dios que se ha dignado ser también la madre de los mexicanos”.

Ganado por la belleza y devoción inspirada por la imagen, el Santo Padre se arrodilló y exclamó conmovido “Non fecit taliter omni nationi”. La Virgen Santísima nunca ha hecho cosa semejante con ninguna otra nación.

Por ello su santidad Benedicto XIV expidió la bula del 15 de mayo de 1754 por cuyo tenor se aprobó el título de la Santísima Virgen María de Guadalupe y Patrona principal de la Nación Mexicana y se estableció su fiesta anual el día 12 de Diciembre por lo que es considerado el Pontífice Guadalupano su Santidad Benedicto XIV.

Así pues, en estas fechas celebramos las fiestas guadalupanas y a Juan Diego, que somos todo el pueblo mexicano que volvemos a escuchar la música celestial y la voz dulce y maternal de María de Guadalupe que nos llama, hijo mío muy amado con ternura y nos repite que no se turbe tu corazón “¿No estoy aquí que soy tu madre?”

Igual que en aquel día 12 de Diciembre de 1531 en el Cerro del Tepeyac…

Y desde entonces para el mexicano ser guadalupano es algo especial.

Arturo Pedro Salas Juárez,

Comarca Lagunera.

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