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Breaking Bad

W.W: ¿Walt Withman o Walter White?

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Alejandro Rodríguez Santibáñez

Se trata de la serie más vista, comentada e importante en los últimos cinco años. Es la heredera de Los Sopranos, pues Boardwalk Impire, con todo y Martín Scorsese tan cercano a la producción, no recibió la estafeta de la serie del momento. Los que saben, dicen que antes de las aventuras de Tony Soprano, se bebió de The Wire, una especie de abuelo paterno para los acontecimientos que se desarrollan en Albuquerque, Nuevo México, dirección del ya mítico Walter White.

CADA CAPÍTULO, UNA HISTORIA

¿Qué fue lo que entusiasmó tanto al público y a la crítica de esta serie? ¿Por qué tantos espectadores la nombran como su serie favorita? El primer gran atributo es que no maneja trampas narrativas como sí lo hace 24, Prision Brake o Lost, en donde un capítulo termina en la inminente muerte de algún personaje, o algo por el estilo; y por muy de madrugada que sea, se tiene que ver el siguiente capítulo, a fuerza, o el día siguiente no tendrá sentido, todo el día el fanático sólo piensa en qué diablos pasará en el otro episodio. Games of Thrones maneja un ritmo similar, pero con mucha más elegancia. A veces no es válido terminar un episodio cuando alguien jaló del gatillo. Suena a “no se vale”. La real maestría narrativa aparece cuando termina un capítulo, un tema, y el espectador quiere ver otro porque está intrigado, interesado en lo que acontece e inmiscuido en el entorno del personaje, y no para saber en dónde o a quién le cayó la bala.

Tanto Mad Men como Breaking Bad poseen esta cualidad. Sus capítulos presentan una premisa, se desarrolla, hay un nudo o clímax y cierran, casi siempre con algún símbolo, toma o momento, que coincide con el comienzo de tal capítulo, y eso es muy atractivo, pues se fortalece la narración.

Parecerá atrevida e irresponsable la comparación, pero hasta la cómica How I Met Your Mother cumple con este canon narrativo. Lo que divide a una gran serie, de una buena o mediocre, es la habilidad de contar una historia en 24 capítulos, interrumpiendo abruptamente entre uno y otro; o contar una historia en 24 micro historias, y cada una de ellas bien elaborada; en eso consiste la verdadera maestría y lo que hace que Los Sopranos, Mad Men y Breaking Bad tengan su lugar asegurado en la historia de la televisión.

En primera instancia puede resultar difícil “picarse”, como coloquialmente se dice, con Breaking Bad. El espectador puede disfrutar, apreciar la excelente forma que posee (narrativa, fotografía, movimientos de cámara, colores, tipos de tomas) pero el contenido no es precisamente fácil. Si algo realmente destaca en esta serie es la técnica.

El desierto de Nuevo México forma un papel fundamental en el desarrollo de la trama y es bien aprovechado por el fotógrafo, que logra encuadrar las más hermosas tomas en distintos momentos del día. El sol, la calma y el silencio en el desierto habían sido poco explotados en la televisión, que por lo general prefiere las grandes ciudades, su ritmo, con sus luces, y esto es un punto muydestacable.

Existen series mediocres que recurren mucho a recursos pobres que no convencen y que más bien manipulan al espectador. Como ejemplo están Smallville y Héroes, en las que los protagonistas tienen grandes secretos y coquetean con develarlos conforme transcurren los capítulos, pero jamás lo hacen y si lo hacen, el personaje que finalmente conoció la verdad, se pega y sufre amnesia y comenzamos de nuevo en ceros. Por eso ese tipo de series comienzan tan bien en producción y rating pero el público termina dejándolas.

Breaking Bad tiene la gran virtud de que cuando devela un secreto, lo respeta. No se vuelve atrás. No mata o borra la memoria de la persona que recibe tan intrigante información. Y ese secreto, enseguida, devela otros más. La verdad cada vez y con más fuerza sale a flote afectando la vida de los protagonistas principales, de los inocentes, de los que no tenían nada que ver con el argumento y que bíblicamente, pagan en su justicia como pecadores. Creo que esa adultez, por llamarlo de alguna forma, ese compromiso de la serie con el espectador, es lo que le ha provocado tan fieles seguidores.

EL CLAROSCURO EN WALTER WHITE

Por supuesto, se podrá realizar algún tratado sobre la psicología de Walter White, tan complejo es ese tema. No alcanzaría a analizarse con profundidad en estas páginas. La ambigüedad del personaje es sólo comparable con la de un Tony Soprano o un Don Draper. Lo cierto es que como pocas veces se ha visto, el claroscuro del protagonista está en todos los capítulos. Nunca termina por ser un total villano, que en definitiva lo es, sino que continuamente aparece su paternidad, su lado humano, sus preocupaciones éticas y morales.

Ese es otro valor destacado, que quizá la alenta un poco, sus personajes no se definen del todo como villanos, no lo aceptan y comienzan a actuar como tales. No pasa como en una transformación Jedi, en la que se pasa al lado oscuro y se acepta el destino. Tanto Walter como Jesse y Skyler continuamente se cuestionan si lo que están haciendo está bien, si es válido, moral o ético. Constantemente aparece en su escala de valores el por qué, el para qué, ponen en la balanza lo que se está poniendo en juego y no son malvados que se ríen a carcajadas y se frotan las manos mientras elaboran un malévolo plan.

Ante todo, la transformación de Walter White es el tema nuclear de la serie y lo más rico que ofrece. De ser un esposo sumiso, un perdedor, un químico fracasado, engañado por sus colegas, humillado por su jefe y sus alumnos de la preparatoria, un completo “godínez”, como dicen actualmente.

La vida, las circunstancias, su cáncer de pulmón, su desesperación, sus contados días, su ego, su rabia almacenada y su enorme inteligencia, lo llevan por un camino tortuoso, lleno de trampas, violencia y jamás imaginado para un jefe de familia de clase media. Walter White no decidió de un día para otro convertirse en el zar de la producción de metanfetamina, él no imaginó que llegaría a serlo, sino que optó por sobrevivir, se adaptó, luchó por prevalecer como el más fuerte. Logró todo un impero porque quien sabe manipular la química es dueño de los elementos naturales.

Pero aún con todo su poder, dinero e inteligencia, siempre fue un cobarde, un angustiado, un antihéroe. A veces, como si de Charlie Chaplin se tratara, por andar dubitativo tiraba un vaso y al intentar recogerlo tropezaba y tiraba la lámpara. Uno no se imagina que estas torpes escenas le ocurran a quien suministra y produce la mejor droga de Estados Unidos. Es aquí donde el personaje abarca todas sus áreas, en donde es tan humano, tan frágil y poderoso a la vez.

UNA CRÍTICA ACTUAL

Una fuerte crítica hacia el narcotráfico es el trasfondo de esta serie. Aparecen cárteles de México, respetables empresarios enredados en el negocio, ciudadanos promedio como consumidores. Sin contar a los niños (sería ocioso) el detective Hank es el único incorruptible, el que sigue al pie de la letra los valores de la ley, pero eso no lo exenta de embarrarse en el lodo. El negocio del narco es una actividad que afecta a todos.

Desconozco si la serie intenta ser moralista, una lectura muy a priori nos diría que sí. Pero lo que hace, sobre todo, es retratar una realidad muy cruda de nuestra época. Señalar que el destino es tramposo y que nunca diremos "de ésta agua no beberé". Que llevar toda una vida de rectitud y servicio, no son garantía de terminarla como tal. Que el ser humano, en un momento crucial de angustia, se deshumaniza. Y eso pone en marcha la reacción de todos los elementos químicos de la tabla periódica.

Twitter: @alexrodriguezsa

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