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El cuarto capítulo

AGUSTÍN BASAVE

Es hora de terminar nuestra tradición de improvisaciones. No hemos tenido una revolución ideológica como la francesa o la rusa.

México está en crisis. Muchas veces antes lo había estado, pero ahora hay ciudadanía. La sociedad ha dejado de ser remolque para volverse locomotora: hoy es ella la que marcha por delante y jala al Estado. La movilización del 20 de noviembre fue una semilla que podría hacer que en esa fecha germine el aniversario de una nueva revolución, la del levantamiento pacífico. La energía social está desatada y podremos encauzarla si los ciudadanos dejamos de arrastrar al Estado, lo encarnamos y lo convertimos en lo que tiene que ser: la sociedad políticamente organizada.

Sé que todo lo que huele a política apesta, pero no tiene que ser así. La sana conducción de la cosa pública no excluye la representación cuando la vigilamos, le exigimos que nos rinda cuentas y, en decisiones trascendentales, la revocamos en ejercicios de democracia participativa. En buena tesis, todos debemos actuar políticamente en aras del bien común.

Reitero mi viejo argumento: es tiempo de terminar nuestra larga tradición de improvisaciones. No hemos tenido en nuestra historia, ni siquiera en la gesta liberal, una revolución ideológica como la francesa o la rusa, con un corpus doctrinario previamente formulado. Es inevitable una dosis de espontaneidad en el devenir histórico, pero los parteaguas mexicanos han abusado de ella: se han desarrollado sobre la marcha, a tumbos, con la certeza de lo que no se quiere pero sin claridad en lo que se quiere. Así se han escrito nuestros tres capítulos de emancipación. En la Independencia México se sacudió el colonialismo, en la Reforma el clericalismo y en la Revolución el latifundismo, pero en los tres casos sufrió prolongados y caóticos desenlaces. Pues bien, ha llegado la hora de acabar con el yugo de un Estado corrupto y corruptor -sustentado en un remasterizado "acátese pero no se cumpla" virreinal- y de hacerlo con los planos de nuestra nueva casa común en la mano. Y por qué no, la resolución de esta asignatura pendiente podría construir el cuarto capítulo de nuestra historia. Si respondemos a la pregunta de los padres de los 43 de Ayotzinapa que sí, que vamos a cambiar a este país, debemos decir cómo y hacia dónde. Esta vez hay que pensar bien la meta y caminar a ella en paz.

Creo que este régimen se va a caer. Tendremos que aguantarlo un poco más si el movimiento sucumbe a la ultra y pierde simpatías, si el gobierno hace cambios para recomponerse o si la oposición sigue empeñada en suicidarse, pero la correlación de fuerzas ha cambiado y con ella mi predicción: dudo que el PRI pueda gobernar más allá del 2018 a una sociedad tan politizada como esta. Quienes en 2012 votamos por otros partidos éramos el 62%, y ahora somos más. Lo somos porque esta crisis es fundamentalmente una degradación ética que, aunque nos viene de lejos, se ha potenciado con la restauración priista. A la complicidad violenta entre autoridades y criminales se ha sumado el oprobio de una casa blanca erigida a guisa de andén de un tren a Querétaro. Y todavía falta la reforma energética que, sin una verdadera reforma anticorrupción, con negocios multimillonarios y conflictos por tierras, será un festín de corruptelas. Lo advertí en estas mismas páginas hace dos años. Dije entonces que sólo si el presidente Peña Nieto se decidía a negar dos pasados, el suyo y el de su partido, podría lograr la redención. Hoy me queda claro que prefirió refrendarlos, y que subestimó a esta ciudadanía vigilante y actuante que no existía en ellos.

El cáncer de México es la corrupción. Es más grave aún que la desigualdad, porque la cataliza. La máxima prioridad de nuestra cuarta Constitución habrá de ser contrarrestarla, y allí cabe la convergencia izquierda-derecha. Seguramente habrá quienes juzguen prematuro o excesivo lo que digo. Sólo les recuerdo que hay momentos en la historia en que regatear el renacimiento es ignorar el signo de los tiempos, y que el que vivimos se parece mucho a ellos.

@abasave

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