¿Se detendrá el desmantelamiento del país?
La tragedia de Ayotzinapa está llamada a convertirse en un antes y un después en la historia de nuestro país. Y es que los lamentables hechos del pasado 26 de septiembre en Iguala, Gro. han cimbrado e indignado a la sociedad mexicana como pocas veces se ha visto en los últimos 50 años, salvo la otra gran tragedia de Tlaltelolco. Estamos viviendo una época de protestas callejeras generalizadas en todo el país reclamando lo que está sucediendo. La participación estudiantil ha sido cuantiosa e igualmente la sociedad civil en general.
Y tienen toda la razón quienes opinan que lo de Iguala fue sólo la gota que derramó el vaso ya que en las últimas décadas no han dejado de registrarse irregularidades gubernamentales, hechos criminales, deshonestidades impunes, inseguridad, abusos de autoridad, violación a los derechos humanos, etc etc. indignos de un país que no merece de ninguna manera que se le trate del modo en que se le ha venido tratando en las últimas décadas.
Y digo que no merece que se le trate así refiriéndome a que hay un responsable de todo esto y que sin duda son las autoridades de los tres niveles de gobierno las que nos han traído a éste estado de cosas. Las autoridades son las ineptas, las corrompidas, las abusivas y las que han permitido la expansión del crimen y el narcotráfico. La situación general de un país indudablemente mantiene una relación directa con la calidad, eficiencia y honestidad de sus autoridades. Una prueba es que en México hace mucho que no tenemos un presidente de la república a quien se le recuerde con respeto. Igual sucede en los casos de los gobernadores, los presidentes municipales, los diputados y senadores, etc etc etc. Nadie sale bien librado. En éstos tiempos todo mundo le ponemos una interrogante a cualesquier declaración o hecho que venga de cualquier autoridad. La sociedad no confía en sus gobernantes y esto es lo peor que le puede pasar a un país.
Lo de Iguala pues ha sacado muchos malestares e inconformidades contra el gobierno que se han ido acumulando en la sociedad durante los últimos años: injusticias, corrupciones impunes, fraudes electorales, despojos de bienes de la nación (petróleo, agua, playas, minas, etc). hechos que aunque se han venido denunciando puntualmente, los gobernantes sólo han volteado la cara esperando a que funcione la eficiente fórmula que han encontrado de darle tiempo suficiente para que la gente se enfríe ante la impotencia frente a los responsables.
Lo del pasado 26 de septiembre ¿marcará un antes y un después en el país? ¿Logrará la sociedad hacer que el gobierno enderece la ruta y ponga los intereses de la ciudadanía por delante de los intereses de los negocios, del rendimiento, de los contratos, de las obras suntuosas, de los grandes capitales? Aún la propia opinión internacional (medios y gobiernos extranjeros) ha criticado duramente al gobierno de Peña Nieto en el sentido de tratar de crear un país desarrollado sobre bases sostenidas en el fango.
Ojalá que todas éstas duras y tristes lecciones nos enseñen a los mexicanos a entender que el destino de México lo debemos manejar nosotros mismos a través de una “clase política” honesta, nacionalista y verdaderamente comprometida con el país.
Si la tragedia de Ayotzinapa logra marcar un antes y un después en la historia del país, los jóvenes sacrificados se convertirán en héroes. Depende de nosotros.
Héctor Astorga
Torreón, Coahuila
