Columnas la Laguna

¿DÓNDE ESTÁS CINCINATO?

Luis Alberto Vázquez Álvarez
"Nos comprometimos a dotar de vivienda digna a todos los mexicanos y el presidente de la república ya posee la suya; y muy blanca. Cumplido.

Nos comprometimos a mover a México y estamos cumpliendo".— Gobierno de la República.

En los primeros 250 años de su vida, Roma se encontraba rodeada de ciudades más poderosas que ella y a las cuales debía pagar tributo. Primero surge como un estado monárquico, con un rey elegido por el senado, consejo de ancianos que eran descendientes de los fundadores de Roma, pero a fines del siglo V antes de Cristo, se convierte en república, conservándose el senado como máxima autoridad de la ciudad-estado.

Justo en esa época, varias ciudades vecinas rivalizaban con Roma y buscaban someterla bajo su yugo; fue entonces que apareció la figura del "Dictador" un romano investido de todos los poderes; con una autoridad suprema y que ejercía esa autoridad por espacio de seis meses a lo sumo, período en el que quedaban en suspenso todos los procedimientos ordinarios, los magistrados se abstenían en el ejercicio de su jurisdicción y nadie podía criticar, censurar ni discutir las órdenes del dictador.

Hacía el año 458, el ejército romano se encontraba en grave peligro frente a los Ecuos y Volscos, que amenazaban destruir la ciudad; El senado llamó a Lucio Quincio Cincinato, quien era patricio, pero que se dedicaba a las labores del campo, trabajando personalmente el arado para sostener a su familia, según presumía este romano; Abandonó la labranza y se dirigió a Roma, donde fue nombrado dictador e investido de poder absoluto. En solamente dieciseis días acabó con la amenaza que se cernía sobre Roma, y en ese momento decidió regresar a su granja, negándose a aceptar honores y privilegios que le ofrecían todos los ciudadanos y el senado mismo. En otra ocasión más tuvo que abandonar su predio familiar y asumir el poder absoluto; en 439 enfrento una grave crisis interna de Roma, cuando un hombre riquísimo: Espurio Melio, quiso dar un golpe de estado y apoderarse del gobierno de Roma; La libertad del pueblo estaba en peligro y amenazada, y se juzgó que sólo un dictador podía salvarla. Se eligió otra vez a Cincinato, quien para ese momento tenía 80 años de edad, pero conservaba su lucidez mental y energía física; logró vencer a Melio y evitó una guerra civil; concluía su gestión salvadora, inmediatamente, como la vez anterior, dejó el poder, negándose a recibir pago alguno u honores. Cincinato tuvo la oportunidad de hacerse del dominio absoluto de Roma y se negó a ello, sólo sirvió a su ciudad y a sus conciudadanos; después, despreciando la fortuna y la gloria, retornó a sus labores personales, sin importarle ni el poder ni la fortuna, sino la oportunidad real de ayudar a la sociedad en la cual estaba inmerso.

Cincinato fue considerado por filósofos y estadistas romanos un arquetipo de rectitud, honradez, integridad y otras virtudes romanas, como frugalidad rústica y falta de ambición personal, virtudes que supo combinar con una capacidad estratégica militar y legislativa notables. Los padres de la patria de los Estados Unidos de América lo admiraron tanto que terminaron por honrar su memoria, dando a una ciudad de Ohio su nombre: Cincinnati y compararon a George Washington con él.

En medio de la crisis política, social, económica y de credibilidad que se vive hoy en México: En el país; en Coahuila y en Torreón; no podemos menos que admirar, con marcada envidia, la existencia de un político como Cincinato. A diferencia de él, aquí cada gobernante que llega al poder, quiere convertirse primero en acaudalado y jamás dejar de ser figura pública; vivir eternamente en la opulencia.

La vergüenza y la deshonra jamás les atribula, podrán ser despreciados por el pueblo; desprestigiados internacionalmente, pero ellos se consideran incólumes... siguen presentando la imagen de servidores públicos honestos, y no les importa que nadie les crea; pero por encima de todo, parece que su ambición no tiene límites, en el pasado siglo se apoderan de algunos millones de pesos, ahora buscan los miles de millones de pesos y si fuera de dólares, mejor que mejor.

Solamente una sociedad civil decidida, respondona y entrometida en los asuntos públicos podrá y deberá salvar al país. Ya no se trata de reconstruir el tejido social solamente, sino de rehabilitar plenamente al estado mexicano en todos sus componentes y niveles de gobierno; apostarle ante todo al respeto a la dignidad de la persona de los seres humanos, comenzando por los mexicanos, pero también por centroamericanos y el resto del mundo.

Yo también como Martin Luther King tengo un sueño: Sueño con un país de gente honesta; no necesariamente en el que nuestros gobernantes se conviertan en Cataros o sea puros; sino que simplemente hablen con la verdad y no corrompan todo el sistema; que enfrenten los problemas y busquen respuestas, no que se escondan tras las faldas de una mujer y quieran justificar sus corruptelas con exculpaciones indolentes y traten de ver al mexicano como retrasado mental.

Tal vez los mexicanos debiéramos realizar una marcha a la vergüenza, a la verdad, a la rectitud; al estilo de Gandhi que realiza la marcha de la sal y logra finalmente la independencia de la India sin disparar un solo tiro; o la marcha sobre Washington que obtiene los derechos civiles para los afroamericanos sin el más mínimo acto de violencia; Una marcha por la paz en México que quedara en la historia nacional como el principio de un ideal de justicia social y de amor por todos los mexicanos. Una marcha por la dignificación de los grupos vulnerables así como de los trabajadores y de los patrones; de los indígenas, de los mestizos y de los que se sienten, incluso, de raza blanca.

Una marcha por la virtud que elimine el oprobio de megadeudas que dejan indefensas a las futuras generaciones de coahuilenses; otra marcha por la rectitud municipal, que impida negocios en que se gastan los miles de millones de pesos y solamente colocan lámparas defectuosas en postes viejos y con cables dañados por el tiempo.

¿Que no habrá en todo México un Cincinato? ¿Qué estaremos condenados a puros malandrines de cualquier color ideológico y partidista? Necesitamos a alguien que vea que es urgente el cambio real, no demagógico y que, si éste no se da, será fatal para el país y sus habitantes.

Ahora ya es imprescindible e impostergable andar un nuevo camino político que destruya las desigualdades socioeconómicas sin dañar al país y sus riquezas, sino que se produzca equidad y más riqueza para que se distribuya más; una auténtica reforma, ésta de valores y principios éticos que nos cubra, proteja y cobije.

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