Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Guarneria, linda estudiante de violín, iba a salir con Afrodisio Pitongo, hombre que en el pueblo tenía mala fama por sus desmanes de varón concupiscente. La mamá de la joven, llena de maternal preocupación, le aconsejó a su hija: "Lleva contigo tu instrumento. Si ese lujurioso individuo, movido por sus urentes ímpetus de macho en rijo, pretende cortar la cándida flor de tu impoluta castidad, interpreta cualquiera de las tres piezas que tienes ensayadas: el Humoresque de Dvorak; la Meditación de Thaïs, de Massenet, o la preciosa Estrellita de Manuel M. Ponce. Es bien sabido que la música amansa a las fieras. A los acordes de una de esas bellas melodías se le bajará a Pitongo el lascivo ímpetu de su insana pasión pecaminosa, y tu integridad de doncella saldrá indemne de la dura prueba a la que con imprudencia irreflexiva la sometes". Esa larga peroración se explica porque la señora había leído en su juventud el libro "Pureza y hermosura", de Monseñor Tihamer Toth, y recordó sus términos, aunque el autor no recomienda expresamente el violín como medio para salvaguardar la virginidad de la mujer. Obedeció Guarneria, y se llevó a la cita su instrumento. Supongo que también llevó el suyo el tal Pitongo, porque unas semanas después la joven violinista, llorosa y compungida, le anunció a su mamá que estaba un poquitito embarazada. La señora, que en casos de apuro solía invocar al santo del día, para lo cual consultaba cada mañana el calendario, profirió llena de aflicción: "¡Santa Cecilia!". (Lo que estoy relatando sucedió el pasado día 22, fecha de la patrona de los músicos). "¿No pusiste en práctica, desventurada hija, mi recomendación de tocar alguna sentida melodía para aplacar los impulsos eróticos de ese libidinoso másculo?". "Intenté seguir tu consejo, madre mía -aseguró Guarneria, gemebunda-. Pero cuando me agaché para sacar el violín del estuche, ahí fue dónde". Meñico Maldotado, infeliz joven con quien la naturaleza se mostró avara en la región correspondiente a la entrepierna, sintió un extraño cosquilleo en la mencionada parte. Fue a la consulta del doctor Ken Hosanna, reconocido médico. Después de examinarlo concienzudamente, y tras ver el resultado de ciertos análisis clínicos que le ordenó, el célebre facultativo le dijo al angustiado joven: "Le tengo dos noticias: una buena y una mala". "¿Cuál es la buena noticia, doctor?" -preguntó con ansiedad Meñico. Le informó Hosanna: "En los próximos días la parte que tanto le preocupa le crecerá 12 pulgadas". "¡Doce pulgadas! -exultó, jubiloso, Maldotado-. ¡Eso quiere decir que tendré 13!". Inquirió luego: "Y ¿cuál es la mala noticia?". Respondió el médico: "Es elefantiasis". La elefantiasis, también llamada paquidermia, elefancía, mal de Cayena o morbus herculeus, es un síndrome caracterizado por el crecimiento anormal de algunas partes del cuerpo, especialmente las extremidades inferiores y los órganos genitales. La enfermedad es causada por la filaria Wuchereria brancrofti, y presenta los siguientes síntomas: (Nota de la redacción. Nuestro estimado colaborador enumera esos síntomas a lo largo de 26 fojas útiles y vuelta, y describe cada uno en forma sobremanera detallada, descripción que, aunque sumamente interesante, nos vemos en la penosa necesidad de suprimir por falta de espacio). Al terminar el trance de amor declaró ella: "Es la primera vez que hago esto". Respondió él: "Pues para ser la primera vez tienes bastante práctica". El director de la sinfónica le preguntó a su asistente: "El que toca la tuba ¿hizo ese ruido con ella?". Respondió el otro, preocupado: "Espero que sí". Don Bucolio, granjero viudo, tenía una linda hija. Se vio obligado a hacer un viaje a la ciudad, y tuvo que contratar un peón para que en su ausencia, que duraría varias semanas, se hiciera cargo de los animales de la granja. Antes de irse hizo jurar al mocetón que no se haría cargo también de la muchacha. A su regreso don Bucolio le preguntó a su hija cómo se había comportado el mozo. "Muy bien, papá -le informó ella-. Hizo que las vacas empezaran a dar más leche, que las gallinas pusieran más huevos y que los cerdos engordaran más. Y a mí me quitó esos penosos malestares que me daban cada mes". FIN.

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