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Anécdotas

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

La época de Navidad, es mi favorita del año. Porque por todos lados ve uno a gente feliz, contenta, haciendo compras y llevando cosas para la casa.

Por eso mismo, la época está llena de anécdotas y recuerdos más o menos chuscos e interesantes, sobre lo que vivimos año con año en esos días.

Trataré, por tanto, en este espacio de recordar algunos sucedidos que en su momento me hicieron reír.

El primero que se me viene la mente, es el del niño aquel que se soltaba llorando en cuanto escuchaba la canción de "Noche de paz". Quién sabe qué sentimiento le producía a aquel niño esa hermosa canción, pero el caso es que en cuanto la escuchaba soltaba el llanto.

Su madre que disfrutaba de ver aquella reacción, no desaprovechaba oportunidad para mostrar ese comportamiento a propios y extraños, de manera que cada rato ponía la melodía para que vieran cómo lloraba su hijo.

Otra que recuerdo, es la del amigo aquel que decidió revelar a su hija mayor, cuando ya tenía edad para comprenderlo, la verdadera identidad de Santa Clos. La niña al escucharlo se quedó pensativa y luego le dijo: "A ver, papá, de una vez dime ¿cuántos chascos más de éstos me voy a llevar en la vida?".

Es cierto que es una gran desilusión enterarse de la verdad y es natural que uno quiera evitar ese tipo de decepciones.

Pero una de las más memorables, es la de aquella hija de un muy buen amigo, que después del 24 de diciembre, escuchó que unos niños humildes tocaban a la puerta de su casa y su hija menor los atendió. Los niños preguntaban si no tenían algo que regalarles, a lo que la niña respondió con un rotundo "no".

Mi amigo al escuchar aquello quiso darle una lección a su hija y con toda prudencia le explicó que, en la vida, uno tiene que aprender a compartir y que si esa Navidad les habían traído regalos nuevos, debería de compartir alguno que ya no usara con esos niños que carecían de juguetes. Le dijo también que siempre era más grato dar que recibir. La niña lo escuchó atenta y aparentemente, adoptó la lección.

Un rato después, mi amigo escuchó que otros niños llamaban a la puerta haciendo la misma petición y los atendió la niña, en forma muy distinta.

Cuando los pedigüeños se fueron, la niña fue con su papá y le dijo: "Papito, tienes razón, es mejor dar que recibir y se siente muy bonito…". No había terminado la frase cuando del fondo de la casa se escuchó un grito desgarrador del hermano de la niña diciendo: "Papá. Ana Cris, regaló mi carro nuevo de bomberosssssss….".

La niña se justificaba frente al padre alegando que nunca le dijo que debía ser un juguete propio el que regalara. El caso es que los niños que fueron a pedir salieron con un hermoso y nuevecito carro de bomberos.

No hay más pasión que aquella que demuestra un niño en esos días, por un juguete nuevo, porque no se desprenden de él y hasta se acuestan con el juguete.

Conozco casos de niños que le prendieron fuego al Nacimiento, al ver en la madrugada del 25, que el Niño Dios no les había dejado juguetes. Claro que la broma no era de los padres sino de los hermanos.

Cada uno tendrá sus propias anécdotas y seguramente muchas serán más interesantes que éstas, pero por lo pronto y para los efectos de este espacio, yo recuerdo las que aquí he narrado.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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