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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Hartas sospechas han levantado a lo largo y ancho de la República fantástica los actos vandálicos que un puñado de “anarquistas” llevan a cabo durante las manifestaciones pacíficas de miles de personas indignadas -con justa razón- por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Esos actos ya se registraron también en La Laguna, durante las protestas de la jornada del jueves pasado, en donde unos cuantos individuos, escudados en el anonimato de la muchedumbre, arrojaron piedras contra una patrulla de la Policía Municipal y contra un cristal del Gran Invernadero -perdón, Presidencia Municipal- de la Plaza Mayor de Torreón.

Lo que llama la atención es que prácticamente en todas las ciudades en donde se han presentado manifestaciones con incidentes de este tipo, la forma de operar es la misma: encapuchados que aguardan el momento preciso para arremeter contra edificios o fuerzas policiacas sin que haya consecuencias. En el caso de la manifestación de Torreón, fueron los mismos manifestantes quienes lograron controlar a los agresivos individuos anónimos que ya habían rayado los muros del edificio público y quebrado uno de sus cristales. Al conocer de los hechos, incluso varios de los participantes pacíficos de la marcha regresaron a la Plaza Mayor para lavar la gracia de los “revolucionarios”. Nuestros subagentes disfrazados de pancartas nos informan que corren versiones de que las personas que cometen estos actos vandálicos son “infiltrados” que reciben una paga para provocar que toda la manifestación sea considerada como violenta. En abono a esta especie, por la tarde-noche del mismo jueves circularon rumores en redes sociales de que había gente rompiendo vidrios de los autos que transitaban por importantes vías de la ciudad y que hasta habían saqueado varias tiendas, lo cual resultó falso. Estos hechos y rumores han llevado a los agudos observadores de la cosa pública a cuestionarse ¿a quién beneficia dar la imagen de que las protestas están fuera de control y son en su mayoría violentas cuando se trata sólo de unos cuantos alebrestados, bien entrenados, eso sí?

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Otras dos cosas llamaron la atención durante la protesta del jueves. Una es la evidente presencia de policías federales y supuestos trabajadores de la PGR y Segob quienes se dedicaron a levantar testimonios audiovisuales durante el recorrido del contingente. Algunos de los manifestantes se sintieron amedrentados por esta situación y se preguntaban entre sí cuál era la finalidad de los agentes al tomar video de los protestantes. Los más avezados comentan que se trata de un procedimiento común por parte de las autoridades federales para llevar un registro de cuanta manifestación se realiza en contra del gobierno y así medirle la temperatura al caldo de insatisfacción y rechazo que hay entre cierto sector de la sociedad. Otros, más escépticos, creen que se trata de un abierto acto de provocación, el cual, al menos en el caso de la protesta de Torreón, no tuvo ninguna consecuencia. Otro de los detalles a resaltar es que las consignas de los participantes en la marcha fueron muy variadas y abarcaron desde las exigencias de renuncia del preciso Peña Nieto por el caso Iguala y la “casita” blanca de las Lomas, hasta gritos contra la megadeuda de Coahuila de los Moreira, los desaparecidos de la provincia, la masacre de Allende, el regalito que le dio el ayuntamiento de Riquelme al “equipo de todos” y otras lindezas. Habrá que ver qué tanto vuelo agarran estas consignas locales en las próximas manifestaciones.

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Donde las cosas están casi tan calientes como algunas protestas por Ayotzinapa es en la oficina de Protección Civil de Torreón. Nuestros subagentes disfrazados de luminarias nuevas apagadas nos informan de un incidente que le puso una raya más al tigre en el récord del director Alberto Porragas. Resulta que la noche del jueves pasado los elementos de Protección Civil acudieron al llamado para atender un accidente de una camioneta que ardió en llamas luego de volcarse en la antigua carretera a San Pedro. Pero lo que parecía un evento de rutina se convirtió en un auténtico zafarrancho cuando llegó don Alberto a “supervisar” el trabajo de sus agentes. Cuentan que de forma por demás “exaltada” e inexplicable, el jefazo de la dependencia profirió todo tipo de adjetivos, digamos, impropios a sus subordinados al grado de que estuvo a punto de liarse a golpes con uno de ellos. Los elementos de otras corporaciones que atendieron el accidente sólo se miraban entre sí tratando de encontrar sentido al bochornoso espectáculo. Pero la cosa no paró ahí. Ayer por la mañana la bronca continuó, pero ahora en las oficinas de la propia dirección, en donde Porragas volvió a reprender al subordinado con sonoros recordatorios de progenitora incluidos. Pero el agente no se quedó callado y respondió también con florido lenguaje, lo cual le causó que su jefe le dijera que se fuera mucho a... guardar sus cosas en una caja porque estaba despedido. Dicen los subagentes que las maneras del director de Protección Civil ya han colmado el plato a varios elementos, quienes aunque se han quejado con los altos mandos del ayuntamiento, nomás no les hacen caso. Todo indica que en esa dependencia ya se activó una cuenta regresiva.

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Nuestros subagentes disfrazados de decoradores, de esos que gustan de las estatuas amorfas pero que nada tienen que ver con el surrealismo, nos comentan maliciosamente que ya hay otra lady en el Cabildo de Torreón. Hay dos pistas para ver si usted, agudo lector, la ubica: es del PRI y suspira profundamente por ser candidata a diputada federal por el V Distrito. Sí, se trata de la decoradora Luly Quintero, conocida ya como “Lady Pleitos”, quien en estos días protagonizó un incidente que dejó pasmados a varios. Comentan que “invitó” a sus colegas de la Comisión del DIF, al director del sistema, Guillermo Covarrubias, y a la primera dama torreonense, Marcela Gorgón, a una reunión en la Casa Hogar ubicada allá por el rumbo del Periférico. Mientras todos pensaban que sería un agradable recorrido de supervisión y evaluación de las obras de mejoramiento que se realizan en dicha institución, en realidad se tornó en un ejercicio de rendición de cuentas para Covarrubias. En un extraño arranque de actitud fiscalizadora, la edil preguntó no sólo sobre las empresas que apoyan a la Casa Hogar sino también montos e informe a detalle de las cuentas públicas. En medio de la ausencia de oposición y entre las lagunas de transparencia en el ayuntamiento, estos cuestionamientos resultan no sólo legítimos sino hasta necesarios. No obstante, lo que sorprendió a propios y extraños es que ella es la presidenta de la Comisión del DIF del Cabildo y, por lo tanto, debería tener esa información desde hace tiempo con los informes financieros. Y si no, ¿por qué hasta ahora se viene acordando? Esta rara actitud inquisidora de Quintero contrasta con la que muestra durante las reuniones de la Comisión de Hacienda y Cuenta Pública en donde suele guardar un silencio sepulcral. Hasta las ediles de oposición (es un decir) se mostraron asombrados por la nueva postura de su compañera, quizá porque a ellos nunca se les ha ocurrido hacer esas preguntas. Tal vez es la manera que doña Lourdes quiere comenzar a hacer méritos para conseguir una hamaca con bono en San Lázaro.

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Todo apunta a que el truculento asunto de las cuotas que el ayuntamiento de Torreón descuenta a los trabajadores municipales de forma voluntariamente a fuerzas no va a trascender, al menos en el Instituto Nacional Electoral. Nuestros subagentes disfrazados de cómodos sillones de la sede del consejo del INE en la capirucha del esmog, nos reportan que aunque el instituto ya dio entrada a la queja de los panistas por las rebajas que, dicen, son a la brava, esto es sólo un mero procedimiento de rutina que no garantiza que haya sanción. Dicen los que saben que la clave está en los “machotes” que la Tesorería Municipal de Enrique Mota entregó a los trabajadores para que los llenaran y firmaran y así demostrar que tenían el consentimiento para que parte de su sueldo fuera a parar al PRI y a su filial la Fundación Colosio. El asunto es si el INE se va a conformar con esas pruebas -cuando las presente el tricolor, porque hasta ahora no lo ha hecho-, o si va a ir más allá y va a interrogar a los empleados si estuvieron de acuerdo o no con el descuento y, sobre todo, cuándo les dieron las cartas para que las firmaran. Pero si el mismo INE reconoció ya que no pueden impedir que haya dinero del narco en las elecciones, pues sólo queda esperar que algún valiente empleado se atreva a denunciar.

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