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¡No quiero otro papá!

Cuando los padres deciden comenzar una nueva relación, los hijos no siempre lo asimilan

¡No quiero otro papá!

¡No quiero otro papá!

Por Ximena Martínez

Cuando los padres se divorcian suele ser un duro golpe para los hijos, pero cuando alguno de ellos o ambos tienen una nueva pareja, las cosas pueden empeorar. Todo adulto está en su derecho de rehacer su vida, ya sea después de un divorcio o la muerte de la pareja, sin embargo, no se debe dejar a la deriva la opinión de los hijos, pues pueden surgir problemas posteriores más difíciles de controlar. Itziar Arrambide Belausteguigoitia, psicoterapeuta familiar y de pareja, comenta que es muy importante hablar con ellos para analizar primero si ya ha hecho los cierres correspondientes para poder asimilar la presencia de una nueva persona en su familia.

El proceso de divorcio

Las reacciones y comportamientos de los hijos tienen mucho que ver con el proceso de divorcio que se ha vivido, “si un adulto tiene un proceso sano y puede ver a su ex pareja como la madre o el padre de sus hijos, estamos del otro lado”, comenta Arrambide. La especialista agrega que muchas parejas optan por acudir a terapia para lograr finalizar un divorcio de la manera más positiva, para quedar bien y sobre todo ser buenos padres. Es una gran alternativa para la aceptación de los hijos.

Los padres son los pilares de la familia, y cuando ambos no se encuentran de la mejor manera, se puede convertir en un caos y una batalla de años perjudicando a los hijos.

Lo primero: la comunicación

Cuando los padres se encuentran en un proceso de divorcio, los hijos deben estar siempre al tanto de la situación y es deber de los adultos repetirles cuantas veces sea necesario que sus papás siempre van a ser sus papás, los que se divorcian son los adultos. “Si el niño tiene claridad y los padres tienen una buena relación entre ellos, los pequeños siempre estarán mucho mejor”, comenta Arrambide. A raíz de ello, cuando los padres deciden tener otras parejas o rehacer sus vidas, los niños pueden adaptarse mejor explicándoles que es un noviazgo y que se están conociendo.

“Siempre es muy importante tomarlos en cuenta, sin embargo, todo va de acuerdo a la jerarquía correspondiente, porque la decisión es de los adultos”, apunta la psicoterapeuta.

El momento ideal

Se recomienda que sea aproximadamente a los seis u ocho meses de relación cuando la pareja comience a considerar presentar al nuevo integrante con sus hijos. Es el tiempo idóneo para que evalúen si existe afinidad en el carácter, sexualidad, dinero, valores, entre otros factores e incluir a los niños. “Uno de los errores más frecuentes es que los papás están muy necesitados de la aprobación de los niños y los incluyen enseguida sin haber conocido desde un inicio y haber realizado esta parte de apruebo hasta observar que si es lo que quería”, comenta Arrambide.

Cuando los padres no ‘prueban’ el noviazgo con su pareja antes de presentarlo a los hijos, puede haber un quiebre y para el niño es otro duelo, ya que “su papá se fue y el señor que dijo que iba ser como mi papá también se va, entonces para los niños es muy fuerte porque su esquema emocional es igual”, agrega la psicoterapeuta, quien además hace énfasis en que es de suma importancia informar a la pareja sobre la existencia de los hijos, ya que es común que suceda que no tenían conocimiento de los pequeños del otro y resulta algo muy fuerte, donde tiene que intervenir la elaboración de un duelo y puede detonar en una crisis.

¿Cómo los afecta?

La especialista comenta que si el manejo de la situación no es el adecuado, principalmente se verá reflejado en la conducta del niño, siempre se observa rápidamente de esta manera. “Lo podemos revisar en la escuela, en la relación con sus amigos o el comportamiento en casa. Los niños hacen cambios conductuales que al adulto le avisan que algo está mal”, comenta Arrambide. El aumento de rebeldía en el hogar también es muy frecuente y en conductas agresivas con sus iguales, amigos o compañeros de la escuela.

Lo primero que se debe hacer es preguntarle al niño el por qué de dicha conducta, qué es lo que le pasa y sobre todo, qué es lo que necesita; muchas veces los padres no muestran interés hacia las necesidades del hijo. Cuando la situación se sale de control y comienzan a presentar problemas como lo puede ser una enuresis (orinarse durante el día o la noche) es necesario acudir a un proceso. Hay conductas que se pueden manejar, como la situación escolar, donde el padre tiene la obligación de acercarse al hijo porque tal vez éste no logre entender el proceso. “Hay papás que se emocionan tanto con la nueva pareja que dejan al niño de lado. También pasa mucho, emocionarse en el enamoramiento y pueden dejar de ver a sus hijos, entonces encima que el padre o madre no está, pues ahora ya no ve a con quien vive por estar con la nueva pareja”, explica la psicóloga. Hay que tener especial cuidado en la repartición de los tiempos para que los niños no sientan un rechazo o falta de atención. No podemos decir que todos los niños reaccionan de manera negativa ante la presencia de la nueva pareja de sus padres, sin embargo, la psicóloga asegura que todos reaccionan de alguna manera. “Es una acción muy fuerte para ellos, sobre todo si los papás no les explican que la pareja no está remplazando a nadie”, apunta.

No es lo mismo la reacción de un niño pequeño ante la llegada de una nueva persona a su familia a la de un adolescente o alguien que esté entrando a la vida adulta; a más pequeños, más actúan de lo que no se habla y comienzan a actuar. “Cuando los niños no pueden expresarse de manera verbal, lo hacen a través de berrinches, llorar e incluso pueden llegar a enfermarse”, explica la especialista.

Ya en edad escolar, se puede observar tristeza o aislamiento y a nivel adolescencia, hay un exceso de rebeldía, con frases como ‘te importa más el/ella que yo, ya nunca estás aquí’, entre otras, por ese temor a perder el amor de los padres. “Tenemos que saber explicarles que el amor de pareja es una cosa y el amor de los hijos es para siempre. Es diferente”, comenta la psicoterapeuta.

Una familia reconstruida

La comunicación dentro de la familia siempre es muy importante, sobre todo cuando hay un divorcio de por medio, ya que las cosas cambian y la familia se rompe. “Si tu asumes como adulto que vas a empezar a reconstruir tu familia, es más fácil y podrás explicarle al niño brindándole seguridad para que pruebe otra vez y se arriesgue en los afectos”, comenta la especialista. En diversas ocasiones los niños tienen mucho temor, ya que si su papá que era muy importante se va, entonces se llegan a preguntar ‘¿qué merezco yo? ¿qué va a pasar conmigo?’, los niños realmente pueden llegar a creer que dejan de ser importantes para sus padres, y explicarles la razón de las cosas y la situación los tranquiliza mucho. Mientras el padre con su nueva pareja toma esa parte de la reconstrucción sin descuidar al niño, es más fácil.

En la mayoría de los casos donde se opta por terapia psicológica se debe a que se presentan conductas no adecuadas, donde los niños tienen un exceso de agresividad. Por otro lado, también los hijos pueden experimentar lo contrario, es decir, un cierto grado de timidez, aislamiento social y comenzar a alejarse no sólo de sus padres, sino de sus amigos, evitando cualquier contacto con el exterior.

En diversas familias donde ambos tienen hijos, se puede observar cómo no existe una integración, es decir, la mamá únicamente protege a sus hijos y el papá a los suyos. Esto es una familia partida y dentro de las terapias psicológicas esto puede cambiar, siempre y cuando haya respeto entre todos.

La mejor presentación

Una vez que la nueva pareja tiene planes acertados y concretos ya sea para vivir juntos o casarse, el padre tiene que hablar con el niño a solas y explicarle que merece rehacer su vida y esta nueva persona puede ofrecer apoyo y afecto a ambos. “Es muy importante decirle a los hijos que la nueva pareja no suple a nadie, las figuras no se suplen. Frases como ‘el va a ser tu nuevo papá o nueva mamá’ no existe ni es sano para ellos. El va a estar aquí y va a ofrecer apoyo, amor y cariño y vamos a intentar hacer una familia nueva”, explica Arrambide.

Cuando la pareja aún no tiene concreto planes a futuro, sin embargo, son estables, llevan un tiempo considerable de noviazgo y no eliminan la posibilidad de llegar a un futuro juntos, si se puede presentar a los hijos. De otra manera no se recomienda, ya que se estaría involucrando al pequeño en un tipo de ‘ensayo’ que le puede crear confusiones y dobles duelos en caso de que no funcione y perder a esta nueva figura en su vida.

La aproximación entre la nueva pareja y el hijo debe ser lenta y no debe meterse en decisiones hasta que no tenga un rol en la familia. “Lo que si pueden hacer es, por ejemplo, decirle a los niños que obedezcan a su madre o padre, cosas de ese estilo, para darle poder al papá verdadero y poco a poco puede irse involucrando en las decisiones, pero de inicio no, primero debe existir una jerarquía dentro de la familia.”, comenta la especialista.

La elección de cómo llamar a la nueva pareja es una decisión opcional del niño. Puede ser ‘mamá’, ‘papá’, o por su propio nombre, siempre como ellos se sientan más seguros. “Depende del recurso, es recomendable quizá por su nombre y presentarlo como el esposo de mi mamá o la esposa de mi papá, porque ni mamá ni papá es. Esa figura es irremplazable y no es justo provocar una confusión. Sin embargo, cada niño es diferente, y si el mismo lo adoptó rápido y de esa manera, es su decisión”, comenta la especialista.

Los míos y los tuyos

Cuando ambos en la pareja tienen hijos, es muy importante aprender a sobrellevar esta situación, ya que los niños no sólo deberán aprender a convivir con un nuevo integrante de la familia, sino con los nuevos ‘hermanos’. La especialista comenta que, la mejor manera de presentarlos a todos, es primero forjando lazos cada integrante de la pareja con los hijos del otro, “por decir, primero la mujer presenta el novio a sus hijos, luego el hombre presenta a su novia a sus hijos. Ello es lo principal y se convive de esa manera. Una vez que exista confianza y cariño de por medio, ya se realiza una reunión donde todos se conozcan y convivan”, explica. Esto es debido a que, de esta forma ya habrá un vínculo que permita respeto y cariño entre los hijos y la nueva pareja, por lo que existirá un mejor trato hacia los otros niños. “A lo menor no los van a tratar bien porque les caigan bien, sino por respeto a la nueva pareja, y poco a poco van a ir coincidiendo”, agrega Arrambide.

Esa es la mejor manera, es una manera inteligente de hacer las cosas. Teniendo todo controlado.

Cuando los hijos no se llevan bien entre ellos, los adultos tienen una gran responsabilidad y deben pensar en qué hacer para el bienestar primeramente de los suyos, si prefieren a su pareja o a sus hijos. “Finalmente somos adultos, se supone que hay madurez y hay que preguntar qué es lo que pasa y valorar qué te importa más y siempre son los hijos los seres más importantes, antes que otras parejas”, comenta Arrambide. Primero se debe analizar la situación, preguntar qué es lo que pasó, tal vez fueron pleitos momentáneos o diferencias en los temperamentos, pero cuando se llega a salir de control si hay que considerar la posibilidad de terminar con la pareja. “Hay muchos casos donde los padrastros o hermanastros maltratan, entonces si nosotros estamos viendo que no hay enganche, primero debemos proteger a nuestros hijos”, agrega.

Doble duelo

Si la segunda relación termina o deciden divorciarse, se debe hacer nuevamente un análisis dependiendo de qué tan profunda era la relación del hijo con la segunda pareja. Si era una figura significativa para el niño, no se recomienda cortar la relación de tajo, sobre todo si la pareja estuvo presente en etapas importantes como la preadolescencia. Se debe dialogar con el niño para que comprenda lo que ha pasado, pues la especialista asegura que hay parejas que no creen que esta segunda separación afecte al niño, pero si llega a lastimar y llevar a un segundo duelo.

“Se debe explicar que ya no estarán juntos porque hay problemas, y siempre con un diálogo previo con la pareja, determinar si está dispuesto a seguir visitando al niño aunque no sea su propio hijo, si tanto la pareja, como el padre y el pequeño lo desean”, explica Arrambide.

Los padres deben siempre ser fuertes y no llorar frente a los hijos ni hablar mal de las parejas, pues han sido figuras importantes en la vida de los niños.

CUANDO SE TRATA DE UNA MUERTE

Toda persona tiene derecho a ser feliz y rehacer su vida, sin embargo, cuando se trata de la muerte o pérdida de una pareja puede resultar más complicado tanto para la misma persona como para sus hijos. La psicoterapeuta familiar y de pareja, Itziar Arrambide, comenta que es un proceso diferente y se debe realizar un procedimiento de duelo dependiendo de cómo haya sido la muerte.

En el caso de una enfermedad, se puede ir trabajando con el niño en un proceso para que pueda despedirse, por otro lado, cuando se trata de una muerte inesperada sin anuncio previo, se puede crear un estado de shock y negación que llega a tomar meses. “Tienen que lograr despedirse e invitarlos a un proceso terapéutico formal para poder ayudarles con el duelo y las etapas del duelo, porque si es complicado”, comenta Arrambide.

Para la pareja, una pérdida de este tipo es muy fuerte y por lo general no busca a otra persona enseguida, ese tiempo que espera es el mismo en que el niño puede elaborar un duelo y en caso de ya establecer una relación formal con alguien, se recomienda que ya se encuentre avanzada para involucrar al niño con el nuevo integrante.

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