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Respuesta sin pregunta

AGUSTÍN BASAVE

El modelo legislativo que tenemos desde la Colonia, con una norma tan alejada de la realidad, premia la corrupción.

Ayotzinapa ha provocado un debate en la izquierda mexicana sobre el cambio de régimen. La discusión es fundamentalmente procedimental: qué mecanismos, legales o extralegales, qué tiempos, ordinarios o extraordinarios. Se habla de cómo desplazar, pero no de cómo reemplazar. Unos desdeñan la reforma institucional y apuestan a un liderazgo redentor, otros asumen que no necesitan redefinir lo que ya fue definido. Aquí voy a detenerme, en la vertiente política de dos ideologías que, aunque no se explican, flotan sobre el enfado social.

Primero, el socialismo. A quienes juzgan posible abolir el capitalismo les recuerdo que Marx -como bien señaló Hobsbawm- no desarrolló un sistema político, y que la única maqueta de un régimen socialista fue la que Lenin elaboró y Stalin volvió una monstruosidad al sumergirla en el ácido de la realidad, y les hago preguntas no retóricas sobre varias cosas que deseo entender. ¿Cómo funcionaría un socialismo moderno, cómo se elegiría a sus autoridades, cómo se harían leyes y cómo se impartiría justicia? ¿Habría pluripartidismo o partido único, existirían equilibrios, pesos y contrapesos para impedir abusos de quien ejerciera el poder ejecutivo? ¿Se permitiría la libertad de expresión para criticar al gobierno? Yo deploro el regreso de la mano invisible y su mal de Parkinson, pero estoy convencido de que las sociedades más libres y justas en la historia de la humanidad son las que erigió la socialdemocracia en Europa durante la Treintena Gloriosa (1945-1975); si el Estado de bienestar como se conoció entonces dejó de ser factible, hay que crear otro que sí lo sea.

Segundo, el anarquismo. Más allá de Godwin, Proudhon o Bakunin, si el objetivo es la democracia directa, pregunto cómo operaría, porque ni la Atenas de Pericles funcionó sin autoridades. ¿No habría ninguna representación?, en el mundo de hoy, ¿quién decidiría qué y cómo se votaría por Internet, quién ejecutaría la voluntad mayoritaria? Por lo demás, es cierto que el engranaje democrático que tenemos en México es asaz defectuoso, pero no lo es menos la insurrección que se propone para desecharlo, que difícilmente pasaría un análisis de costo-beneficio. Ahora que llegan ecos de Zapata y Flores Magón conviene repensar la Revolución Mexicana. Ni un admirador de su eclosión creativa como yo puede dejar de cuestionar sus saldos políticos. Murió un millón de personas, una dictadura trocó en dictablanda y los gobernantes posrevolucionarios se corrompieron tanto o más que los porfiristas. He aquí el meollo del asunto. El modelo legislativo que tenemos desde la Colonia, con una norma tan alejada de la realidad, premia la corrupción. Y mientras no lo erradiquemos este país será irredimible.

Mi respuesta sin pregunta es que la vía insurreccional es hoy tan inviable como hace seis años, salvo que el gobierno emule la miopía del Porfiriato tardío, y que sería contraproducente en medio de una criminalidad desbocada. Esto es, creo, lo que debemos hacer: escribir el cuarto capítulo de nuestra historia con premeditación y sin violencia, contra nuestra tradición de no tener planos de construcción cuando ya estamos sobre los escombros del viejo edificio; impulsar, con toda la movilización ciudadana que sea necesaria, candidatos filoneístas a diputados en 2015 en candidaturas independientes o de partidos opositores que acaten el mandato ciudadano; hacer un nuevo pacto social y plasmarlo, con un régimen parlamentario, en una nueva Constitución; rediseñar la representación y los instrumentos de democracia participativa, de transparencia y rendición de cuentas; sacar de la Presidencia en 2018 al proyecto restaurador y poner ahí a quien demuestre tener compromiso con la sociedad y adopte una política económica y social que contrarreste la desigualdad. Pienso que esto es el filoneísmo que México necesita, y que desde ahí podríamos forjar un nuevo proyecto civilizatorio.

Twitter: @abasave

(Académico de la Universidad Iberoamericana

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