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Finados

Diálogo

YAMIL DARWICH

Una de las festividades de mayor tradición para los mexicanos es nuestro Día de Muertos, antecedido por el de los Santos Inocentes dedicado a los niños que murieron y son considerados "angelitos", aunque el cristianismo no los clasifique de tal manera.

La tradición incluye diferentes interpretaciones, según el estado federal y la región de México, todas cargadas de folclor local y emotividad que han sobrevivido en el tiempo y con el paso de las generaciones, a pesar de la influencia extranjera con el Halloween.

Sin duda en el sur es de mayor colorido y suntuosidad, quizá por los antecedentes indígenas que siguen presentes en los usos y costumbres de los pobladores, sobresaliendo estados federales como Michoacán, con sus fiestas del Lago de Pátzcuaro o Oaxaca y sus mezclas de creencias prehispánicas con las costumbres cristianas.

Todos con bailables y rituales dignos de estudio y su preservación.

Acudir a los cementerios a limpiar y reparar tumbas, compartiendo con la familia el recuerdo de los ya finados y comer junto a ellos, hasta tomar bebidas espirituosas, son usos y costumbres muy del norte de México.

Tampoco olvide el duelo que sostienen entre sí, con sus arreglos florales, los deudos de diferentes familias, que dan particular colorido en ese día a los sepulcros de sus difuntos, tratando de evidenciar el gran amor por el "ya partido".

Recuerde que es casi una obligación comer pan de muerto desde días antes -actualmente los supermercados los ofrecen con meses de anticipación- o mascar cañas de azúcar recargados en las bardas de los panteones. Agregue las aterradas vendimias de todo tipo de alimentos ofrecidos por tenderos que, al fin y al cabo, están "en campo santo".

En el sur, el Día de los Finados lo viven más intensamente, ya sea preparando el camino al cementerio con iluminación especial con velas, arreglos de papel de china y hasta flores; entregando ofrendas de alimento que finalmente es consumido por los familiares, cantarles y rezarles en altares de muertos que representan con especial dedicación a algún personaje ya fallecido, hacer calaveritas de azúcar con nombres propios en las frentes y prosas escritas que reciben el mismo nombre, son algunas de las costumbres más conocidas.

Ya en otras entregas hemos escrito de la muy particular manera de ver la muerte por nosotros los mexicanos, que le cantamos, la retamos a que llegue, vestimos como nos parece que debe verse, inspirados en la creada por el pintor Posada y hasta le ponemos apodos como catrina, calaca, huesuda y otros que seguramente Usted recuerda.

Considere que morir no es cosa fácil y el proceso es poco aceptado como posibilidad en el corto plazo. De una u otra manera le tememos, aunque nos envalentonemos y aseguremos que "la vida no vale nada" o que "a nosotros, la muerte nos pela los dientes".

La pregunta eterna gira alrededor de ese emocionante momento: ¿qué nos va a pasar cuando muramos?

También le damos muchas explicaciones, ninguna comprobable, lo que hace más misterioso ese paso al "más allá", hecho que también hoy en día ponen en duda algunos expertos que intuyen una "implosión, más que explosión"; es decir: el espíritu no sale del cuerpo, sino que "introyecta" y se pone en contacto con el universo. No me pregunte más sobre tal postura.

Los materialistas aseguran que no hay nada después de la muerte y los nihilistas niegan el ser, por lo tanto toda existencia posterior.

Los cristianos creemos en un Dios que nos recibirá al final de nuestra vida terrena, aunque ni en eso nos ponemos de acuerdo ya que algunos teólogos modernos hablan de la salvación de todas las almas, sin excepción, aunque otros insisten en el fuego eterno.

Los islámicos creen en Alá y su profeta Mahoma, con la reencarnación como posibilidad y que sólo para los infieles muestra particular dureza. Los judíos continúan insistiendo en La Torá con los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, por cierto, una filosofía religiosa muy cruel, sanguinaria e injusta.

Actualmente aparecieron otros grupos sofisticados, como la Dianética, antecedente de la Cienciología, que asegura que hemos olvidado nuestra divinidad o las múltiples interpretaciones de la neurofisiología moderna que refuerza la existencia de un ente creador contra la explicación de procesos cerebrales como explicación de Dios, entre ellos las áreas del "Asiento de Dios" estudiadas en un nuevo campo denominado neuroteología.

También incluya a aquellos que hablan de los recuerdos de otras vidas, algunos de ellos con impresionantes currículums laborales.

Como ve, la ansiedad por saber lo que va a suceder con nosotros es grande, aunque Miguel Ángel Prado habla de otra mayor preocupación: saber no a dónde vamos, sino de dónde vinimos.

No olvido al pragmático que dijo no creer en Dios, pero portarse bien por "si las dudas" ¿Y Usted?

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