Santos Laguna no tenía una racha tan negativa desde la era de Diego Cocca. Casualmente, tanto el técnico de pasarela como el actual Pedro Caixinha son entrenadores en los que la apuesta ha sido muy alta, pues no formaban parte de nuestra familia futbolística. Aunque Cocca jugó muchísimos años para Atlas e incluso fue pilar en su exitoso esquema, todos los especialistas (bueno, lo entrecomillaré: "especialistas") coincidimos en una cosa, que Santos Laguna como institución, por su plantel y sus aspiraciones, le quedaba grande al galán argentino, situación que a la larga no se pudo sostener y tras una serie de partidos sin victoria como la que actualmente ostenta Caixinha, salió de la dirección técnica.
El caso de Pedro fue muy diferente. Él sí llegó sin alguna experiencia previa del futbol mexicano, a no ser que haya visto juegos por la televisión. Pero el punto es que en ambas ocasiones (y por fin) se apostó por entrenadores que no pertenecen a esa ya raída y oxidada rueda de la fortuna en la que habitan Romano, Sergio Bueno y Benjamín Galindo, que en su momento por supuesto también dirigieron a la institución. Los dos últimos en dos ocasiones diversas.
A lo que quiero llegar con esta introducción de proporciones bíblicas, es que no debe ser fácil en México la elección de entrenador. Un día Tuca Ferreti está muy valorado y a la semana que sigue es el entrenador más retrógrada y defensivo de la historia. Lo mismo pasa con Vucetich o con Luis Fernando Tena, son técnicos que siempre tienen trabajo, pero no siempre logros y es ahí donde converge nuestra tesis: los números del portugués Pedro Caixinha no son nada malos. Si él entregara resultados, habría tres semifinales en sus primeros tres torneos, además de una final de Concachampions y lo que pueda ocurrir en la Copa MX.
Lo que realmente pesa en contra de Caixinha son las actuaciones que se han tenido como local en los últimos juegos: la goleada recibida por el América es sin duda la que más duele y sigue doliendo. El empate ante el último lugar Morelia que llevó a la tribuna a silbar y que provocó las polémicas declaraciones del técnico y ahora el empate ante los Pumas también en el TSM son las losas que actualmente el técnico santista carga.
Por supuesto que lo puede revertir. Si él así lo quiere. Reconociendo errores, cambios precipitados y formaciones que a poco o nada llevan. El equipo está actualmente fuera de los lugares de liguilla y a veces no es tan malo no cumplir los objetivos, porque permite que todos se sienten y vean qué fue lo que pasó. Qué se hizo mal y qué bien. Ojalá no sea el caso, pero para aspirar realmente a las alturas y no permanecer en semifinales, habrá que encontrar y superar los problemas, si es que los hay, de fondo.
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