'El grafiti me tranquilizó'

Xavier García es un hombre de 33 años, delgado y de tez morena. Diariamente acude a su trabajo y vuelve a casa al atardecer para convivir con su pequeña hija y su esposa. En su tiempo libre, este biólogo egresado de la UJED mantiene una lucha constante contra la presidencia de Gómez Palacio. El motivo es una de sus más grandes pasiones; El grafiti. Esta forma de expresión urbana es lo que le permitió salir del barrio con vida y mantenerse fuera de las drogas y otros vicios durante los años de su juventud.

Todo comenzó a finales de la década de los 90, cuando los jóvenes de diferentes zonas de La Laguna que históricamente habían vivido de forma marginada, olvidados administración tras administración, se toparon con un fenómeno proveniente de Nueva York. Desde el Bronx y el Harlem llegaron cuatro elementos culturales que cambiaron la vida de aquellos adolescentes que no habían podido tener acceso a la cultura y buscaban alguna forma de expresar lo que sentían, pero nunca lo habían encontrado. Hasta la actualidad, para ellos, el rap, el djing, el breaking y el grafiti ha significado más en su vida que cualquier iniciativa llevada a cabo por las instituciones encargadas de atender, tanto a la cultura, cómo a los jóvenes.

Sentados en un cuarto de su casa, acondicionado como estudio, García, quien durante varios años fue líder del "crew" Dos Elementos bajo el seudónimo de Mack, platica cómo durante muchos años, las únicas formas de expresión en los barrios eran las brutales peleas. Él vivió durante su infancia y juventud en la colonia El Dorado en Gómez Palacio.

"Seguido había riñas entre los grupos, con violencia física o de golpes y cuando la cultura del hip hop llegó alrededor del año 97 fue aceptada muy fácilmente por los jóvenes, pues ya las competencias entre barrios o 'crews' no eran de golpes, ni de amenazas, sino se trataba de ver quién bailaba o quién pintaba mejor, o quién tenía las mejores rimas. El hip hop se asentó bastante en Gómez y de repente la ciudad se convirtió en una cuna para el surgimiento de raperos y grafiteros que hasta hoy son reconocidos", afirma Mack.

Para él, la falta de un medio o un espacio donde los jóvenes se expresen libremente se debe a que en la ciudad sólo hay un centro cultural formal que es la Casa de la Cultura, la cual se encuentra en una de las colonias económicamente más altas.

Explica que el Centro está alejado de muchos jóvenes.

"Desde los trece años empecé en el mundo del grafiti y para mí es el acercamiento a la pintura más barato que existe, porque lo único que necesitas es un aerosol y la pared. Siempre me gustó dibujar, pero cómo a los diez años tuve que empezar a trabajar, por lo que ni pensar en comprar materiales como óleos o pasteles y mucho menos en clases de pintura o de dibujo, que son muy costosas, ésas las pude pagar, pero ya hasta más grande"

Mack, como casi todos los grafiteros, comenzó de forma clandestina, haciendo bombas, es decir, letras gordas y redondas, con las que escribía sus firmas o tags, en las calles. Más tarde pasó a las piezas, que son letras cuadradas con sombra, con las que aprendió a dar volumen, para luego hacer caracteres de rostros caricaturescos, y finalmente murales realistas en 3D, así como letras tribales, que son aquellas garigoleadas. A la par de esto el joven gomezpalatino fue aprendiendo los códigos numéricos y de letras, así como el sistema de honor que existe dentro del mundo de los grafiteros.

Poco a poco el movimiento del hip hop vivió su auge en Gómez y el "crew" Dos Elementos llegó a ser conformado por alrededor de 300 jóvenes menores de 16 años.

"Al barrio iban chavos de El Refugio, de Chapala, de por el Cereso y en cada esquina nos reuníamos para competir en alguno de los cuatro elementos, porque más que buscar la guerra nos interesaba buscar la paz. El 'crew' es como una hermandad en la que cuidas a los más pequeños o a quien tenga un problema, siempre cuidando que los chavos no caigan en los vicios".

Con el paso de los años, el boom del hip hop gomezpalatino decayó y para el 2008, el movimiento que unió a la industrial ciudad se desarticuló casi por completo. En este año, Mack regresó de Saltillo, donde trabajó durante tres años como guardabosques, y encontró que la mayoría de quienes habían formado parte de su 'crew' preferían irse de antro, o "andar en otras cosas". Cuenta que el gobierno empezó a satanizar el grafiti y a separar cada uno de los elementos.

"A los que hacían break se los llevaron a las academias, los raperos tenían sus eventos y los de break también, pero el grafiti quedó totalmente excluido", afirma.

"Hoy, de esos 300 quedamos como veinte que aún nos reunimos. Ya más que amigos somos familia (...) De vez en cuando nos vemos para platicar, a veces pintamos y también hay unos que aún rapean".

ACTUALIDAD

Desde hace varios años Mack ha buscado mantenerse dentro del mundo del grafiti, pero ahora de una forma legal, organizando eventos como el que realizó el pasado 14 de diciembre, cuando junto a varios diseñadores y artistas de la región pintaron bardas de vecinos de El Dorado con la previa autorización escrita de los dueños de las fincas, así como el envío de una carta a la presidencia de Gómez Palacio en donde explicaban la naturaleza de las actividades a realizar ese día.

Sin embargo, meses después Prevención Social, mediante el Programa Nacional de Prevención para la Prevención Social de la Delincuencia y el Delito (Pronapred) llevó a cabo una campaña en la que eliminó 16 de estos murales, blanqueándolos y pintando sobre estos el logotipo de la actual administración municipal.

"Primero traté de hacer caso omiso, pero cuando supe que seguían borrando los murales le envíe un documento a Campillo (alcalde) en donde le anexé toda la documentación en la que le había informado que íbamos a pintar, junto con las cartas donde los dueños de las propiedades nos daban su permiso, así como imágenes en dónde se comprueba que antes de que llegáramos nosotros las propiedades ya estaban pintadas y también un presupuesto donde le informaba al alcalde, la cantidad que necesitamos para volver a realizar los murales".

Tras no recibir ninguna respuesta sobre su caso, Mack decidió presentarse ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en donde quince días después recibió una carta enviada por parte de la presidencia municipal.

"Me sorprendió mucho lo que respondieron, porque ellos argumentaron que esto lo habían hecho como parte de las acciones para luchar contra la violencia y la delincuencia, pero cuando borran grafitis legales realmente lo que hacen es contribuir a que se haga grafiti ilegal, porque así nadie va a querer seguir pidiendo permiso. ¿Para qué si de todas formas se los van a borrar?

Mack argumenta que tras obtener el permiso por parte del dueño de la propiedad es innecesaria la autorización de presidencia pues es una finca privada, no pública, sobre la que se realizará el grafiti.

Las autoridades respondieron que para contar con su plena autorización era necesario cumplir cabalmente con el reglamento municipal, donde se establece como requerimiento el enviar un boceto que debe ser autorizado por el Instituto Municipal de la Juventud antes de realizar la obra, por lo que, al no cumplir con este punto, los murales hechos por artistas y diseñadores en El Dorado fueron considerados faltas administrativas.

A más de quince años de haber comenzado el boom del hip hop en La Laguna, Mack busca incidir en las políticas públicas de su ciudad natal para crear un antecedente que sea respetado por las futuras administraciones y permita a los grafiteros legales expresarse libremente. Al mismo tiempo, trabaja con un abogado en un curso donde los grafiteros puedan saber cómo actuar ante este tipo de casos.

"Yo lucho por esto, porque para mí el grafiti fue lo que me tranquilizó, lo que me dio más sed para conocer más cosas y salir a cultivarme más", afirma Mack.

"El grafiti siempre será un importante medio para manifestar un discurso, una denuncia, un reclamo y poder llevar las pinturas y el arte a las calles".