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Radicales libres

¿Qué son y cómo contrarrestar sus efectos negativos?

Radicales libres

Radicales libres

María Elena Holguin

Aunque también cumplen con la función de proteger a nuestro cuerpo de organismos dañinos como bacterias y hongos, los radicales libres son, por lo regular, asociados con el envejecimiento; sin embargo, este no es el único problema que pueden ocasionar.

Los radicales libres son unidades de electrones inestables que se encuentran en la estructura del cuerpo humano, que está compuesto por átomos agrupados en partículas llamadas moléculas.

Un radical libre recorre todo el organismo para obtener el electrón que le hace falta a fin de obtener su estabilidad, pero lo hace mediante el ataque a una célula, que a su vez perderá su estabilidad y se convertirá en otro radical libre y generará, de ese modo, una reacción en cadena que dañará a múltiples moléculas.

Los radicales libres toman los electrones de las grasas y proteínas de las membranas o capas protectoras de las células, lo que les ocasiona un daño grave que les impide cumplir sus funciones, como el intercambio de nutrientes y la limpieza de materiales de desecho, y todo esto hace imposible el proceso de regeneración y reproducción celular.

UN PROCESO NECESARIO

La vida biológica media del radical libre es de microsegundos, pero tiene la capacidad de reaccionar con todo lo que esté a su alrededor y provoca gran daño a las moléculas y a las membranas celulares y tejidos.

Pero no todos los radicales libres son dañinos, pues existen algunos que son producidos por el sistema inmunológico para matar bacterias y hongos.

Una vez que cumplen su objetivo, son neutralizados por el organismo mediante la activación de enzimas llamadas catalasa y dismutasa, las cuales desarman a los radicales libres para evitar que generen un estado de desequilibrio.

Estos elementos ingresan al organismo a través de procesos naturales como el de la respiración: el cuerpo utiliza oxígeno para obtener energía de los alimentos y suministrarla para que todos los órganos realicen sus funciones bioquímicas.

El procedimiento se desarrolla en la sangre con una participación muy importante de la hemoglobina, proteína que contiene hierro y gracias a la cual el vital líquido puede absorber 50 veces más oxígeno que agua.

A todo este proceso tan complejo pero esencial para la vida se llama oxidación, y durante él se generan los radicales libres para matar bacterias y dar protección al organismo.

AGENTES OXIDATIVOS

Pero factores como la contaminación, productos químicos de uso doméstico, ciertos medicamentos, además del tabaco, rayos X y pesticidas, además de una alimentación deficiente también pueden incrementar su producción y, con ello, dar lugar a problemas de salud, por ejemplo, el cáncer.

Otros factores como una dieta rica en grasas o la exposición prolongada a los rayos solares también incrementan la producción de los radicales libres en el organismo. Incluso la ingesta de aceites vegetales que ya fueron refinados constituyen un riesgo pues contienen radicales libres ya que han sido sometidos a temperaturas muy altas.

Estos elementos contribuyen además al proceso de envejecimiento, cuando toman el electrón que les hace falta de las células del tejido colágeno de la piel, lo que deriva en la aparición de arrugas, pérdida de elasticidad y resequedad.

OTRAS ENFERMEDADES

En un organismo saludable hay equilibrio molecular entre la generación de radicales libres y de sustancias protectoras, pero si la balanza se inclina a favor de los primeros, los daños generales por oxidación llevan, además del envejecimiento, a otras complicaciones como cataratas, carcinogénesis y aterosclerosis. A su vez, esta última desencadena otros males como la hipertensión arterial, angina de pecho, isquemia, accidentes cerebrovasculares y otros problemas.

Algunos estudios refieren también que desempeña un papel decisivo la 'contaminación mental', es decir, los pensamientos negativos que nacen de los celos, la ira, avaricia y odio para la aparición de algunas de estas complicaciones.

ANTIOXIDANTES

Para inhibir la oxidación y el daño celular ocasionado por los radicales libre, se cuenta con los antioxidantes, que son sustancias que actúan a nivel intracelular y en la membrana para proteger a los diferentes órganos y sistemas.

Los antioxidantes son nutrientes que pueden neutralizar el exceso de radicales libres, acción que efectúan mediante la liberación de electrones en la sangre para que sean captados por los radicales y se conviertan en moléculas estables.

El organismo produce a estos componentes y otros se obtienen a través de la alimentación, entre los que se encuentran las vitaminas A, C y E, además de minerales como selenio y zinc.

Pero hay ocasiones en que el aporte alimenticio no es suficiente, por lo que se puede complementar con mutivitamínicos, suplementos y complementos alimenticios, además de productos fortificados.

¿DÓNDE ENCONTRARLOS?

Vitamina A: También se denomina retinol cuando se obtiene de alimentos de origen animal, o betacaroneto si procede de frutas y vegetales. Es necesaria para la vista, el desarrollo de los huesos, mantenimiento de los tejidos y prevención de enfermedades infecciosas. Se encuentra en el hígado, pescado graso, yema de huevo, leche, queso, mantequilla, espinaca, brócoli, pera, durazno, espinaca, naranja, mango, manzana y zanahoria.

Vitamina C: Se necesita para producir el colágeno, importante en el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, huesos, dientes y tejidos, así como para metabolizar las grasas, por lo que se le atribuye el poder de reducir el colesterol; además refuerza el sistema inmunológico. Se encuentra en la naranja, toronja, guayaba, fresa, limón, coliflor, kiwi, melón y tomate verde.

Vitamina E: También se denomina tocoferol. Mantiene la integridad de la membrana celular; evita la destrucción del mineral selenio y de las otras vitaminas; previene y disuelve los coágulos sanguíneos, acelera la cicatrización y retrasa el envejecimiento celular. Se incluye en productos de belleza debido a que aumenta la microcirculación de la piel o flujo sanguíneo, lo que asegura una mejor alimentación de los tejidos y reduce líneas se expresión y arrugas. Se encuentra en el aguacate, brócoli, ciruela, manzana, plátano y zanahoria, así como en las espinacas.

Selenio: Ayuda al organismo a luchar contra los radicales libres. Se encuentra en la carne, pescado, lácteos, cebolla, ajo, tomate verde y en la levadura de cerveza.

Zinc: Es vital para el crecimiento; regula los desarrollos sexual, epidérmico y capital y es necesario para producir insulina. Se encuentra en las carnes rojas, leche, mariscos, huevo, legumbres, levadura de cerveza y en los frutos secos.

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