Apasionado. Antonio ha dedicado los últimos años a defender los derechos de los más vulnerables.
Seis años de su vida, Antonio Esparza los ha dedicado al Centro de Derechos Humanos "Juan Gerardi", desde donde lucha por la justicia de los más vulnerables, y desde donde ha logrado importantes satisfacciones en su vida.
Es licenciado en Relaciones Humanas, esposo y padre de dos hombres, quienes pese a la diferencia de edad, lo acompañan en su quehacer diario en este lugar.
Cuenta que el Centro, que adoptó el nombre del obispo guatemalteco que se caracterizó por defender los Derechos Humanos en su país, nació en 1999 en Torreón, a un costado de la parroquia de San Judas Tadeo en la colonia Las Torres.
"Es una parroquia que desde hace años tiene entre sus actividades atender comunidades, en ese tiempo las personas que pertenecían a estas comunidades vieron la necesidad de contar con un centro de Derechos Humanos".
Cuenta que desde entonces, el centro se ha dedicado a velar por los derechos de las personas más vulnerables, como lo son las personas de bajos recursos, indígenas y migrantes.
Dice que una de las primeras luchas que ganó el Centro de Derechos Humanos, fue el evitar que los indígenas fueran enviados de regreso a su natal Oaxaca, luego de que el entonces Gobierno municipal, no les permitiera pedir dinero en las calles.
"En lugar de ofrecerles un trabajo digno, lo que preferían eran retirarlos de las calles. Actuó el centro y ya no fueron llevados, se quedaron, y ellos siguieron porque es su modo buscar la vida".
INICIA SU LUCHA
En el 2008, se integra para seguir la lucha por los Derechos Humanos. "Yo provengo de una comunidad de Vida Cristiana, algo como las comunidades eclesiales de base y normalmente la formación que yo recibí fue formación cristiana en donde el tener fe en Jesús te va llevando irremediablemente a actuar por los demás".
Para entonces este nuevo trabajo lo alternaba con otra de sus pasiones: La música. Pero con la ola de violencia que se desencadenó en la región, le fue imposible seguir.
"Ya estando aquí, empecé a conocer la situación de las personas desaparecidas. En el 2010, más o menos se empezaron a acercar personas con esta problemática. Eso es lo que me ha permitido permanecer, ver que las personas, familiares de desaparecidos, están en una situación de indefensión total, que nadie les hace caso que nadie les atiende en la búsqueda, a mi me empezó a llamar, nosotros decidimos apoyarlos", dice Antonio.
Comenta que la indignación por la que estaban y aún viven, fue el principal factor que los motivó a acompañarlos, "a estar con estas personas y ayudarles a hacer gestiones ante el Ministerio Público, a organizarse como un ente colectivo. Entonces eso fue de las cosas que, de los últimos año más me ha llamado la atención".