¿Por qué la pobreza?

Mucha gente se pregunta por qué si México es un país con tantas ventajas naturales, se mantiene sumido en la pobreza. De nada sirve volver la vista al pasado y culpar, como tantas veces se ha hecho, a los indígenas prehispánicos o a los 300 años de régimen colonial. México se ha quedado rezagado por decisiones que ha tomado como país independiente.

En 1821 Estados Unidos tenía un producto interno bruto percápita de mil 257 dólares, mientras que la Nueva España registraba 759 dólares. En otras palabras, el estadounidense promedio era, en vísperas de la independencia de México, 65 por ciento más rico que un novohispano común y corriente. En 2013, en cambio, México registraba un producto nominal de 10 mil 629 dólares por persona contra 53 mil 101 dólares de Estados Unidos. La diferencia había subido a 400 por ciento.

El rezago de México, como vemos, no procede del período colonial, ni al parecer del prehispánico, aunque la información económica anterior a la conquista es virtualmente nula. Hemos sido nosotros, los mexicanos independientes, los que hemos cometido los errores que nos han sumido en la pobreza.

El problema no es cultural. Los mexicanos somos muy productivos cuando cruzamos la frontera para trabajar en los Estados Unidos. Los empresarios estadounidenses buscan a los trabajadores mexicanos por su productividad, a pesar de que con frecuencia carecen de documentos de residencia. El problema de productividad existe cuando los trabajadores mexicanos se quedan en México.

Quienquiera que ha tratado de invertir en México sabe de los enormes obstáculos para hacerlo. El gobierno pone mil trabas. La propiedad de la tierra es incierta. Más de la mitad del territorio nacional es ejidal o comunal. Cuando se llega a algún acuerdo de compra o arrendamiento con los ejidatarios, surgen después nuevos dueños que exigen que se les pague otra vez. Los tribunales agrarios no reconocen como definitivas las transacciones con ejidos. No hay en el país un verdadero estado de derecho. Las leyes no garantizan el cumplimiento de los contratos. La policía no protege, las procuradurías no procuran justicia, los tribunales no imparten justicia.

La falta de un estado de derecho es quizá el mayor obstáculo para generar inversión productiva y prosperidad en México. Los inversionistas pueden adaptarse a leyes injustas, como las que siempre hemos tenido, pero lo que mata definitivamente la inversión es no tener certeza sobre la aplicación de la ley.

El gobierno ha presentado una iniciativa para crear un nuevo programa para impulsar la productividad y la competitividad. Pero lo que busca es incrementar su intervención en la economía y aumentar los subsidios de las empresas. Los burócratas no entienden que esta es la solución equivocada. Lo que están haciendo es aumentar la dosis de una política que ha sido en buena medida responsable de la pobreza de nuestro país.

La solución no es aumentar la intervención del gobierno en la economía sino, por el contrario, eliminar los obstáculos que el propio gobierno ha creado a la inversión. Pero los políticos están más interesados en preservar su poder que en promover el crecimiento del país.