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México e India

JULIO FAESLER

India es el segundo país del mundo en población, una importante potencia e inevitable piedra clave para los de equilibrios políticos de la región. Como tercera economía mundial, su peso es importante en el campo de los equilibrios comerciales y económicos del mundo.

El país acaba de cambiar de jefe de gobierno. Narendra Modi, como Primer Ministro, promete modernizar a la India. Se trata mucho más que de rescatar las perspectivas de apertura y progreso que se propuso Manmohan Singh cuando fue Ministro de Finanzas en los años noventa.

Modi ha llegado ofreciendo un gobierno que saque al país del empantanamiento en que cayó con el Partido del Congreso que, hundido su ideario en la mentalidad que consumó la independencia en 1947, perdió espacio y votos por alejarse de los pobres.

Al propio tiempo la sociedad cambió. La población urbana de la India ahora genera dos terceras partes de PNB; 50 ciudades tienen un millón o más de habitantes; hay 646 000 pueblos y villorrios, la mitad de ellos con televisión y 70 % de las familias rurales tienen una moto. Casi todo el mundo tiene un celular.

Una tercera parte de la población pertenece a lo que se llama una "nueva clase" y dentro de una década será la mitad. Se calcula que 140 millones han escapado de la extrema pobreza en los últimos 10 años.

La historia de Modi es el de un eficaz promotor de su estado natal de Gujurat donde fue Ministro en Jefe desde 2001 hasta el año pasado. Modi con su eficiencia convenció al empresariado nacional y a las clases medias. Su Partido Indio del Pueblo, BJP, aliado con otros grupos algunos de ellos radicalmente nacionalistas completó la fuerza electoral. El fundamentalismo hindú, es empero, el que podría presentar un freno para lograr las metas de Modi de un crecimiento nacional de un ritmo del 7-8 % anual, extrayendo al país del ritmo actual de 2 %.

Pese a su grande desproporción demográfica, entre México y la India hay sintonía de propósitos.

Si, por una parte, el gobierno mexicano ha lanzado al país a un el ambicioso programa de reformas estructurales que requiere un vasto esfuerzo para implementarlas, el tema de una reciente reunión en la India convocó a un gran número de funcionarios y empresarios nada menos que bajo el lema de "Re-imaginar a la India".

Al emprender su nueva política de desarrollo, Modi disolvió sorprendentemente la Comisión de Planeación que desde 1950, tiempos del Pandit Nehru, preparaba los programas quinquenales a los que se ajustaba el gobierno. Con esta medida se entiende que Modi deja atrás el esquema de decisiones centralizadas socialmente inspirados.

Al mismo tiempo Modi se propone cumplir su convicción y compromiso con el BJP de defender la agricultura rural y la pequeña industria en las negociaciones multilaterales de la Organización Mundial de Comercio oponiéndose a reducir aranceles protectores. La administración de Modi se propone enfatizar programas de infraestructura. Como en México, se anuncian carreteras y ferrocarriles, con todo y trenes de alta velocidad entre ciudades importantes. Los grupos empresariales esperan ansiosamente las licitaciones respectivas, todo lo cual lleva al nuevo gobierno a anunciar severas políticas anti corrupción en un país en el que ha cundido profundamente esta costosa "cultura". Todo converge en su intención de hacer de India un país de facilidades para los negocios como lo realizó en Gujurat.

La ruta es difícil. Lo sabemos aquí en México que compartimos problemas comunes como la falta una educación primaria y secundaria adecuada a la que los partidos de extrema izquierda se oponen aunque deploren sus bajos niveles.

La mitad de la población de 1,200 millones es menor a 26 años y muchos de los que no encuentran trabajo en las zonas rurales se dirigen a las escuelas en la esperanza de que, mejor preparados, encontrarán ocupación en las ciudades que crecen.

De 234 millones de hogares, 153 millones cuentan con una televisión.

Divali acaba de pasar esta semana. Es la gran fiesta hindú de la alegría, de las luces y los colores. Todos los hundúes se sienten unidos y optimistas en Divali. Las perspectivas de estrechar lazos con México animan a muchos intercambiar productos, adelantos científicos y expresiones culturales. Hay un ambiente de cambios en los dos países.

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