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Dilución

Diálogo

YAMIL DARWICH

La palabra se refiere al efecto de diluir, que tiene que ver con hacer más delgada, menos fuerte, rebajar, disminuir la concentración utilizando un solvente, etcétera.

Es un término muy común en química, incluyendo las descripciones de sustancias que se logran rebajar y se utilizan como medicamentos; también para alcanzar efectos diversos en la industria.

Diluir, también describe la manera en que se disminuye o disipa una responsabilidad producto de algún acto personal o grupal; es una forma evasiva de limitar las responsabilidades de personas en ejercicio de la vida profesional o para disminuir culpas, caso de cuestiones legales o políticas, por ejemplo.

Los mexicanos somos expertos en hacer diluciones; lo hacemos de todas las formas, siempre buscando evadir la responsabilidad por nuestros actos.

Ni qué decir de los métodos utilizados a través de la comunicación masiva: podemos hacer ver como un hecho intrascendente un grave delito, un error garrafal en política o, al momento de explicar fallas y pérdidas, definirlas como mínimas y sin importancia. Piense en Pemex y sus recientes irregularidades, cuando ya nos diluyeron las causas y responsabilidades.

En cuestiones legales somos capaces de confundir la verdad hasta "lograr que se juzgue al propio juez"; podemos hacer ver inocente al culpable o justificar su crimen, así la francesita evadió su responsabilidad y gana dinero hablando mal de México y su justicia; podemos encontrar maneras tortuosas para dilatar juicios, hasta agotar a la contraparte y que acepte diluir sus demandas. Como ejemplo, baste la Junta de Conciliación y Arbitraje, envuelta en intereses ajenos a la ley, donde los defensores del trabajador y de la empresa -por lo general pierden ambos representados - pueden acordar con la complicidad de la secretaria de la mesa para alargar el proceso, hasta tener la mayor cantidad de dinero para repartírselo como botín, a pesar de todos los esfuerzos de sus presidentes, que se cansan de arar en el desierto y luchar contra los delincuentes que infestan esa dependencia.

También sabemos diluir en la vida social y familiar; es común que nuestros hijos "sean inocentes" de la acusación, aún demostrándonos su culpabilidad; para eso somos sus padres y debemos defenderlos, porque ... "la ropa se lava en casa". Así aparecieron los junior y otros mozalbetes de menores recursos económicos, que hacen y deshacen en su entorno social y/o escolar con el apoyo o al menos consentimiento de sus mayores que, interiormente, intentan "lavar culpas" por el abandono, sea por causas aparentemente justificadas o no. ¿Recuerda a los "mirreyes?

En cuestiones de política los mexicanos no tenemos desperdicio: los ladrones de cuello blanco no son castigados y algunos hasta reciben reconocimientos públicos o premios, como charolas conmemorativas o estancias en el extranjero; los defraudadores desaparecen evadiendo la justicia, que por más que ¿intenta? no logra localizarlos; lo peor: luego de pasado algún tiempo, reaparecen buscando recuperar su posición política nominal, ya que algunos nunca pierden el poder que administran, manipulando a personas e instituciones, haciéndolas trabajar a favor de sus intereses.

En economía: banqueros y corredores de bolsa son ejemplo de dilución; los grandes fraudes cometidos en perjuicio de todos los mexicanos han quedado sin castigo ni aclaración, en medio de actitudes de sinvergüenzas que se suman a las de otros interesados y coludidos, jugándonos aquello de "¿dónde quedó la bolita?, ante la negligencia de autoridades. ¿Recuerda el Fobaproa?

Nosotros pronto olvidamos, como me insistía un viejo profesor y político que me decía: "no te preocupes Yamil, la gente olvida" y pareciera que tiene razón.

Otros servidores públicos también entran en el proceso de diluir; tome como ejemplo a los encargados de la seguridad pública, muchos de ellos suspendidos -no castigados- otros renunciados y algunos más manteniéndose en "la liana".

En el campo de la educación hay suficientes muestras de dilución: ¿recuerda los regalillos de vehículos de lujo? ¿Y en qué terminó el asunto? Aunque este caso tiene final político.

Nuestro problema inicia desde lo íntimo de la familia, cuando aceptamos diluir en casa; no por nada existe aquello de "yo no fui, fue teté".

Aprendemos a evadir y de no ser posible hacerlo, disminuir la gravedad de nuestros actos erróneos; igual hacemos con nuestros menores, al afirmar que "están chiquitos", "pobrecitos", "no lo volverán a hacer", "están aprendiendo", "fue sin querer" y otras justificaciones para deseducar.

Usted me puede ayudar a agregar más frases a la larga lista.

Así, desde la vida uterina, aprendemos a diluir responsabilidades y al llegar a la edad adulta somos expertos: "no se puede", "era imposible", "era de esperarse", "no me vuelve a pasar" y muchos ejemplos de dilución.

Empiezo por mi persona: debo aprender a evitar las diluciones en mi vida, haciendo un verdadero intento. Ojalá usted se sume.

Solo así podremos cambiar nuestras formas de vivir en comunidad.

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