Realidad. Los campesinos batallan cada año en la venta del frijol con los esquemas de Aserca, afirma Roberto Delgado Gallegos.
Ante la recurrente ineficiencia en la definición y operación de los programas de comercialización de frijol, lo menos que debe hacer el Gobierno Federal es garantizar a los productores el retorno de su inversión. Si el costo de producción más bajo es de seis mil 500 pesos por hectárea y el rendimiento declarado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) es de 700 kilos por hectárea, entonces el costo para producir una tonelada sería de nueve mil 295 pesos, más el 35 por ciento de rentabilidad que debe tener el productor arrojaría un precio mínimo de 12 mil 548 pesos por tonelada, es decir, 12.50 pesos por kilogramo.
Esta es la percepción y la propuesta de Roberto Delgado Gallegos, consultor de Mercados Agrícolas, quien reveló que, desde hace más de 15 años, Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca) gasta más de mil millones de pesos cada año buscando reordenar el mercado del frijol, y las condiciones siguen igual: falta de oportunidad en los esquemas de comercialización, ineficiencia en la operación de los programas, complicidad con los acopiadores y una alta percepción de corrupción en el manejo de los recursos.
Cada año, subrayó, al Gobierno Federal se le ocurre un esquema diferente, pero todos tienen un común denominador: desplome de precios al productor, altos precios al consumidor, falta de liquidez de los acopiadores, retraso en el pago al productor, carencia de transparencia en el acopio y retraso en la entrega de apoyos al campesino.
Mucho se habla de transformar al campo; sin embargo, dijo, desde la desaparición de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), el Gobierno ha sido incapaz de implementar las políticas adecuadas para mejorar los sistemas de comercialización, empezando por la falta de planeación en la producción de granos en función de la oferta y demanda.
