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Iglesia y familia

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La Asamblea Extraordinaria de Obispos de la Iglesia Católica en preparación al Sínodo Mundial de la Familia que tendrá lugar el año entrante, generó un fenómeno de comunicación en el que la prensa internacional difundió los objetivos y resultados del evento, en términos que es preciso aclarar.

Lo cierto es que la Iglesia no claudicará de los principios de la Familia Cristiana, entre los que se cuenta el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer de por vida, que tiene por objeto la fundación de una familia para la procreación y formación de los hijos, y como célula básica de la sociedad.

El Sínodo no tiene la intención de proponer una doctrina diferente a la predicada por Cristo hace dos mil años, sino la de responder a una realidad decadente, producto del patrocinio de factores reales de poder a nivel mundial, que están empeñados en imponer políticas demográficas, tendientes a controlar la generación de la vida humana en el planeta.

El documento final de la Asamblea contiene una denuncia expresa al respecto, que asegura que existen organismos internacionales que condicionan el apoyo económico y el reconocimiento de la legitimidad de los gobiernos de cada país, según se resista o se pliegue a esa tendencia que contribuye a destruir a la familia natural, para sustituirla por sucedáneos artificiales, que atentan contra la vida del hombre en lo biológico y en lo espiritual; en lo individual y como especie.

He aquí el meollo de la cuestión política: La familia es una comunidad natural intermedia entre el individuo y el estado que funciona como espacio de desarrollo de la persona y ámbito que salvaguarda sus derechos humanos fundamentales frente al poder público.

A ello se debe que el estado liberal del Siglo XXI esté impulsando la tendencia ya referida, que insiste en debilitar y hasta destruir a la familia en aras de someter al individuo indefenso a la autoridad del Estado, lo que plantea un novedoso estilo de dictadura.

La política en comento opera en contra del sentido común, imponiendo como reglas de observancia general hechos que sólo son concebibles como casos de excepción a saber: La ruptura de la unión matrimonial; la esterilidad de las relaciones sexuales, y la homosexualidad, misterio irresuelto de la mente humana.

La postura de la Iglesia es conforme al orden natural, porque la unión de hombre y mujer es el único modo de transmitir la vida humana y en cuanto a que el matrimonio deba durar "hasta que la muerte los separe", se requiere toda la vida de entrega y donación, para formar una familia estable y fecunda.

Todos los hombres y mujeres somos pecadores y a ello obedece la existencia misma de la Iglesia como vehículo de la Gracia que emana de Cristo, que en términos pastorales se concreta en el acompañamiento mutuo entre los hermanos, hijos de un mismo Padre, incluidos divorciados y homosexuales.

No se trata de establecer una doble moral sino una sola, que parte de una realidad imperfecta para caminar por medio de la conversión, hacia el ideal que la imitación de Cristo propone.

La proliferación del divorcio y la promoción de formas culturales y jurídicas que como la legalización de las uniones de personas del mismo sexo, contradicen los principios de la moral cristiana, impulsa a la Iglesia a no condenar, sino a poner especial atención a esos casos y a brindar un trato digno y respetuoso, al prójimo de carne y hueso que vive tales situaciones.

Se equivocan los titulares de prensa que califican como "decepcionante" el resultado de la Asamblea. Los Obispos decidieron permanecer en el sentido común, con respeto a la ley natural y en apego a la doctrina tradicional, a despecho de poderes mundiales desquiciados que imponen experimentos contra natura.

Son dignas de comentario las reflexiones vertidas en la Asamblea por el Obispo de Amberes, Johan Bonny: "La oposición que existe entre los criterios de la Iglesia y los criterios del Mundo, culminó en asunto de todos contra uno, en el caso de Cristo en la Cruz. En un mundo cada vez más alienado, si la Iglesia quiere permanecer fiel a su fundador y a su misión, debe irradiar la cultura de la verdad, así sea contracorriente".

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