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Las tres etapas de la Fed

SALVADOR KALIFA

Uno de los temas al que más atención pondrán los inversionistas financieros en el futuro próximo es la estrategia de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU) para normalizar su política monetaria. Se trata, a fin de cuentas, de ver si logra hacerlo sin trastornar la evolución de las variables económicas en el largo plazo.

El proceso de normalización consiste, en esencia, de tres etapas. La primera es la reducción y eventual suspensión del relajamiento cuantitativo, esto es, la compra de activos gubernamentales y de los respaldados por hipotecas, que se ha venido haciendo durante este año y que en principio terminaría a fines de este mes.

El jueves pasado, sin embargo, James Bullard, presidente de la Fed de San Luis, Misuri, comentó que quizá fuera conveniente posponer la fecha en la que terminarían esas compras de activos, lo que dio un fuerte respiro a los alicaídos mercados bursátiles. Si esta fuese la posición de la Fed la semana próxima, considero que la nueva fecha para acabar con el programa sería en la reunión de diciembre de este año.

La segunda etapa consiste en el alza paulatina de la tasa de interés de referencia de la Fed, la tasa de los fondos federales, que muchos de sus miembros y la mayoría de los analistas esperan ocurra en algún momento del año próximo.

El comienzo de esta etapa ha sido pospuesto en varias ocasiones desde que estalló la Gran Recesión en 2008. Si uno revisa las previsiones de los miembros de la Fed en cuanto a la primera ocasión en que se daría un alza de su tasa de referencia, observamos que en un inicio se esperaba que ocurriera tan pronto como en 2012.

Esa fecha, sin embargo, se ha pospuesto varias veces desde entonces. No obstante, los resultados económicos recientes, en especial sobre el empleo, indican que será muy difícil posponer por mucho más tiempo ese encuentro con la realidad, aun cuando se escuchan algunas voces que piden la prolongación de dicha política para evitar un descalabro mayor en los mercados bursátiles.

El alza de los indicadores bursátiles hasta fines del mes pasado hizo que creciera la tensión entre, por un lado, la responsabilidad de la Fed por la producción y la inflación y, por el otro, la estabilidad financiera.

En este mes, sin embargo, la caída en el precio de las acciones, la apreciación del dólar y la debilidad económica en la eurozona han reducido esa tensión, lo que alimenta las expectativas de que la Fed pudiera extender por más tiempo su política monetaria laxa.

Me parece que es muy temprano para concluir que esos eventos serán suficientes como para agregar otra ronda de relajamiento cuantitativo o posponer otra vez el alza de tasas, como algunos analistas estadounidenses han sugerido en días recientes, con la expectativa de que el primer aumento de tasas sea hasta marzo de 2016.

En ese sentido conviene recordar el comentario de William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, que hace dos semanas mencionó que "el consenso es que el inicio de las alzas ocurrirá alrededor de mediados del año próximo. Esa me parece una opinión razonable".

Algo similar dijo Stanley Fischer, vicepresidente de la Fed, quien señaló hace 10 días que hemos "hecho todo lo que podemos, dentro de los límites de la incertidumbre de los pronósticos, para preparar a los participantes del mercado para lo que viene hacia delante".

Considero, por tanto, que en alguna de las primeras sesiones del Comité de Mercado Abierto de la Fed en 2015 cambiará el lenguaje de su comunicado, modificando o eliminando la frase que proponía tasas bajas por "un periodo prolongado", para luego aplicar la primera alza de su tasa de referencia antes de que termine el verano próximo.

La última etapa del proceso de normalización será, sin embargo, el reto más difícil para las autoridades monetarias estadounidenses. Esta consistirá en decidir si mantienen los activos adquiridos durante las tres rondas de relajamiento cuantitativo, o si proceden a una reducción gradual de su recompra al vencimiento y, quizá, una venta anticipada de los mismos.

No existen antecedentes en la historia de los bancos centrales que permitan prever la forma, los tiempos y los efectos de una tarea de esa magnitud. Hay quienes por ello concluyen que la Fed tendrá que dejar esos activos en su balance y confiar que no entorpecerá la aplicación de su política monetaria.

La decisión al respecto, sin embargo, no es algo que deba preocuparnos en el corto plazo, principalmente porque pasarán varios años antes de que conozcamos el desenlace de esta última etapa para la normalización de la política monetaria en EU.

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