Considerado uno de los fundadores de la fotografía moderna, Manuel Álvarez Bravo, a quien se recuerda hoy en su 12 aniversario luctuoso, es autor de un discurso poético propio, autónomo y coherente en sí mismo.
Manuel Álvarez Bravo nació el 4 de febrero de 1902 en la Ciudad de México. Sus primeros acercamientos con la fotografía los tuvo de la mano de su abuelo y padre, quienes mantenían cierta afición por la cámara.
Luego del fallecimiento de su padre abandonó sus estudios y a los 12 años comenzó a trabajar en una fábrica textil, para ayudar con la economía familiar.
A decir de sus biógrafos, el inicio de la carrera del fotógrafo estuvo marcado por el pictorialismo, influencia heredada por sus estudios de pintura en la Academia de San Carlos. Sin embargo, otros lo enmarcan dentro del surrealismo.
Otros de los estilos con los que experimentó se inclinan hacia el cubismo y las posibilidades de la abstracción, cita la Asociación Manuel Álvarez Bravo, en su página web.
En la década de los 30, el artista mexicano, de la mano de Tina Modotti (1896-1942), realizó proyectos relacionados con la fotografía documental. Luego de la deportación de la fotógrafa, el trabajo quedó bajo el cobijo de la revista “Mexican Folkways”.
Álvarez Bravo trabajó con pintores y muralistas como Diego Rivera (1886-1957), José Clemente Orozco (1883-1949) y David Alfaro Siqueiros (1896-1974).
Catalogado como una figura emblemática del renacimiento mexicano, el fotógrafo es autor de imágenes en las que conviven su afán hacia la modernización y su búsqueda de identidad con raíces propias.
Paralelo a su labor como fotógrafo se desempeñó en el ámbito cinematográfico.
Con aproximadamente 150 exposiciones individuales y más de 200 exhibiciones colectivas, la obra del nombrado “Poeta de la lente”, quien falleció el 19 de octubre de 2002, expresó la esencia de México con una mirada humanista.
