SAN JUAN Y MARTINEZ, Pinar del Río (AP).- Conocida por la extraordinaria calidad de su tabaco, la localidad de San Juan y Martínez se convirtió además en el lugar elegido por el ganadero Raúl Hernández para cumplir con su sueño: desarrollar una cepa de vacas enanas capaces de abastecer de leche a cada familia cubana.
Con un sombrero para tapar el inclemente sol tropical y botas con las cuales esquivar el lodo rojizo, Hernández mostró a la AP una manada de vacas de entre 60 y 70 centímetros de altura, poco menos de la mitad de un ejemplar normal.
"Son vacas de patio, fáciles de trabajar", comentó entre sonrisas Hernández, de 74 años de edad y recién jubilado de la empresa ganadera estatal, donde trabajó más de 30 años.
Hernández explica que desarrolló las vacas enanas poco después de jubilarse, en su Finca Santa Isabel, a 200 kilómetros al occidente de la capital. Todo comenzó, dice, con un pequeño toro despreciado por los vecinos por su escasa estatura. Hernández lo cruzó con hembras pequeñas y seleccionó las de menor estatura.
"Dan menos carne, pero pueden surtir de cuatro o cinco litros de leche diarios de óptima calidad a una familia", explicó el ganadero mientras observaba los 11 animales entre enanos y semienanos con los que construye su variedad.
Estos rumiantes pueden ser fácilmente manipulados por amas de casa o personas de la tercera edad, pues su tamaño es similar a un perro grande y con pocas necesidades alimentarias: pastos naturales o semillas de marabú (una plaga).
"Tojosa" con su año y medio o "Capricho" con 12 meses conservan la fisonomía de ojos redondos, hocico alargado, patas flacas y el singular mugido, pero llegan a la cintura de su creador.
La noticia del éxito de la vaquería ya corrió entre los lugareños y algunos comenzaron a hacer sus propias cruzas para lograr las "vaquitas Pica Pica", como llaman a las vacas usando el apodo de Hernández.
"Los vecinos se entusiasmaron también con la idea", indicó Hernández.
