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Tortura

Diálogo

YAMIL DARWICH

Cuando deseamos pensar que el ser humano ha evolucionado hasta encontrar formas superiores de vida, con relaciones entre sí justas y de trato respetuoso, aparece la declaración de Amnistía Internacional que denuncia el incremento de la tortura en México, la que a su decir, se ha incrementado hasta en siete veces más en los últimos diez años.

Al parecer, de poco han servido las denuncias hechas repetidamente en foros internacionales y tampoco han sido útiles los compromisos expresados por los líderes de las naciones para combatirla. La tortura sigue siendo un método repugnante, aplicado por aquél que tiene la fuerza bruta y no la inteligencia.

El 9 de diciembre de 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas, se pronunció en la Declaración contra la tortura, definiéndola como: "todo acto por el cual se inflige intencionadamente un intenso dolor o sufrimiento, físico o mental, por o a instigación de un funcionario público, a una persona para fines tales como obtener de ella o de una tercera persona una información o confesión, castigarla por un acto que ha cometido o intimidarla, a ella o a otras personas".

Ese mismo año, en la Asamblea Médica Mundial de Tokio también reprobaron su aplicación.

Está condenada en el artículo quinto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, Amnistía Internacional y por la Organización Mundial Contra la Tortura, pero continúa practicándose e incrementándose haciendo valer aquello de "el hombre es el lobo del hombre".

Los organismos internacionales se refieren a la llamada tortura judicial, que se diferencia sólo por definición de la aplicada por los grupos antisociales como mercenarios, criminales o enfermos mentales.

Caso aparte fue la Ordalia o "castigo de Dios", aplicada con fines aparentes de la defensa de la fe y el bien común. Tampoco olvide la aplicada a los prisioneros de guerra, realidad contraria a lo dispuesto en la Declaración de Ginebra.

Se ha presentando a lo largo de la historia, como manifestación de la parte más oscura y profunda del supuesto animal "racional", siendo nosotros los únicos que aplicamos tal procedimiento a otros, para obtener algún beneficio.

Ya entre los pueblos primitivos se conocía tal actividad morbosa; era un procedimiento que les permitía obtener información de enemigos o confesiones de supuestos criminales, utilizando el fuego o el corte de diferentes partes del cuerpo, el encierro o la supresión de agua y alimento, hasta lograr reblandecer voluntades y alcanzar confesiones. Luego serían imitados por los persas.

Muchos pueblos aplicaban el apedreo o lapidación de culpables, caso de los hebreos que castigaban a los pecadores, o los aztecas quienes así castigaban hasta la muerte a los homosexuales.

La crucifixión también fue utilizada por los judíos, costumbre romana aplicada contra los criminales que eran sacrificados luego de ser atormentados con azotes y palazos, cargando la cruz hasta el sitio donde serían clavados a los maderos y expuestos públicamente. Jesús es el caso más conocido.

La Europa Antigua desarrolló una gran cantidad de métodos y herramientas para torturar, caso del potro, empalamiento, ahogamiento, ahorcamiento y muchos más, todos ejemplo de la creatividad de la parte negativa de los humanos.

No olvide a los chinos y sus tormentos.

Actualmente están presentes métodos salvajes, algunos sofisticados y apoyados con la tecnología, como el uso de la electricidad, la química y aplicaciones de métodos mixtos.

Encontrar formas de evitar que los torturados presenten evidencias del daño ocasionado es de uso corriente en los tiempos modernos; golpear con materiales blandos, utilizar la inmersión y las torturas psicológicas, bloqueo de los sentidos corporales, oscuridad por tiempos prolongados, sonidos estridentes, etc.

El sentimiento de indefensión y pérdida de esperanza es, en sí mismo, un serio castigo psicológico que aún es aplicado en nuestro país, a pesar de las declaraciones de autoridades que las sancionan en su discurso público.

La realidad de la tortura ha llegado ha crear historias en la jerga popular, como aquella del coyote que siendo torturado sistemáticamente terminó declarándose conejo.

La aplicación de la llamada tortura judicial u oficial no tiene valor probatorio alguno y sí es causa de anulación de procedimientos, aunque habrá que advertir sobre los casos en que el propio culpado, siendo inocente a fin de evitar mayor daño personal, declara en su contra.

Los criminales se han caracterizado por los procedimientos más bárbaros, que van más allá de los fines confesionales y llegan a ser representativos de venganza y castigo ejemplar para enemigos y traidores.

Ese es el mundo nuestro de la llamada posmodernidad, en la que el hombre aplica sus descubrimientos científicos y tecnológicos para hacer sufrir a otros de su misma especie. ¿No le parece decepcionante?

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