Diversión. Durante segundos, Federico Flores ofrece a los automovilistas y choferes su show callejero.
Entre autobuses y vehículos se puede ver a Federico, un joven malabarista que recurre a esta práctica para solventar parte de sus gastos personales y los que les exige su educación. Se prepara para ser comunicólogo en la Universidad Autónoma de Coahuila, pues entre sus planes está el ser periodista de investigación.
Pese al intenso calor, Federico Flores, de 19 años, se encuentra en el cruce de la calle Matías Román y bulevar Revolución y nunca deja de sonreír, pues es su mejor "arma" para "seducir" a los conductores para que puedan dejar en la palma de su mano un peso o hasta cinco, según el humor del ciudadano.
Hace año y medio llegó a los cruceros de Torreón, sitio en el que ha luchado con vendedores de todo tipo de artículos e incluso de los mismos policías municipales, quienes asegura, lo han retirado algunas veces y otras más, hasta le han quitado su dinero.
Durante dos horas, el malabarista ofrece un show callejero de unos cuantos segundos, sólo los que la luz roja del semáforo le permitan, de lo contrario podría sufrir un accidente.
"Es una forma de ganarme la vida. Más que nada como vivo en casa con mis padres, es un sustento para mi, lo que yo quiero me lo compro, por decir, unos tenis o ropa", dice mientras toma un descanso.
Cuando el día es bueno llega a juntar en sus bolsillos hasta 150 pesos en tan sólo una tarde, y cuando no lo es tanto, sólo 50 pesos, pero la diversión y la sonrisa nada se la borra.
Buscar un trabajo formal no está entre sus planes por ahora, pues no se ajustaría a sus horarios de escuela, además "el horario lo elijo yo", dice decidido.
Sólo fue aprendiendo esta profesión y seis meses más tarde, dice que encontró a un grupo que como él, les gustaban las acrobacias y ese tipo de prácticas. "Y desde entonces nos juntamos en el Bosque a practicar".
Su gusto no es barato dice, pues las clavas, que son los objetos con los que hace sus malabares tiene un costo cercano a los 450 pesos cada uno y para que su breve presentación luzca de primera, debe contar con mínimo tres de ellas. "Éstas (mostrando las clavas) las compré en Guadalajara, pero son marca estadounidense", comenta el joven estudiante.
El pasar hasta dos horas diarias en los cruceros, no ha interferido en sus estudios profesionales, asegura Federico, quien continuará ofreciendo su show callejero a cientos de automovilistas que circulan por los principales cruceros de la ciudad de Torreón.