ENTRADA.- Los tiempos han cambiado y ello se debe en gran parte a dos genios: Bill Gates y Steve Jobs. Son estos dos personajes quienes lograron cambiar a la humanidad, cosa que se dice fácil. Nadie en el pasado, ningún rey, emperador, conquistador, empresario o inventor logró influir en los seres humanos como lo hicieron estos dos visionarios.
SOPA.- Al introducir el iPhone y la tableta iPod pusieron a millones de personas (de tres a cien años de edad), con la mirada fija, de manera permanente y sin pestañear ante la cajita negra. Este adminículo hipnotizaste e iluminado, tiene apenas un tamaño de 11x6 centímetros y medio de grosor.
El teléfono celular se ha convertido así, en el placer onanista o solitario por excelencia con que las nuevas generaciones vienen a sustituir materialmente a la masturbación y su sentimiento de soledad. En el Metro todos van cabizbajos viéndolo como enajenados. En los cafés o restaurantes las personas ya no platican ni comen. Cada uno de los comensales está tan ido con el aparatito que no escucha ni ve a sus contertulios; por las calles las personas caminan como zombis con la mirada fija en el reconfortante placebo. Las reuniones con los abuelitos son sesiones oscuras de niños viendo al suelo con el adminículo en la mano. Salir de la casa sin el celular es más angustiante que te corten la luz.
PLATO FUERTE.- Por lo pronto Apple ya anunció que la semana pasada vendió 10 millones de iPhone y iPhone 6 Plus. Cientos de miles de personas estaban ávidas por adquirir los nuevos artilugios. El que ahora tienen se irá a la basura y el que compraron el domingo pasado, también lo tirarán y así hasta el infinito.
Sin desconocer la gran utilidad y servicio que nos pueden dar estos aparatos, millones de millones de personas los usan única y exclusivamente para jugar, ver pornografía, chismorrear, hablar frivolidades y comunicarse con cientos de personas que no conocen ni saben realmente quienes son.
POSTRE.- Me presumía un amigo que él tiene más de mil amigos en el mentado Facebook, y le contesté: qué maravilla ¿y en la calle, barrio o edificio en donde vives, cuantos amigos tienes? Se quedó callado. Pero esto ya nadie podrá cambiarlo.
