Como muchas otras personas, considero indigno e indignante que la policía federal haya hecho una revisión física a los niños que acudieron a escuchar el Grito de Independencia en el Zócalo de la Ciudad de México.
Las imágenes circularon en las redes sociales primero, después se pudieron observar en algunos canales de televisión y aparecieron también en la prensa. La foto de mayor impacto fue sin duda la de la niña del vestidito y zapatitos rosa que no aparentaba más de tres años. Su edad se adivinaba porque era más pequeña que la policía que con una rodilla en el piso le pasaba las manos sobre su pequeño cuerpo. Esa imagen dice más que las mil palabras contenidas en la Constitución, en los tratados celebrados por México para la protección a la niñez y en las leyes federales correspondientes.
El artículo 4 de la Constitución señala: "en todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos". "Este principio deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas dirigidas a la niñez". También señala: "Los ascendientes, tutores y custodios tienen la obligación de observar y exigir el cumplimiento de estos derechos y principios".
"El ejercicio de los derechos de los adultos no podrá en ningún momento, ni en ninguna circunstancia condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes", dice la ley para la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
El interés superior de la niñez no prevaleció en la "fiesta" del 15 de septiembre. El comisionado aseguró que se siguieron lineamientos de actuación y que la medida se justificaba por la seguridad del público.
El Estado no puede vulnerar la integridad física y dignidad de una persona. Si lo hace, debe tratarse de un verdadero caso aislado de excepción y estar plenamente fundado. No estamos en un régimen de suspensión de garantías. El control con arcos detectores de metales parecería suficiente. ¿Por qué pedirles que levantaran sus bracitos y sintieran la intromisión en su cuerpo?
¿Qué pudo llevar a la policía a realizar actuaciones ilícitas? ¿La pura paranoia? ¿O tenían información de un riesgo inminente que no conocemos?
De acuerdo con la Constitución, los mayores pudieron exigir que se respetara la integridad y dignidad de los menores, pero ambos fueron tratados como sospechosos. El niño, sospechoso de que algún adulto lo pudiera estar utilizando para introducir entre sus ropas un objeto peligroso. El adulto, sospechoso de utilizar al niño como vehículo para provocar algún daño. Ambos fueron sometidos a una revisión infundada.
Muchos niños a esa edad están en la fase de admirar al policía, al bombero y a la enfermera. ¿Qué imagen queda en sus cabecitas del agente que los revisó como si fueran delincuentes en potencia? Existe incluso el riesgo de que crezcan aceptando como normales estas intervenciones que ningún niño merece vivir.
Algunas voces pidieron que se elabore un protocolo de actuación. En principio, los niños no deben ser revisados nunca con contacto físico. Formular un protocolo nos pudiera hacer pensar que esta práctica puede llegar a ser común y eso es realmente preocupante. Otras voces pidieron que no se repita esta actuación más adelante. No escuché a nadie exigiendo la destitución del jefe policiaco que ordenó el atropello. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ya inició investigaciones que esperamos terminen con recomendaciones contundentes.
Los niños acudieron para gritar vivas a los héroes que nos dieron patria, pero lo que sucedió en este trozo de patria no fue lo que los héroes hubieran querido.
(Profesora Investigadora del CIDE)
