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Algo hay que hacer

Es hermoso hablar de la niñez que nos tocó vivir, hoy que a Dios gracias tengo la inmensa dicha de ser abuelo.

De aquellas interminables horas “cazando” ardillas, topos, chapulines, mariposas y todo ser que se moviera en aquellos vastos contiguos a la casa paterna donde vivíamos.

Se puede decir que éramos “el terror” de todos aquellos pobres animalitos.

Aquellos juegos de “polo” que jugábamos cada quien con su varita de árbol y por pelota una diminuta ficha de refresco; o el arriesgado “chinchilaguas”, que era brincar lo más lejos sobre una fila humana de sufridos amigos que se ponían agachados, o jugar a las “carreteras” en plena tierra, haciendo caminitos con un simple ladrillo, para después con las canicas hacerla de autos “fórmula uno”, que se deslizaban sobre aquel polvoso caminito, y perdía el que se salía del camino, pues se tenía que regresar para empezar de nuevo.

Así cada día acabábamos como “bichos de panadería” bien cubiertos de tierra, pobres mamás; pero así era, todo a pleno sol, campo abierto, y hasta exponiendo a veces el físico.

Pero hoy día volviendo a los nietos, no hay que tenerlos entre cuatro paredes, hay que invitarlos a que dejen un rato los controles digitales del juego que sea por muy moderno que sea éste; incentivarlos a que sean inquietos, creativos, que corran, que brinquen, etc. Que exista siempre competitividad física y no virtual y en base a una pantalla de juegos.

Hugo A. Valerio A.

Gómez Palacio, Dgo.

***

Para mover a México

En las circunstancias actuales que vive México, no obstante las mágicas reformas a diversas leyes, novedosos programas de carácter social y las monumentales inversiones que se aproximan, es más fácil desplazar una montaña, a que la microeconomía -es decir, la que refleja el bienestar de los mexicanos, la que impulsa el consumo y detona la economía doméstica- impacte positivamente los bolsillos de los mexicanos, porque obviamente la corrupción generalizada y despiadada que ha imperado, ha impedido por décadas que el flujo de los recursos permeen a los más de 50 millones de pobres que registra nuestra patria, produciendo como consecuencia hambre y ésta a su vez deriva en el escalofriante nivel de delincuencia que nos azota a lo largo y ancho de nuestra geografía.

México se moverá y tendrá un verdadero desarrollo en cuanto el tumor de la corrupción sea extirpado. Lo demás es palabrería y erogaciones sin retorno.

Francisco Benavides

Comarca Lagunera

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