A través del Ballet Folklórico de México, la obra de la bailarina, coreógrafa y productora Amalia Hernández sigue vigente a 97 años de su nacimiento, pues esta agrupación se presenta en diversos escenarios dando cuenta de la mexicanidad que le impregnó su fundadora.
En el aniversario de natalicio de la destacada bailarina, que se cumple hoy, dicho ballet la recordará con un presentación en el Teatro de la Ciudad “Fernando Soler”, de Saltillo, Coahuila, donde darán cuenta del amplio legado de Hernández.
La figura de la danza nació el 19 de septiembre de 1917 en la Ciudad de México y desde muy pequeña mostró gusto por el baile.
Su padre, Lamberto Hernández, construyó un estudio en su casa donde Amalia aprendió danza mexicana con Luis Felipe Obregón y Amado López; danza española con Encarnación López y ballet con una maestra francesa llamada Nelsy Dambre.
De acuerdo con datos biográficos del sitio en Internet del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la coreógrafa ingresó en 1934 a la Escuela Nacional de Danza, donde participó en varias obras, como “El ballet de masas 30-30”.
En 1947, al interior del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se creó la Academia de la Danza Mexicana (ADM), a la que Amalia Hernández ingresó en 1948 y además, colaboró en la fundación del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo (1920-2013).
Además de su pasión por la danza, la bailarina fue una mujer visionaria que fundó en 1950 su propio grupo de Ballet, y dos años después, nació el Ballet Folklórico de México, uno de los emblemas del arte dancístico del país.
La compañía participó en 1961 en el Festival del Teatro de las Naciones de París, en Francia, donde compitió con 36 espectáculos del mundo y logró obtener el primer lugar, según informa el portal electrónico “uam.mx”.
En 1968, para la Olimpiada Cultural, paralela a los Juegos Olímpicos de México, dirigió el Ballet de los Cinco continentes y el Ballet de las Américas.
Ese mismo año, abrieron sus puertas la escuela y teatro del Ballet Folklórico de México, donde se forman nuevos bailarines, quienes se desarrollan en lo profesional en otras compañías y escuelas.
Una acción decisiva dentro de la escuela de Amalia Hernández fue la invitación que la bailarina le hiciera a importantes coreógrafos y maestros estadounidenses para que impartieran cursos y montajes, entre ellos Alvin Ailey (1931-1989) y Alwin Nikolais (1910-1993), entre otros.
De acuerdo con la página electrónica del Ballet Folklórico de México, entre las grandes aportaciones de Amalia al país y al mundo está la creación de más de 80 coreografías inspiradas en diferentes regiones del país.
Con una ardua labor en la danza mexicana, lo que la dotó de un lugar privilegiado en ella, Amalia Hernández murió el 5 de noviembre del año 2000 a los 83 años de edad.
