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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Dicen los que saben que el “destape” del exalcalde Jorge Zermeño para la candidatura a la diputación por el distrito VI por parte de Luis Fernando Salazar trae jiribilla como los tiros de volea del mismo Novak Djokovic. Y es que para propios y extraños resulta curioso que ahora el senador se exprese tan bien de su antiguo contrincante para la candidatura a la Cámara Alta del Congreso de la Unión y hasta lo quiera sentado en una curul, cuando hace dos años sostuvo una pugna a muerte - de esas que abundan entre los azules- durante las precampañas federales en la cual Salazar salió por demás raspado. Como se recordará, el exembajador de México en España acusó a su otrora discípulo de meter mano al padrón de militantes del PAN en Coahuila para conseguir los votos suficientes engrasados -dicen- con recursos de los programas que él manejaba cuando regenteaba la delegación de la Secretaría de Desarrollo Clientelar -perdón, Social-.

Además, el exdelegado apoyó en 2013 la fallida aspiración de Jesús de León para la alcaldía cuando muchos azules de cepa opinaban que el mejor candidato era Jorge Zermeño. Pero este pleito en el partido azul ya había sido evidenciado en 2011 por la filtración de una grabación conseguida a través del espionaje telefónico -travesura común en estas tierras coahuilenses- en la que el hoy senador se expresaba con adjetivos poco sutiles hacia Zermeño, al que acusaba del “fuego amigo” en el interior del PAN y del desgaste del partido, del cual, por lo visto, nadie se hace responsable y todos reparten culpas a diestra y siniestra. Pero ahora tal parece que la nueva estrategia de Luis Fernando es la de intentar congraciarse con los emblemas del partido por la mitad para construir su candidatura a la gubernatura, con lo cual entra en franca disputa con su antiguo jefe, Guillermo Anaya, quien se resiste a dejar el control del PAN en Coahuila en aras de volver a pelear por la grande en el estado luego de su escandalosa derrota en 2011. Puestas así las cosas, todo indica que a quien en realidad “destapó” Salazar el lunes pasado fue a sí mismo tratándose de colgar de la reputación de uno de los panistas más importantes del estado haciendo parecer que ahora está de su lado, entonando aquella famosa canción ranchera de Juan Záizar “la barca en que me iré (en pos de la gubernatura), lleva una cruz de olvido”.

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Por cierto, quienes asistieron muy puntualitos al llamado del alcalde Miguel Riquelme para engalanar la ceremonia de entrega de preseas a ciudadanos distinguidos y de paso legitimar la labor del munícipe fueron los exediles panistas Jorge Zermeño, José Ángel Pérez y Guillermo Anaya, en una estrategia que seguro merecería una estrella de mismísimo Maquiavelo. Y es que los tres mosqueteros azules no sólo se desvivieron en loas hacia el primer inquilino de la Estufa Mayor, sino que le agradecieron que se haya acordado de que alguna vez ellos también estuvieron en la silla privilegiada del ayuntamiento. Dicen nuestros subagentes disfrazados de colados que el acto fue utilizado por éstos como pasarela para sus respectivas aspiraciones al interior del desvencijado PAN frente a los suspiros que cada vez emite más fuerte el senador Luis Fernando Salazar. En el caso del diputado Guillermo Anaya se confirmó la condescendencia que ha mostrado para con la administración riquelmista y hasta le dio públicamente su voto de confianza y además se comprometió a apoyar a Torreón para que el municipio se quede con los 20 millones de pesillos del Subsemun, de esos que sobran de las bolsas concursables en los últimos meses de cada ejercicio. No cabe duda que don Miguel entiende bien el adagio latino de “divide et impera” al aprovechar la coyuntura de la división del PAN de cara al proceso electoral de 2015. Lo que causó harto morbo fue que entre la lista de exalcaldes priistas que asistieron a la ceremonia no se encontraban Braulio Fernández Aguirre, el diputado Salomón Juan Marcos, y el más esperado, Eduardo Olmos Castro. La ausencia de los tres planteó varias interrogantes respecto a la causa de su desaire, sobre todo en el caso de Juan Marcos, quien ha intentado mantener una relativa y sana distancia con respecto al clan Moreira, y de Olmos, quien luego del término de su gestión y de las broncas que le heredó a su amigo Riquelme parece haber desaparecido de la faz de la Tierra.

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Nuestros subagentes disfrazados de cadeneros nos reportan que la constante apertura y cierre de antros y restaurantes responde en parte a una encarnizada competencia que sostienen tres bandos que en teoría deberían trabajar unidos, pero que han decidido hacer su mejor esfuerzo por acercarse de alguna manera a los dineritos de aquellas personas que ansían distraerse los fines de semana. Se trata ni más ni menos que de los grupos del primer cobrador -disculpe, regidor- Miguel Mery, del contralor Javier Lechuga y expanista y neopriista José Ignacio Máynez, que aunque sigue pegado a la sagrada nómina municipal, pocos saben qué es lo que hace además de cobrar. Nos comentan que su estrategia como presuntos empresarios del entretenimiento, al amparo de la información y posición privilegiadas que les da ser funcionarios públicos, es la de abrir antros a sabiendas de que tendrán una vida fugaz y que una vez pasada la novedad los fiesteros irán en busca de otras opciones. Pero para cuando esto sucede, los antros en declive ya fueron traspasados con tiempo y con lo ganado no sólo se recupera la inversión sino que queda para abrir nuevos centros de sano esparcimiento. De esta forma se mantiene con vida el fructífero ramo del entretenimiento nocturno, se obtienen pingües ganancias y de paso se contribuye a alimentar la percepción de que la ciudad es ya en una especie de paraíso de la tranquilidad con el único parámetro del regreso de la proverbial vida nocturna torreonense.

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A propósito de funcionarios municipales descarriados, el tremendo pleito entre el jefazo de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, Adelaido Flores Díaz, y el director de Vialidad, Guillermo Flores Sánchez, sigue dando mucho de qué hablar. Una “probadita’’ más de que ninguno quiere dar su brazo a torcer fue que durante la celebración del Grito de Independencia en la Plaza Mayor donde la responsabilidad de la vigilancia en el primer anillo de seguridad recayó en los muchachos de don Adelaido, de manera que el teniente se apoderó de todo lo relacionado con el control del lugar. Pero al que no pudo meter en cintura ni logró que atendiera sus indicaciones fue a don Memo, ya que los avezados chicos del departamento de Tránsito prefirieron irse por la libre e hicieron todo lo contrario a lo que les solicitaban de la Dirección de Seguridad Pública, de la cual, cabe recordar, ya no dependen. Afortunadamente no sucedió nada que lamentar, no obstante, los amantes de la ponzoña comentan que el que debe frenar esas guerritas es el jefe de ambos personajes, Miguel Riquelme, ya que las diferencias entre la gente de ambas corporaciones no augura nada bueno y contradice el sobado discurso que pocos creen de que todos en la administración municipal jalan para el mismo lado.

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Más allá de la polémica que generaron las declaraciones de la presidenta del DIF de Durango, Teresa Álvarez del Castillo, respecto a la homosexualidad, lo que quedó en evidencia es la falta de eficiencia de los asesores de la primera dama de Durango en temas de inclusión y tolerancia. Y es que si bien doña Teresa ofreció disculpas a la comunidad lésbico-gay que se ofendió por sus dichos, no queda claro si en el DIF de Durango son conscientes de que el discurso respecto a que la homosexualidad es una desviación o un mal genético es por demás anacrónico y no corresponde a los esquemas institucionales actuales. Los malpensados, que abundan sobre todo en estos asuntos, dicen que si bajo esos criterios se toman decisiones de políticas públicas en torno a problemas de salud tan graves como el VIH-Sida, pues ahora se entiende que las campañas llevadas a cabo no tengan los resultados esperados, ya que la cosa no va por ahí. Pero el que no desaprovechó el gazapo fue el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, quien aunque se dijo respetuoso de las “posturas conservadoras” sobre el tema de los matrimonios igualitarios, usó la coyuntura para reforzar sus mensajes propagandísticos de que esta entidad es de vanguardia en esos menesteres, aunque en otros, como la transparencia, aún deje mucho a desear. En fin, versa el dicho que a río revuelto ganancia de pescadores.

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