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Desde lo íntimo hacia lo Público

La sociedad tiene diferentes tipos de comportamiento o de reacciones ante situaciones de impacto mediático e inmediato. En ocasiones, sin analizar el fondo se van a la forma sin hacer las consideraciones, o evaluaciones pertinentes.

Ante actos eminentemente represivos de una autoridad como es la invasión en la intimidad de una persona para exhibirla ante una sociedad desinformada, la misma sociedad castiga inquisitoriamente, sin remordimientos ni escrúpulos una acción personal por sobre una acción represiva.

A pesar de que la sociedad paulatinamente va reflexionando sobre el tema, el tiempo hace su trabajo y la crítica sobre esa invasión a la intimidad o espionaje va disminuyendo de tono, para después olvidar el hecho generador de esa agresión, pero el daño individual ya esta hecho.

Este mecanismo de de callar y finalmente controlar a las opiniones discordantes, ha existido desde que el hombre se empezó a concentrar en grupos sociales. Estos grupos (normalmente los mas fuertes o poderosos) eliminan o segregan a los “diferentes” de ellos. Es una especie de discriminación ideológica.

Indignante es cuando un miembro de ese grupo en el poder es igualmente tratado. La recriminación social es menos agresiva y, en ocasiones, por el contrario la justifican. Esto alimenta aun mas la proliferación de acciones contrarias a las buenas costumbres o moral del grupo social. Por supuesto que el grupo en el poder, utiliza ese poder para disminuir el impacto o satanización por parte de las mayorías (generalmente las mas afectadas). Para mí, sin duda, es el temor de esas mayorías a ser afectadas de igual manera.Peor aún, creo yo, cuando esas mayorías afectadas, por dinero o favores futuros se tapan la boca pero no los ojos y oídos para castigar socialmente a los agresores de su comunidad.

El poder público, es el único actor de una sociedad capaz de proteger la intimidad individualidad la cual vive permanentemente amenazada por el insaciable acoso de la colectividad (1). Si por el contrario, ese poder público es causante de actos en contra de la intimidad de los individuales, corre el riesgo de que esos actos se reviertan en contra de ellos mismos. En otras palabras, la intimidad de los poderes se convierte en públicos.

Si la colectividad no sanciona, reprocha o se indigna públicamente por las acciones de una autoridad en contra de la intimidad de la persona, automáticamente esta colectividad estará avalando estas acciones convirtiéndose en cómplices de una actitud amoral, peor aún, se sientan las bases para la modificación de lo moral y lo amoral en la colectividad.

En el ámbito de lo privado, aceptamos reglas de convivencia que, por una parte, tienden a preservar nuestra intimidad y, por otra, erige barreras a la invasión de lo público.

En la esfera de lo público tratamos de preservar nuestra íntima personalidad y el área de nuestra privacidad a la que sabemos amenazada por un doble peligro: el de la intromisión de terceros que intentan saltarse el cerco protector de nuestra vida privada y el de imposición de regulaciones públicas que tienden a controlar el impulso egoístamente expansivo de la privacidad.

Víctor Alducín Flores.

Torreón, Coahuila.

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