Las cifras alegres y el discurso de que México se “mueve” que tanto ha promocionado el presidente, Enrique Peña Nieto, es poco creíble cuando el Inegi informó el pasado viernes que el consumo privado cayó 0.56 por ciento en junio respecto al mes previo. Sobre todo porque es su segunda baja consecutiva y el retroceso más elevado a tasa mensual desde marzo.
De acuerdo al reporte hubo una caída de 0.66 por ciento en el consumo de bienes y servicios nacionales, además de un recorte del 0.17 por ciento en el consumo de bienes importados durante junio de este año. Y aunque desde una perspectiva anual, el consumo privado aumentó 2.4 por ciento, en comparación con junio de 2013, dicha cifra está muy lejos de los registros de 2012 cuando el consumo presentó aumentos anuales hasta de 9.4 por ciento.
Los supuestos beneficios de dichas reformas están aún muy lejos de las familias mexicanas, de ahí la desconfianza. Nuevamente las cifras macroeconómicas que presume el gobierno están muy lejos de la economía doméstica, que finalmente es la realidad del país. Durante varios sexenios México ha adoptado el método que emplea el Banco Mundial para medir la pobreza, basando la medición en cuanto dólares se ganan y no en el bienestar social.
Para muchos críticos del Banco Mundial, sería más eficiente tener “estándares presupuestarios”, donde existieran estadísticas sobre el bajo ingreso que permitieran saber cuantos hogares carecen del dinero suficiente para satisfacer sus necesidades básicas, además de que le brinde la oportunidad de participar en la vida económica, social y cultural del país donde se vive.
En la realidad durante la primera mitad del año el gasto de la mayoría de los hogares mexicanos se vio impactado por la entrada en vigor de más impuestos y la debilidad de la economía, de esta forma el mercado interno no se pudo consolidar como uno de los motores de crecimiento; sin embargo, los especialistas estiman que se ha tocado fondo y ven una recuperación para la segunda mitad del año. Ojalá así sea, pero las constantes modificaciones a las expectativas de crecimiento, siembre a la baja, de parte del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, obliga a no echar las campanas al vuelo.
A pesar de vivir en un mundo globalizado el consumo interno de un país es una variable prioritaria para el desarrollo de su economía. No se puede perder de vista que el comercio interno de factores y bienes es lo que permite a una sociedad sobrevivir, ya que por un lado se cuenta con las provisiones y por el otro existe el modo de conseguir los recursos para comprarlos.
En el discurso las cifras se pueden mostrar alegres, pero mientras las familias mexicanas no tengan dinero suficiente para hacer el super y tener una vida digna, la frase de que “México se está moviendo” sólo será un frase publicitaria.
