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México y Coetzee en Colombia

GENARO LOZANO

Bogotá.- A unos cuantos pasos de la Plaza de Bolívar, el Zócalo bogotano, está inmerso el bello edificio creado por el arquitecto Rogelio Salmona para albergar el Centro Cultural García Márquez, la sede del Fondo de Cultura Económica (FCE) en Bogotá. Ahí, todos los días acuden miles de visitantes, lo mismo a tomar un café en una sucursal de Juan Valdez, la exitosa franquicia de café colombiano que detuvo la conquista del café quemado de Starbuck's en Colombia, que a comprar los libros del vasto catálogo del Fondo o a visitar la exposición temporal que se muestre en el piso subterráneo del Centro. Es la presencia más importante de México en Colombia.

Es jueves y en la entrada principal del Centro hay una pirámide kitsch, patrocinada por Bimbo que ya domina el mercado de las panificadoras en el mundo. En el centro del edificio se ha instalado una gran carpa, que asemeja una feria de cualquier pueblo mexicano, sólo que en lugar de antojitos, ahí hay libros, libros de autores mexicanos y latinoamericanos, libros que celebran al Fondo y al mundo editorial en español. Libros que conmemoran el centenario de mexicanos universales como Octavio Paz y Efraín Huerta, pero que también destacan el de autores nuevos como Guillermo Fadanelli o Carmen Boullosa, ambos invitados a los festejos del FCE. Hay por supuesto una mesa especial dedicada a Gabo, con todo y sus mariposas amarillas, así como a autores colombianos jóvenes, como Juan Cárdenas, quien presenta su novela "Los estratos". En total son 120 mil ejemplares en la librería que celebran el diálogo interdisciplinario en español, que tratan de formar lectores en una región en la que se lee poco y que proyectana México como potencia cultural.

Pasan las horas y Juan Camilo Sierra, el director del FCE en Colombia, parece un torbellino. Revisa cada detalle previo a la inauguración, que la pantalla de alta definición que proyecta imágenes de México funcione, que el sonido esté perfecto, que "Las divas", un grupo de mujeres mariachi, lleguen a tiempo, que la taquiza instalada en un costado del Centro funcione, que los libros estén bien colocados. Juan Camilo no pierde detalle alguno, pero está nervioso. El plato fuerte del festival es la presencia del Premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee, quien tiene programado leer un cuento inédito junto a Soledad Costantini, su editora argentina.

Pese a tener muchos lectores en México, como Juan Villoro, y pese a que sus libros son éxitos editoriales, Coetzee no ha estado en México desde 1997, cuando Carlos Fuentes lo invitó junto a Susan Sontag a visitar el país. En Colombia estuvo el año pasado y éste. La temperatura va cayendo conforme pasan las horas. Coetzee llega al Centro cultural unos minutos antes de la inauguración. Lo llevan a una sala de espera. Al presentarme con él, le comento que su "Elizabeth Costello" me hizo casi vegetariano, me sonríe con una voz dulce me dice: "ojalá te vuelva completamente vegetariano pronto". Platicamos sobre México y su Feria Internacional del Libro (FIL), su editora escucha atenta y señala a la FIL como la feria más importante del español. Coetzee dice que le gustaría mucho asistir pronto, que no ha regresado a México y que recuerda que en los 90 había mucho tráfico en el DF. Ojalá este año venga Coetzee a Guadalajara.

Es la hora de la inauguración, el auditorio principal reúne a 350 personas, en su mayoría colombianas, aunque hay alguno que otro mexicano, estudiantes en universidades bogotanas, y representantes diplomáticos. Coetzee baja a escuchar las palabras de la inauguración perseguido por el ruido de "Las divas". Entre gritos me comenta que en Texas conoció la música del mariachi, no lo noté muy entusiasmado.

Sierra arranca los festejos, que durarán hasta el 17 de septiembre y que incluyen la iluminación de la torre más alta de Bogotá con imágenes del Fondo y de México. El embajador de México también dirige unas palabras, seguido por mí y mis piernas temblorosas. No todos los días lo escucha a uno un Premio Nobel.

La inauguración se formaliza y Coetzee se prepara para leer su cuento inédito. Detrás suyo, en una plataforma donde se sienta con Soledad, hay una máscara de un luchador mexicano, otro producto de exportación cultural de México para el mundo. Durante las próximas tres semanas, el Fondo recibirá a miles de visitantes de un país que como México ha vivido la violencia del narcotráfico.

No hay un ejercicio más noble y exitoso para la proyección cultural y diplomática de México como el Fondo y sus filiales en España, Guatemala, Colombia, Argentina, Brasil, Venezuela, Perú, Chile y EU, muchas de ellas autosuficientes en términos económicos. Pese al tropezón de las llamadas "Conversaciones a fondo" con el presidente Peña Nieto en México y pese al llamado bárbaro de privatizar al Fondo, como acertadamente lo califica Silva Herzog en su respuesta a Zuckermann, el Fondo abrirá este año su décima filial en Ecuador.

En estos dos años de gobierno de Peña Nieto, entre los pendientes ha estado el de la definición de cuál es el proyecto cultural de este sexenio. Sin embargo, en el Fondo, en su historia, en su trabajo en ocho décadas de vida, en la labor de los hombres y de la mujer que lo han dirigido está una defensa sólida a la cultura mexicana y un motivo justificado para hablar bien de México en el exterior.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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