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1990: Muere Sergio Magaña, el renovador del lenguaje teatral mexicano

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Uno de los representantes más notables en el mundo teatral mexicano es el dramaturgo, crítico, guionista y novelista Sergio Magaña, de quien hoy se conmemora su 24 aniversario luctuoso.

Magaña, quien gustó de la experimentación al combinar la tragedia griega con las circunstancias mexicanas, es considerado uno de los autores más brillantes y completos de mediados del siglo XX, y su creatividad lo llevó a incursionar en distintas disciplinas.

El dramaturgo nació en Tepalcatepec, Michoacán, el 24 de septiembre de 1924. Durante su infancia se trasladó con su familia a Cuernavaca y posteriormente migró a la Ciudad de México.

De acuerdo con el portal web “escritores.cinemexicano.unam.mx”, ya instalado en la capital se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, carrera que dejó trunca para estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras, en la que llegó a obtener la maestría en Letras Inglesas.

Sus inicios literarios datan del año 1942, con su novela “Los suplicantes”, pero en 1946 forma la Sociedad Literaria Atenea junto con Emilio Carballido (1925-2008), Jaime Sabines (1926-1999), Luisa Josefina Hernández (1928), Rosario Castellanos (1925-1974) y Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013), cita el portal “interescena.com”.

Con esta asociación, que tiempo después se transformó en el Grupo Teatral de Filosofía y Letras, montó en 1947 “La noche transfigurada” y, un año después, “La triple porfía”.

En 1951 Sergio Magaña tuvo su debut en el Palacio de Bellas Artes, con el montaje “Los signos del zodiaco”, un drama con música incidental del compositor y director de orquesta Blas Galindo (1910-1993) y escenografía del ilustrador Julio Prieto (1912-1977).

Ya consagrado con un destacado dramaturgo, Magaña creó -en la década de los 50- las obras “El suplicante” (1950), con la que ganó Premio del Concurso de las Fiestas de Primavera de este año, “Intercontinental” (1953), “El reloj y la cuna” (1952), “El pequeño caso de Jorge Lívido (1954)” y “El viaje de Nocresida” (1956).

Luego estrenó “La canción nunca se acaba”, “El anillo de oro” y “Juguetes espaciales”, así como “Rentas congeladas” “Medea” y “Los argonautas”.

En 1966 creó “Ensayando de Moliére” y ganó el Premio “Manuel Eduardo Gorostiza”, con “Los motivos del lobo”.

En 1971 fue declarado Hijo Predilecto en su tierra natal y, tres años más tarde, fungió como consejero de la Embajada de México en Bogotá, Colombia.

A principios de los años 80, Sergio Magaña estrenó “Santísima” (1980) y para finales del decenio recibió importantes reconocimientos por su trayectoria, entre ellos el Premio Nacional de Literatura “Juan Ruiz de Alarcón” 1988.

En ese mismo año el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le rindieron homenaje a quien da nombre a un teatro de la capital.

A decir de la crítica especializada, el legado de Sergio Magaña, quien murió el 23 de agosto de 1990 en la Ciudad de México, es la renovación del lenguaje teatral.

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