EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La resistencia de los cárteles

JORGE LUIS SIERRA

El arresto o muerte de líderes conocidos de la delincuencia organizada no significa ni el fin de los mandos estratégicos, ni el derrumbe de su estructura táctica y operativa. Al menos esa ha sido la lección principal que los estrategas de la lucha contra el narcotráfico han sacado de la experiencia de casi un siglo de combatir a organizaciones criminales cada vez más complejas.

Pero una cosa es lo que aprenden los estrategas y otra lo que captan los políticos. Los discursos que cuentan la historia de cárteles que se derrumban poco o nada tienen que ver con la realidad de bandas criminales que se repliegan primero para luego volver más extensos, diversos y brutales. Los grupos criminales suelen adaptarse a cada golpe, modifican sus estructuras jerárquicas, reemplazan rápidamente a sus jefes arrestados o asesinados y mueven constantemente sus rutas de operación.

Eso fue lo que sucedió por ejemplo con la muerte de Heriberto Lazcano, "El Lazca", el último de los miembros originales de "Los Zetas" que se mantenían aún en el mando estratégico. Al ascender Miguel Ángel Treviño Morales, "El Z-40", como el jefe de la organización, el mando estratégico y el táctico se fusionaron en uno y le dieron a "Los Zetas" una dimensión aún más brutal de la que habían alcanzado hasta el momento.

El arresto posterior de Miguel Ángel Treviño, "El Z-40", lastimó al grupo criminal, pero hasta el momento nadie puede decir que esa amalgama de poder que logró crear Treviño está destruida. Aunque el gobierno de Peña Nieto se atribuye el arresto o muerte de más de 20 líderes importantes de "Los Zetas", la organización, sostenida por líderes tácticos y operativos emergentes, conserva niveles importantes de fuerza y poder territorial en México y Centroamérica.

Los golpes asestados por el gobierno suelen ser absorbidos por organizaciones flexibles, inteligentes, que aprenden de cada experiencia y refinan, o vuelven más brutal, las formas de corrupción, elusión o combate directo a las fuerzas gubernamentales.

Después de casi un década de enfrentamiento entre dos bandas rivales en México, el Cártel del Pacífico y "Los Zetas", el Presidente dio dos golpes estratégicos, uno con el arresto de Treviño Morales y otro con la detención de Joaquín "El Chapo" Guzmán. La muerte de otros dirigentes como Nazario Moreno, líder de la Familia Michoacana y luego de Los Caballeros Templarios, se suma a la lista que este gobierno presume como un triunfo de su estrategia contra el narco.

En otros países, la lucha contra el narco y otras expresiones de la delincuencia organizada como el secuestro, el tráfico de humanos o la extorsión, ha tenido que seguir una estrategia integral para debilitar a los mandos estratégicos, obstaculizar el reemplazo de los jefes de más jerarquía, penetrar y cortar los canales de comunicación con los mandos tácticos y neutralizar los movimientos de los jefes operativos.

Las experiencias muestran que una campaña unidimensional tiene pocas posibilidades de éxito. Estas operaciones contra el crimen organizado, para ser exitosas, requieren una intervención eficiente y coordinada de cuerpos de inteligencia, y a su vez, de un sistema de rendición de cuentas que impida la impunidad en la violación de derechos humanos y en los actos de corrupción por parte de autoridades.

Esto desafortunadamente está fuera del discurso oficial en México. El gobierno nos habla de golpes estratégicos al narcotráfico, pero no mencionan éxitos en la detención de funcionarios, alcaldes o gobernadores vinculados a la delincuencia organizada. Entre los logros oficiales tampoco hay una mención importante al arresto o enjuiciamiento de jefes de la policía o de unidades militares que trabajan con narcotraficantes, protegen o dirigen a grupos delictivos.

El narco de todas formas sigue ahí, replegado a veces, ofensivo en otras. Y la acción gubernamental se vuelve más ineficiente. Las cifras están ahí. En lo que va este sexenio se han asegurado las cantidades más bajas de cocaína en dos décadas. Las cifras de decomiso de drogas han sufrido una declinación respecto de las cifras alcanzadas en el gobierno anterior.

En tanto, lejana al discurso gubernamental, la delincuencia organizada está cambiando sus parámetros y sus alianzas. Las nuevas tácticas incluyen ahora un acercamiento tanto a grupos de autodefensa como a las organizaciones guerrilleras que, al borde de la extinción y del exterminio, podrían ver una alternativa si se unen a los grupos criminales. Mientas los políticos están en la complacencia, los criminales están recuperando fuerzas, energía y diversificación.

Especialista en Fuerzas Armadas.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1028627

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx