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Peña, Videgaray y el PRI

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

El país entero está concentrado en la Reforma Energética, la más compleja y trascendente, para bien y para mal, del paquete que se propuso sacar Peña Nieto. Terminando esta reforma podemos decir que el trabajo legislativo del presidente ha terminado y ahora sí se puede dedicar a placearse por el país, ir de visita de Estado a Estados Unidos (ningún presidente había llegado al mes 18 de gobierno sin visitar al vecino del norte), pero sobre todo podrá, y deberá, dedicarse a calmar las aguas, por días más violentas, en la relación entre el PRI y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

Cada vez son más los priistas que dicen que habrá un nueva Reforma Hacendaria. Es una manera de reconocer que la miscelánea fiscal, porque no llegó a más, es un fracaso, a pesar de que el secretario de Hacienda ha dicho e insistido que no habrá una nueva reforma en esta materia y que, nos guste o no, nos vamos con ésta por lo menos hasta el próximo sexenio.

Luis Videgaray, y probablemente el presidente también, tiene la mirada puesta en el 18; la elección de 2015 le tiene sin cuidado. Pero esa no es la perspectiva del PRI. El partidazo no sólo no quiere perder fuerza en la elección intermedia, sino que quiere influir de manera decisiva en elección del candidato a la presidencia. Dicho de otra manera: un PRI debilitado en la segunda mitad de sexenio fortalece la posibilidad de que el candidato tricolor salga del entorno cercano al presidente.

El enfrentamiento entre los liderazgos priistas más tradicionales y el el primer círculo del presidente parece inevitable. La duda en todo caso es cómo la va a administrar Peña Nieto. Una de las reglas no escritas del sistema priista del siglo pasado era que, si bien el presidente tenía la facultad última de nombrar a su sucesor, en un acto mágico de transmisión de poder (el famoso dedazo era al mismo tiempo el clímax del poder presidencial y por lo mismo el inicio de fin) también era claro que sucesión era una forma de romper grupos y generar recambios políticos. Nunca el más cercano al presidente era el elegido, y aunque todos buscaron perpetrar su poder en el delfín, nunca lo lograron.

El gran enemigo de Videgaray a partir de septiembre será pues su propio partido. No solo porque consideran que gran parte de la caída de la popularidad del presidente, y por tanto del PRI, se debe a la falta de crecimiento económico, sino porque en este arranque de gobierno ha dejado muchos gobernadores heridos en el camino, muchos legisladores mal parados y los tiradores que lo ven, literalmente, como el enemigo a vencer.

Se abre la temporada de caza.

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