Cultura

Las Palabras Tienen la Palabra

Un mundo extraño… para mí

Juan Recaredo

Transitando por las calles de la gran ciudad, con sólo observar anuncios y carteles, se da uno cuenta de la tremenda influencia que tenemos de otras culturas, principalmente la de los Estados Unidos, no porque sean más cultos que nosotros, sino porque están mas fuertes económicamente.

Esta influencia se refleja poderosamente, entre otras cosas, en el idioma.

La computadora, que cada día se integra mas a nuestra vida diaria, tiene entre nosotros una denominación horrible y eso es por influencia del inglés. No puedo dejar de sentir que ese nombre com-pu-ta-do-ra suena como a insulto.

No digo que la palabra en sí esté mal. El término es correcto porque el verbo computar es calcular algo con números. Pero si quiero conjugarlo tendría qué decir: yo computo, tu computas… no, en definitiva me parece horroroso, se oye muy mal.

Parece que a los españoles también les pareció obsceno el nombrecito y prefirieron usar el nombre de ordenador, algo mucho más decente y además afortunado porque suena a que el aparato pone orden donde no lo hay.

En informática, que es como se le llama al ambiente relacionado con la información que se maneja mediante las computadoras, tenemos muchos ejemplos de palabras traducidas literalmente y en casi todos los casos, constituyen arteras agresiones a nuestra querida lengua.

Tomando como referencia el inglés, nos ha dado por inventar palabras como accesar que es un abominable verbo el cual bien podríamos sustituir por dar acceso, ingresar o hasta el mismo acceder, que aunque no se aplique muy frecuentemente en este sentido, usarlo como sinónimo de ingresar no sería gramaticalmente incorrecto.

Luego la misma traducción literal nos conduce a una serie de incongruencias como la de que el disco duro tenga al tacto la misma consistencia que el disco blando.

Influenciados yo creo que por las películas de acción policiaca, decimos que capturamos la información como si ella se tratara de escapar y nosotros la hayamos tenido que retener en contra de su voluntad, y todo eso por no decir captamos, porque captar sería el verbo adecuado.

Posteriormente esa misma información la grabamos, pero en lugar de decirlo así, traducimos erróneamente el verbo to save y nos atrevemos a decir que la salvamos…

¡La salvamos! ¡Pues ni que se estuviera ahogando!

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Jorge Mario Treviño nos pregunta de dónde procede la palabra “huerco” que en el norte se utiliza como sinónimo de niño.

RESPUESTA:

Se supone que “huerco” proviene de “orcus” que es un demonio. De orcus se deriva también ogro.

Frase fatalista para terminar: En el matrimonio sucede como en el restaurante. Cuando te sirven te das cuenta de que el platillo del vecino, está mejor. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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