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El PRI y la Ciudad de México

GENARO LOZANO

Hay una emergencia en la Ciudad de México para las fuerzas de las izquierdas. Miguel Ángel Mancera parece un jefe de gobierno empeñado en conseguir la desaprobación ciudadana. Apenas ayer la última encuesta de un diario capitalino sitúa su desaprobación en un 60% y el PRD capitalino no parece estar tomando nota de este problema. Al contrario, si Mancera equivoca el camino, los perredistas lo cobijan. Si Mancera promueve políticas de movilidad equivocadas, como el nuevo tercer piso a Santa Fe, el perredismo defeño calla. Si Mancera acalla el ejercicio de la protesta con mano dura, el perredismo defeño lo solapa.

Una emergencia porque la Ciudad de México ha sido gobernada por 17 años por un PRD que desde la capital del país se había convertido en el faro del progresismo nacional. No sin errores, no sin escándalos propios en cada una de sus administraciones, pero el PRD capitalino se diferenciaba de las otras opciones políticas de la Ciudad de México en temas como despenalización del aborto, derechos LGBT, movilidad urbana, entre otros, y la izquierda parecía bien posicionada en su bastión capitalino.

Es cierto, la izquierda ha gozado de mayorías en la ALDF que le han permitido avanzar fácilmente sus temas y con una oposición desconectada del electorado capitalino. Por un lado, con un PAN empecinado en pensar equivocadamente que en la Ciudad de México hay una "mayoría silenciosa", conservadora, y opuesta a los temas sociales del PRD capitalino. Por el otro, un PRI DF sin identidad, que de dientes para afuera se decía progresista, pero que a la hora de los votos en la ALDF rompía quorums necesarios o se abstenía de votar temas en sentido positivo. Un PAN con una identidad sólida, pero minoritaria en la Ciudad, y un PRI esquizofrénico, al que he llamado en otras ocasiones el PRI de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

La reciente llegada de Mauricio López Velázquez a la dirigencia del PRI en el Distrito Federal debería ser un foco rojo más para las izquierdas en la Ciudad por distintas razones. No sólo porque López Velázquez tiene una trayectoria sólida en la política capitalina, sino además porque es uno de esos cuadros priistas atípicos, un hombre cuya reputación trasciende a su propio partido. Además de ello, López Velázquez tiene acceso directo al gobierno federal y es una apuesta inteligente del PRI para ser competitivo en las elecciones del año próximo en la Ciudad de México.

López Velázquez no la tiene fácil. La marca PRI DF está devaluada. Su llegada a la dirigencia de su partido se da tras la polémica gestión de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y el escándalo de la presunta red de prostitución en su partido, revelado por el equipo de la periodista Carmen Aristegui. Tampoco es un trabajo sencillo porque el PRI sólo gobierna en una de las 16 delegaciones del Distrito Federal, al tiempo que en la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) el PRI es la tercera fuerza con sólo 9 asambleístas. Poca presencia entonces en delegaciones, en la ALDF, un escándalo de fondo y 17 años de gobiernos perredistas que han sido exitosos.

Sin embargo, ante esa debilidad aparente del PRI en la Ciudad, López Velázquez arma una estrategia que parece ir enfocada en subsanar esa falta de identidad del PRI defeño. Si antes el PRI se declaraba como un partido socialdemócrata, pero a la hora de los hechos desaparecía su apoyo a temas impulsados por los experimentos socialdemócratas en la Ciudad, hoy el PRI capitalino se dice feminista y progresista y López Velázquez afirma estar construyendo una agenda así para su partido. Veremos si así sucede, aunque ese "PRI feminista" es el mismo que defiende leyes que niegan el acceso a abortos seguros a mujeres en Nuevo León.

La prueba que permitirá valorar si el liderazgo de López Velázquez ha sido exitoso o serán los resultados que su partido obtenga en los comicios del 2015. Si el PRI avanza de manera sustancial en las delegaciones y en la ALDF, y si el PRD pierde espacios no sólo ante el PRI sino ante Morena, en 2018 el PRD podría estar en serios problemas para retener la jefatura de gobierno.

Un error en el que fácilmente podría incurrir el PRI en ese intento por avanzar electoralmente en la Ciudad de México sería el formar alianzas con el PAN, ya que ello significaría nuevamente que la construcción priista de una identidad progresista era sólo una fachada. Después de todo, el PAN no parece dispuesto a moverse al centro en temas sociales.

Paradójicamente el mejor aliado que tiene hoy el PRI en la Ciudad de México para lograr sus objetivos se llama Miguel Ángel Mancera y su precaria aprobación en la Ciudad y así parece estarlo leyendo el PRI con sus recientes críticas dirigidas al jefe de Gobierno y su plan de un viaducto elevado a Santa Fe.

Al final, la debilidad de Mancera es fortaleza para el PRI y el tiempo que Mancera desaprovecha para hacer correctivos en su gabinete, en su comunicación, en sus políticas públicas y en unir a las izquierdas de la Ciudad, es tiempo que los priistas aprovechan para su unidad y para armar su estrategia para los próximos años. A ver si Mancera no acaba entregándole la ciudad al PRI en 2018. Yo espero que no.

Politólogo e internacionalista

Twitter @genarolozano

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