Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Todo hombre necesita una mujer hermosa, una mujer inteligente, una mujer hacendosa, una mujer ardiente. Es decir, todo hombre necesita cuatro mujeres... Cuando Afrodisio se casó le dijo a su dulcinea: "Te haré el amor los días cuyo nombre tenga la letra e; vale decir el lunes, el martes, el miércoles, el jueves y el viernes. El sábado y el domingo descansaré, a fin de reponer mis fuerzas". Cierta noche Afrodisio dormía profundamente, y despertó al sentir que su mujercita lo besaba y acariciaba con evidentes ansias de erotismo. Adormilado le preguntó: "¿Qué día es hoy?". Respondió ella, vehemente: "¡Sabadoe!"... Avidia les contó a sus amigas: "Cuando mi marido y yo nos divorciamos nos dividimos la casa. A mí me tocó lo de adentro y a él lo de afuera"... En una noche de tormenta el granjero oyó que alguien llamaba a la puerta de su casa. La abrió y vio a un viajero que le pidió posada por esa noche, pues su automóvil se había descompuesto. "No sé si deba recibirlo -vaciló el granjero-. Usted es joven, y tengo una hermosa hija en edad de merecer. Podría usted aprovecharse de ella". "Eso es imposible, señor -respondió con voz triste el viajero-. Sufrí una penosa enfermedad a consecuencia de la cual el cirujano tuvo que amputarme mi atributo de varón. Puede usted estar tranquilo". Con esa seguridad el granjero lo admitió, y aun le permitió compartir el lecho con la muchacha, garrida moza de 18 abriles, agraciada faz y opulenta carnadura. A media noche, sin embargo, el hombre sintió cierta inquietud. Con pasos tácitos se dirigió a la habitación de su hija alumbrándose con una palmatoria. Sin hacer ruido abrió la puerta, y con la vela iluminó la escena. ¡Cuál no sería su sorpresa al ver al viajero y a la moza entregados a la ancestral tarea de planchar ombligos! "¡Oiga, joven! -le reclamó el granjero con enojo al esforzado follador-. ¡Usted me aseguró que el médico le había cortado su atributo varonil!". "Y es cierto -repuso el individuo sin suspender su afán-. Pero me dejó un muñoncito de 22 centímetros"... Le dijo un tipo a otro: "Soy hombre de pocas palabras". Suspiró el otro: "Yo también soy casado"... El político en campaña vio a una mujer rodeada de ocho niños. "Todos son míos -le dijo ella, orgullosa-. Y en la casa tengo otros cuatro". El político sacó su calculadora y sumó. "¡12 hijos! -exclamó admirado-. ¡Su esposo debe tener un condominio!". "Tiene varios -respondió la señora-, pero nunca se los quiere poner"... El pasado viernes Saltillo cumplió 437 años de existencia. Conocí a mi ciudad cuando aún cabía en el hueco de mi mano de niño; la vivo ahora- con desconcierto a veces- que es una gran población. Nació un 25 de julio, fiesta del apóstol Santiago, patrón también de España. En mi otra juventud recorrí el camino jacobeo por la ruta francesa: Roncesvalles, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, León... Pero tengo al Hijo del Trueno aquí en mi casa, pues a él está dedicada la hermosa catedral de Saltillo. "Sancto Patrono Iacobo dicatum", reza la inscripción latina sobre el altar mayor. "(Templo) dedicado al santo patrono Santiago". Este Santigo no es el belicoso paladín de los ejércitos que combatieron a los moros. Es el apóstol de la paz, el homo viator que muestra las insignias de los peregrinos: El báculo, la venera, el bule o guaje para llevar el agua. Yo amo a Saltillo con amor filial. He inventado hipérboles desaforadas para decir lo enamorado que estoy de mi ciudad. Por ejemplo, aquella historia de las mujeres y hombres que estaban en el Cielo sujetos a los muros con cadenas. Explicó San Pedro: "Es que son de Saltillo, y si no los encadenamos se nos devuelven para allá". Todo lo anteriormente dicho me sirve de vacilante introducción para hacer un voto de agradecimiento. Sucede que con motivo del aniversario de la ciudad el periódico Vanguardia hizo una encuesta entre sus muchos lectores. Les preguntó: "¿Quién es en su opinión el personaje más importante de Saltillo?". Por abrumadora votación -a mí me abrumó- mis paisanos me escogieron a mí. No tengo otro medio más que éste para expresarles mi agradecimiento. La única manera de corresponderles es prometiéndoles que a pesar de mis fallas -y son muchas- seguiré esforzándome por merecer su afecto. Muchas gracias... FIN.

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