Discapacidad. Ricardo se gana la vida en cruceros y camiones para mantener a sus tres hijas.
Si para una persona normal deslizarse por la calle a través de una patineta resulta complicado, para Ricardo Salas es todavía doblemente difícil.
Hace cinco años caminaba rumbo a su casa después de haber terminado su jornada laboral, escuchaba música con sus audífonos y no se percató de la alerta que indicaba que se aproximaba el tren y fue arrollado; terminó con las piernas amputadas.
Un año después del accidente, su esposa lo abandonó dejándole a sus tres hijas.
Por este motivo tuvo que ingeniárselas para trabajar montado sobre una patineta en el crucero de la calle 5 de Mayo de Gómez Palacio.
Ricardo tiene 32 años y actualmente vive en la colonia Miguel de la Madrid, cuenta que para el fue un golpe muy duro el haber perdido sus extremidades.
Al principio, empezó a pedir dinero en una silla, pero al poco tiempo un vehículo lo aventó, por lo que un amigo le dio la idea de ganarse la vida con una patineta para poder desplazarse mejor y a su vez esquivar más rápido a los vehículos que transitan sobre ese sector.
Salas comenta que todos los días a partir de las 9:30 de la mañana y hasta las tres de la tarde se dedica a pedir dinero para llevar el sustento a casa.
"Acabo bien cansado, pero alguien tiene que mantener a mis hijas, vivo con mis padres, mi mamá trabaja limpiando casas y mi papá está desempleado", asegura Ricardo.
Además de tener que pedir dinero cuando el semáforo se pone en rojo, también aprovecha para subirse a los camiones y pedir ayuda a los pasajeros.
"Señores pasajeros si ustedes gustan me pueden ayudar con una monedita para poder sostener a mi familia, si no pueden que Dios los bendiga", es la frase que utiliza Ricardo cada que sube a las rutas del transporte.
Ser padre de familia para Ricardo ha sido complicado, pues tiene que pedir ayuda para poder mantener a sus pequeñas que apenas cursan la primaria, además de que teme por las críticas que sus hijas pudieran tener por parte de otros niños en la escuela.
"Nunca voy a las juntas de padres de familia de mis hijas porque anda de moda eso del bullying y no quiero que los otros niños se burlen de ellas", comenta el joven padre.
La mamá de las niñas viene una vez al mes y económicamente no le ayuda.
Hace tiempo, dice que le regalaron una prótesis, pero que le quedó grande, por lo que busca que alguna persona le pueda ayudar para ajustarla y entonces sí, conseguir un empleo de taxista.
"Ya con una pierna completa como quiera le hago, a la otra le pongo un palo, el chiste es poder salir adelante", finalizó.
