Cuauhtémoc Blanco entró en el segundo tiempo y le cambió la cara a los 'Camoteros'. (Jam Media)
Dejar ir dos unidades fue lo menos para la multitud. Sus Camoteros siguen con poco aire, padecen en la tabla porcentual, mas ver el regreso del genio de la desgarbada figura valió el boleto.
El empate entre el Puebla y el Veracruz (0-0) pasó a segundo término para la mayoría de los poco más de 30 mil aficionados que asistieron al Estadio Cuauhtémoc. Deleitarse con los mágicos destellos de un hechicero legendario fue una victoria, aunque sea emocional.
Dos mil 57 días después, Cuauhtémoc Blanco reapareció en la Primera División. Lo hizo con la franja azul sobre el pecho y la ilusión poblana sobre los hombros.
No jugaba en el máximo circuito desde el 7 de diciembre de 2008, cuando reforzó al Santos Laguna en la Liguilla.
Lo de ahora es completamente opuesto. Se trata de evitar que el Puebla no pierda la categoría. Él, no ha extraviado el arrojo.
Quedó demostrado con el par de taconazos que obsequió, las innumerables faltas que le cometieron y esa ejecución de tiro libre que silenció miles de bocas.
Concertista capaz de atrapar miradas. La barrera escuala impidió que el esférico viajara hacia el marco defendido por Édgar Melitón Hernández... No la comunión de la gente con un hombre al que le bastaron 28 minutos para comprobar su condición de ídolo.
Las piernas ya no le dan para jugar todo el encuentro. Le da lo mismo. Su cerebro es más veloz que el de la mayoría, por lo que Luis Loroña y Flavio Santos se enfocaron en provocar espacios. Sabían que el Temo haría el resto.
No les falló. Dejó a cada uno frente al arquero, mas les faltó la sangre fría que Blanco presume a la hora cero, esa que alcanza el punto de ebullición cuando es castigado más de la cuenta o se percata de que el adversario intenta sacar ventaja de forma poco leal.
Por eso se ganó la tarjeta amarilla. Jehú Chiapas quiso ejecutar pronto un tiro libre. Cuauhtémoc lo impidió y el árbitro Alfredo Peñaloza no le perdonó.
El tres veces mundialista lo consideró rigorista, así es que fue a reclamarle tras el silbatazo final. El juez ni lo miró, a diferencia de los miles presentes en las gradas y varios de los Tiburones Rojos, quienes se conformaron con un abrazo o palabra de aliento por parte del futbolista capaz de hacer olvidar una amarga igualada.
Al final, los dirigidos por el argentino Rubén Omar Romano terminaron sobre la meta del conjunto veracruzano pero sin la contundencia esperada, por lo que ambos equipos que pelean por evitar el descenso se conformaron con el punto ganado.
Los Camoteros siguen atribulados en la batalla por no descender. No se pudieron despegar del Veracruz ni alejarse del Guadalajara, pero no importó demasiado a su pueblo, ese que por fin tiene un motivo para soñar.
El trabajo del silbante José Alfredo Peñaloza fue bueno y por La Franja amonestó al ecuatoriano Marlon de Jesús, Francisco Torres y Cuauhtémoc Blanco, mientras que por Tiburones Rojos hizo lo propio con Luis Sánchez y Adrián Cortés.
En la jornada tres Puebla y Cuauhtémoc recibirán la visita de las Águilas del América.
