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Política, economía y la persona humana

JULIO FAESLER

Más que la indiferencia globalizada necesitamos una economía incluyente. Bajo este tema la Academia Pontificia de Ciencias reunió hace unos días en el Vaticano a 67 personalidades de todo el mundo como Jeffrey Sachs, Mohamed Yunnus o Michel Camdesus. Ahí se encontraban José Ignacio Mariscal y José Ángel Gurría de México.

De acuerdo con el Papa Francisco, no se puede entender al cristianismo con su evangelio de dignidad y fraternidad, justicia y paz, sin estar conscientes de la verdadera pobreza que existe en el mundo, dando la espalda al escándalo de la exclusión o simplemente esperando que el problema se remedie por sí mismo. Muy por el contrario. Sólo poniendo al ser humano en el corazón de la economía y de la política e incorporando la participación de los pobres es que la pobreza puede ser vencida y con ello salvaguardar al planeta. Hay que evitar la cultura del "desecho", ha expresado varias veces el Papa Francisco.

La declaración de los expertos dada a conocer este 12 de julio afirma que hay que recobrar la orientación moral y reexaminar los principios de nuestra teoría económica para ser más realistas y basarnos en una visión más completa del ser humano y del mundo. Podemos valorar la creación de empleo, las mejoras en los servicios de salud o los muchos beneficios que la economía actual ofrece y aprovechar el potencial que encierra la globalización para acercar a la gente. Pese a todo lo anterior, muchos sienten una pérdida severa de valores y de moralidad en la vida política y económica y más aún, que se le da más importancia a los medios y a los instrumentos económicos, como el dinero, que a la meta de la propia economía que es ofrecer una vida grata a toda la comunidad humana.

Con frecuencia, sigue diciendo el documento, sólo se trata al ser humano como medio para lograr un objetivo económico y no como la razón de ser de la misma actividad económica. La experiencia de las empresas sociales demuestra que la gente puede crearse su propio trabajo y sus empresas y mientras se labran un futuro seguro para sí mismos. Hay que poner a la gente y a su bienestar al centro de la vida económica y política.

Un sistema económico es como un ambiente ecológico que está compuesto de una gran diversidad de entidades. La contribución de los sectores, de las mujeres, de unidades de producción de todo tipo, de instituciones académicas y financieras es indispensable para generar capital social, valores económicos y democráticos. No hay que permitir que un exceso de reglamentos ahogue tales diversidades.

El documento recomienda adoptar metas ambiciosas de desarrollo sustentable basadas en la dignidad humana, un acuerdo ambiental en 2015, fortalecimiento de instituciones internacionales para erradicar pobreza y apoyar la protección a trabajadores. Hay que combatir al desempleo estructural, crear empleos dignos prever la capacitación correspondiente, y eliminar trabajo infantil y de personas. Indispensable la participación ciudadana en cuestiones económicas y la formación de virtudes cívicas.

En México estamos en las últimas fases de la negociación y aprobación de una diversidad de leyes que completarán las reformas constitucionales promulgadas hace varias semanas y el documento del grupo de expertos vaticanos enfatiza que ninguna reforma, por ambiciosa que sea, puede ser efectiva si no implica una conversión de actitudes internas.

Las leyes secundarias que están por aprobarse determinarán a quién en realidad beneficiarán las reformas, al individuo o al sistema. Las reglas para distribuir los ingresos de la nuevas estructuras de explotación de hidrocarburos, la equidad con que se eliminen los subsidios a los energéticos domésticos e industriales, el contenido nacional requerido para proveer equipo a las industrias, la atención del magisterio oficial a las necesidades educativa de nuestra niñez, serán unas de muchas muestras que demuestren en qué grado hemos definido los cambios que esperamos cosechar.

La conclusión con que termina el documento vaticano es clara: si la persona humana no está en el centro su lugar lo ocupará algo al que entonces el humano tendrá que servir.

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