Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Era yo niño, y en la cama mi padre me leía los cuentos de la infancia.

Yo me angustiaba al escuchar que el feroz gigante perseguía a Pulgarcito, o al oír las desventuras de Hansel y Gretel con la bruja mala, o las penalidades del sastrecillo valiente.

Mi padre notaba mi aflicción y me tranquilizaba.

-No te apures -me decía-. Al final las cosas salen bien.

Ya no soy niño -¡qué desgracia!-; sé ahora de penalidades que no son de cuento; conozco otras desventuras, y apuros diferentes.

Me angustio a veces, y me aflijo.

Escucho entonces, otra vez, la voz serena de mi padre:

-No te apures. Al final las cosas salen bien.

Y vuelvo a estar tranquilo, como un niño cuyo sueño vigila un padre bueno al que verá cuando despierte del sueño de la vida.

¡Hasta mañana!...

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