Rechazo y preocupación generó en México la decisión del gobierno de Texas de desplegar mil soldados de la Guardia Nacional para frenar la llegada de menores indocumentados.
La Secretaría de Relaciones Exteriores manifestó su preocupación ayer y dijo que "la atención del fenómeno migratorio debe observarse desde una perspectiva regional de largo plazo y basada en los principios de buena vecindad y responsabilidad compartida" adoptados por Estados Unidos.
"La estrategia para responder de manera efectiva y humana a este fenómeno implica la necesaria corresponsabilidad entre países de origen, tránsito y destino de flujos migratorios", dijo la cancillería.
El director de la Casa del Migrante de Saltillo, Alberto Xicoténcatl, calificó como "descabellada" la decisión del gobernador texano, Rick Perry, de militarizar la frontera y exclamó: "Yo me pregunto si un niño de 5 o 9 años atenta contra la soberanía de Estados Unidos o la vida de sus habitantes".
Por su parte, la diputada local de Coahuila, Rosario Bustos (PRI), expresó que la crisis de los menores migrantes no se resolverá al elevar las fuerzas de seguridad, "por mucho que se reconozca la obligación de los Estados de defender sus fronteras".
De igual forma, senadores del PAN, PRI y PRD lamentaron el despliegue de soldados en los límites de Texas con México.
Más de 57,000 menores migrantes no acompañados han ingresado a Estados Unidos a través de la frontera en los últimos diez meses, la mayoría centroamericanos, lo que ha movilizado a los gobiernos de la región para frenar lo que se describe como una crisis humanitaria.
Coahuila, que tiene una frontera con Texas de 512 kilómetros, ha recibido a 436 niños migrantes deportados.