Escritora estadounidense, autora de novelas y cuentos sobre el Sur de Estados Unidos, Eudora Welty es recordada por haber ganado el Premio Pulitzer en 1973, por “The Optimist's Daughter” (La hija del optimista), novela que captura lo mejor de sus cualidades literarias.
A 13 años de su deceso, ocurrido el 23 de julio de 2001, Welty sigue siendo importante dentro de la literatura estadounidense del siglo pasado, por libros de cuentos como “Morgana: Two Stories from The Golden Apples” (1988), “The Collected Stories of Eudora Welty” (1982) y “Moon Lake and Other Stories” (1980).
Así como por novelas como “The Optimist's Daughter” (1972), “Losing Battles” (1970), “The Shoe Bird” (1964), “The Ponder Heart “(1954), “Delta Wedding” (1946) y “The Robber Bridegroom” (1942).
Hija de padres de origen suizo-alemán, Eudora Welty nació en 1909 en Jackson, Mississippi, donde transcurrió toda su vida.
Sobre su obra, Claudia Lucotti y Lucía Segovia escribieron una nota introductoria sobre Welty para el Material de Lectura que difunde en línea la Dirección de Literatura de la UNAM, en la que destacan los pasos de la narradora, cuyos recuerdos felices plasmó en “One Writer’s Beginnings” (1984).
Cuentan que Welty estudió en el State College for Women en Mississippi, la Universidad de Wisconsin y en la Escuela de Publicidad de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Al terminar la universidad trabajó como agente publicitario para el Works Progress Administración en Mississippi en el peor momento de la Gran Depresión, lo que le permitió conocer a fondo el estado que tanta importancia tendría en su obra.
En esa época también se dedicó a tomar fotos que después serían publicadas bajo el título “One Time, One Place: Mississippi in the Depression: A Snapshot Album”.
Experiencia que le permitió aprender a atrapar los rostros y paisajes de la Depresión en Mississippi y a conocer la importancia del detalle, de ahí que se diga que “la obra escrita de Welty es la celebración de este detalle observado con minucia”.
La autora también trabajó un tiempo en la estación de radio local, hecho que ayudó a sensibilizar su escritura con la expresión oral, como lo prueba el cuento “¿De dónde viene la voz?”.
Las autoras de este ensayo también destacan a Welty como heredera de los grandes humoristas del suroeste americano, entre los cuales el más conocido es Mark Twain. Al igual que en Twain, la obra de Welty ofrece un abanico de voces, de acentos y de cuentos extraordinarios y cómicos.
Además es considerada heredera directa del sur profundo, aunque sin caer nunca en una visión local y limitada.
En Welty, agregan las estudiosas, el pasado no tiene el enorme peso que tiene en la obra de William Faulkner pero, al igual que en muchos de los grandes escritores del sur, su obra contiene los grandes temas característicos de esta región: la importancia de la tierra y de la pertenencia a un lugar, y el deseo de comunicarse con el otro y de reconocerse en él.
Welty, añaden, trabaja de manera muy personal el tema del espacio, ese punto particular desde donde se llega a lo universal, al circunscribir sus personajes a una región donde se encuentran realidad y fantasía.
Su escritura se sitúa en una región imaginaria, el tiempo también se convierte en extraordinario. Esto no quiere decir que el tiempo no cuente, al contrario, es parte esencial de sus cuentos: permite la secuencia y la acumulación narrativa de manera que el relato madura y su efecto se vuelve duradero.
El tiempo permite el descubrimiento de los otros y en él se tejen las relaciones humanas que de alguna manera son el tema principal en la obra de Welty. En contraposición al espacio inmóvil y pasivo, el tiempo se mueve y provoca el movimiento, estiman Lucotti y Segovia.
En estas dos dimensiones, espacio y tiempo, se desenvuelve el misterio de nuestra condición.
Todos los personajes de Welty son personajes encantados para bien o para mal, están rodeados de un aura de magia y el arte de Welty, dicho en sus propias palabras, busca “rasgar una cortina, esa sombra invisible que separa a la gente, ese velo de indiferencia hacia la presencia del otro, hacia el misterio de cada uno, hacia la condición de cada uno”, concluyen las autoras citadas.
