Siglo Nuevo

Ninfomanía

Pedirle demasiado al atardecer

Ninfomanía

Ninfomanía

Miguel Báez Durán

Imposible ignorar la información filtrada en los medios con respecto a la película más reciente del danés: pornografía, sexo explícito, tomas a genitales, prácticas sadomasoquistas y depresión eran los vocablos que se mencionaban con mayor frecuencia para describir su maratónico producto fílmico dividido en dos volúmenes: cuatro horas en una versión editada, algunas más en la versión original.

Con Lars von Trier toda distribución de un filme suyo parece comenzar a partir de un escándalo. Desde declararse el mejor director del universo hasta que simpatiza con Hitler y por lo anterior ganarse el mote de persona «non grata» en el festival de Cannes. Además, responder a este acto apareciendo en la Berlinale con una camiseta de la icónica Palma de Oro y la leyenda “persona non grata”. A estas alturas los de los festivales cinematográficos deberían estar un poco familiarizados con su sentido del humor. Ahora el escándalo se trata de lo explícito que puede resultar su díptico erótico Ninfomanía (Nymphomaniac, 2013).

Y así es. Todo todo lo que pueda causar escándalo a un público más conservador está sobre la pantalla del cine. Pero más allá de lo evidente (y quizás en el fondo algo accesorio), esta es la historia de una mujer que vive en los márgenes de la sociedad por el simple hecho de haberle pedido demasiado al atardecer, de buscar en el ocaso colores cada vez más espectaculares y con eso haberse sumergido hasta el fondo en las aguas turbulentas del erotismo. Si se tratara de un hombre se le celebraría. Pero no es así. Y el argumento de Von Trier para lo explícito es que si una película gira alrededor del sexo pues tiene que presentarlo en pantalla. Más simple, imposible.

De esta forma la experiencia fílmica comienza en completo silencio y luego explota en los oídos cuando irrumpe la música heavy. En un callejón yace una mujer golpeada. Un hombre mayor que pasa por ahí la recoge y se la lleva a su humilde morada. De ese cuarto descascarado pero artificial surge la narración de la vida erótica de la mujer cuyo nombre es Joe (Charlotte Gainsbourg). Quien recibe la historia es Seligman (Stellan Skarsgård), un hombre de origen judío que se ha pasado toda la existencia leyendo libros. Joe insiste en que es la peor persona del mundo. A Seligman le parece que Joe exagera, que en cualquier persona por abyecta que sea se puede encontrar la bondad. Para convencerlo de lo contrario ella le cuenta por qué se considera una ninfómana y, además, la peor persona del mundo. Su narración -aunque expresada a través de imágenes que chocarán a más de uno- abre lazos con la literatura estableciendo capítulos (ocho en total); pero también invitando a la participación del escucha. Es decir, Seligman interviene sin tapujos para opinar, complementar o incluso hacer largas digresiones sobre arte, historia, religión y literatura. Lars von Trier plantea una provocación más a través del personaje de Joe; aunque una no exenta de un bagaje cultural impresionante, ése que representa el intelectual Seligman, opuesto complementario de la ninfómana con sus conocimientos e incluso con su virginidad.

La narración dentro del universo fílmico creado por Von Trier -tan consciente de su propia artificialidad- da inicio con el descubrimiento de la sexualidad de Joe siendo niña cuando por primera vez frota su entrepierna contra el piso mojado de un baño. Con la juventud, la pérdida de la virginidad se torna incomodidad cuya fugacidad la decepciona. Eso a pesar de que no olvidará a Jerôme (Shia LaBeouf). Después se unirá a un grupo de jovencitas rebeldes que al grito de “Mea Máxima Vulva” cuestionarán la imposición del “sexo por amor” al género femenino. A tal extremo que Joe y una amiga suya recorrerán los vagones de un tren compitiendo por una bolsa de chocolates. Para obtener el premio la ganadora habrá debido tener el mayor número de encuentros sexuales con extraños.

Pero con los años y a raíz del rencuentro con Jerôme -y aunque la ninfomanía de Joe nunca ceda- sucumbirá a las trampas del amor. Su eventual falta de satisfacción luego de innumerables relaciones sexuales la llevará a buscar sensaciones cada vez más intensas. Las experiencias de Joe desembocarán en el masoquismo, el abandono de su familia, cierto involucramiento en la criminalidad y hasta un recorrido por el amor lésbico encarnado en una discípula núbil pero igualmente traicionera.

A la par de este largo relato Von Trier captura con su cámara las tan atrevidas como delirantes actuaciones de la mayoría de sus actores. Ahí está la gran Charlotte Gainsbourg, una vez más emprendiendo un rol que muy pocas actrices osarían llevar hasta sus últimas consecuencias. Nada nuevo en ella si recordamos sus dos anteriores colaboraciones con el cineasta danés. Deslumbra además la joven y debutante actriz franco-británica Stacy Martin quien interpreta a Joe durante su juventud y le inyecta al personaje buenas dosis de picardía, juego e incluso perversidad desde la inocencia. Sorprenden además actores tan conocidos (o tal vez ya no tanto con el paso de los años) como Christian Slater -el padre de Joe- y Uma Thurman. Esta última en especial pues aparece encarnando a la señora H., la esposa de uno de los tantos amantes de Joe que entra al departamento de la joven como un huracán arrastrando de la mano a sus tres niños para enseñarles “la cama de la putería”. Esta escena le otorga un tono ligero a la cinta gracias a su carácter estridente, sobreactuado; pero igualmente absurdo.

La irreverencia sin límites, de igual forma, se alía de forma elogiable con el humor en el primer volumen. Sin embargo, en el segundo no hay mucho espacio para la risa, a menos que el humor de los espectadores tienda hacia lo retorcido. Y mientras por un lado se encuentra el afán del director de darles realismo a los encuentros sexuales -usando genitales prostéticos, dobles de cuerpo, etcétera- por otro lado se dan torpezas que rompen la ilusión de verosimilitud. En principio basta aguzar los oídos y darse cuenta de la revoltura de acentos en inglés. Con actores tanto de Estados Unidos como de Gran Bretaña no se sabe a ciencia cierta dónde ocurre la historia. Ni mencionar el cambio de histriones con el paso de los años: Martin se convierte en Gainsbourg en sólo unos años y luego de convertirse en madre; LaBeouf sigue en el mismo rol y hasta el final del segundo volumen se transforma en un hombre de mediana edad en la piel de Michael Pas.

Si a todo lo anterior se agrega este chapucero relevo de actores, la cinta sin duda desmerece. Para colmo la autocondescendencia del director tensa la buena voluntad del espectador al citarse a sí mismo con la escena inicial de Anticristo, una broma demasiado críptica para ser percibida por quienes no vieron ese crédito anterior. Esta enumeración no significa que Ninfomanía se derrumbe por completo como producto fílmico enmarcado en el género del erotismo. El escándalo hasta cierto punto se halla injustificado. Después de todo, esta podría ser la versión fílmica del equivalente en las letras de la literatura erótica, desde el marqués de Sade hasta Las edades de Lulú. Empero, por tratarse de una manifestación audiovisual del arte y viviendo en la era de dictadura de imágenes, el producto fílmico tendrá mayor resonancia que una novela erótica.

Los dos personajes antitéticos en diálogo (Joe y Seligman) forman parte de una misma moneda en cuyo origen se halla la mente de Lars von Trier. A través de ellos el cineasta, tanto como desplegar una historia plantea además un ensayo. Uno donde se cuestionan conceptos como la sexualidad femenina, los frenos a ella a través de la historia, la misoginia que lo anterior representa, las tentaciones del placer sin límite, la irreverencia ante la religión e incluso los lastres de la corrección política. Pero hay quizás opiniones de un realizador (o escritor o artista) que deberían quedar ocultas. En Ninfomanía, a través de los personajes principales, recibimos una radiografía pormenorizada de la mente del director danés. Tanto lo luminoso como lo oscuro. Quizás por esto y una vez desnudándola de escándalos, Ninfomanía sea a final de cuentas una cinta bastante irregular.

Ninfomanía
Ninfomanía
Ninfomanía
Ninfomanía

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Ninfomanía

Clasificados

ID: 1013235

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx