El escritor, bibliófilo, cronista e historiador mexicano Luis González Obregón, quien es recordado hoy que se cumplen 76 años de su fallecimiento, ganó un lugar en la historia nacional como el "cronista vitalicio de la capital mexicana".
El destacado autor de “México viejo” y “Las calles de México”, fue quien introdujo en el país el concepto de microhistoria y fundó el Liceo Mexicano Científico y Literario.
Luis González Obregón, quien vio la primera luz el 25 de agosto de 1865 en Guanajuato, estudió en la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México, donde fue discípulo del célebre escritor Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893).
Impulsado por su interés de conocer la historia, González Obregón se reunió con algunos compañeros en 1885 y fundó el Liceo Mexicano Científico y Literario.
Pronto el erudito mexicano se haría conocer por su obra, caracterizada por reconstruir la vida virreinal en México, reunir los antecedentes más remotos del movimiento independentista y divulgar la historia de la Ciudad de México.
En un principio, se aficionó a la literatura costumbrista y de ésta pasó a la historia, en la que realizó una gran cantidad de investigaciones, que posteriormente publicó en varios libros, escritos con un estilo claro y atractivo.
Posteriormente, se dio a conocer con la publicación de algunos artículos en semanarios y periódicos como "El Nacional", en los cuales narró anécdotas de la capital mexicana que más tarde fueron reunidas en su libro "México viejo" (1891).
Asimismo, consolidó su fama con "Las calles de México", publicado en 1922, señala su perfil publicado en el portal de Internet “biografiasyvidas.com”.
Como homenaje, en 1923 el gobierno rebautizó la calle donde vivía, a la que nombraron "Luis González Obregón". Así, se convirtió en el único mexicano que, hasta ese momento, logró ser objeto de un tributo como éste en vida.
Además de numerosos prólogos y revisiones de textos antiguos, el escritor creó una basta obra, que comprende "Don José Joaquín Fernández de Lizardi, el Pensador Mexicano" (1888) y "Breve noticia de los novelistas mexicanos en el siglo XIX" (1889).
También, "El capitán Bernal Díaz del Castillo, biografía", "Don José Fernando Ramírez, datos biográficos", "Reseña histórica de las obras del desagüe del Valle de México" y "Los precursores de la Independencia en el siglo XIX", entre otras.
En los siguientes años, trabajó en el Museo Nacional de Antropología e Historia y se le encomendó el cuidado de las publicaciones de la Biblioteca Nacional, cuya historia escribió en 1910.
Tiempo después fue nombrado director de la Comisión Reorganizadora del Archivo General de la Nación y más tarde director del mismo hasta 1917.
González Obregón ingresó a la Academia Mexicana el 26 de julio de 1914 y ocupó la silla número XI y ese mismo año fue designado Bibliotecario, en sustitución de Francisco Sosa.
De precaria salud, "el cronista vitalicio de la capital mexicana" sufrió varias afecciones crónicas que lo llevaron a la vejez prematura, pero su principal desgracia consistió en la miopía progresiva, que durante los últimos años de su vida terminó en ceguera casi completa.
Después de haber vendido su rica y selecta biblioteca, Luis González Obregón falleció el 19 de junio de 1938, no sin antes dejar un importante legado cultural para el pueblo de México.
Es recordado como el personaje que hizo accesible la historia a la mayoría, volviéndola atractiva por su manera anecdótica de referirla.
