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Miguel

Diálogo

YAMIL DARWICH

"Día del Padre", fecha de festejo sumada a las realizadas en plena "temporada de calor", luego de la madre, el maestro y estudiantes; quizá por eso tan poco atendida comparada con las otras o tal vez porque ya estamos cansados y desfalcados con la compra de regalos y gastos varios, previendo las graduaciones y los costos que implican. Es parte del otro "agosto" de comerciantes que se suben al carrusel de oportunidades para incrementar sus ventas.

Aún así lo festejamos ya sea una comida familiar o un regalo significativo, prueba de que "no olvidamos la fecha", aunque pertenezcamos a una sociedad que vive el más vigoroso matriarcado.

Ser papá es un trabajo difícil; los varones no contamos la adecuada preparación psicológica y social comparados con las hembras, quienes desde pequeñas son educadas, orientadas y capacitadas para las consecuencias del apareamiento; tampoco tenemos los mejores gens sociales, con la herencia psicosocial recibida y las tradiciones machistas que nos desayudan.

El machismo no nos ha abandonado y estará con nosotros por mucho tiempo, aunque poco a poco se vaya retirando. Es un mal que nos limita la oportunidad de ser mejores papás educadores, además de parejas.

Por lo general, aunque con desgraciadas excepciones, la mayoría de los varones tratamos de sacar lo mejor de nosotros y ser buenos padres, cumpliendo con nuestra función educadora, no solo con la biológica y por eso es que nos festejan este domingo.

 PEOR ESTAR "DESPADRADO".

Sabemos de muchos casos de malos padres, pero también hay ejemplos de excelentes, atestiguados por sus descendientes y familiares, recordando sus enseñanzas con amor, orgullo y alegría, además de las anécdotas y hasta desventuras que, curiosamente, por esa entrega al papá las trasformamos en virtudes.

Yo tengo a mi héroe, Don Emilio, del que ya les escribí en otra entrega.

Hoy quiero compartir con ustedes lo sabido por conducto del Lic. Víctor González Avelar, quien me obsequió un libro cargado de emociones y sentimientos, dedicado a su hermano Miguel, político de cepa, ex secretario de estado, diplomático, diputado y senador mexicano.

Se titula "¿Yo soy? Eso no sé", escrito por sus cercanos, quienes le describen con tal recuerdo amoroso que me es útil para redactar comentarios del festejo.

Su esposa, Tere Vale, enmarca los recuerdos de Miguel en su desempeño como servidor público, a quien le tocó en suerte lidiar con las consecuencias del terremoto del 85, desde la Secretaría de Educación.

Sin duda que la admiración subrayada por amor la hizo escribir de Miguel los mejores recuerdos; de sus habilidades como ser humano, incluidas las bromas que sabía gastar ante sus debilidades, cuando decía: "cada vez que siento unas ganas irrefrenables de ejercitarme, me acuesto hasta que se me pasan"; recuerde que hacer reír es cualidad de inteligentes, dejando gratos recuerdos.

Nicolás, su hijo, describe al personaje en esa intimidad que no se comparte con extraños y que es un obsequio para el resto de la vida de quienes la disfrutan: "(...) acaso porque sus poemas y sus ensayos, sus logros políticos y sus anécdotas son de todos, pero ese abrigo, esa chamarra, esa camisa son ahora solo míos. Eso y algunas lecciones, como ser yerno, como ser jefe, como flamear chongos zamoranos con coñac".

Luego escribe del ser humano de carne, huesos y apetitos mundanos: "la primera impresión, sin embargo -la que cuenta y de la que es casi imposible deshacerse-, es otra: un galán maduro un international man of mistery, un ícono de glamour masculino", letras de admiración, sin duda. Luego concluye: "-¡a que papá! nos salió cabroncito-" sentencian las cuatro voces de sus hijos "-henchidos de orgullo machín-".

La siguiente frase la quiero compartir con usted invitándolo a reflexionar sobre nuestro México y sus politiqueros: "mi padre pasó casi todas las horas del último año de su vida en la sala de televisión de su casa -un departamento en Polanco, sí pero muy modesto (...)" ¿cuántos hijos de políticos del presente y futuro podrían escribir sobre tal herencia?

Desde luego que el hermano, Víctor, descarga su memoria amorosa describiéndolo como "espíritu reflexivo, estudioso y asiduo lector" enumerando sus poesías, obras y puestas en teatro, sin olvidar textos eruditos en su área profesional.

En el libro también hay aportaciones de otros familiares y amigos, mensajes que están impregnados de amor y afecto, recuerdos que hacen permanecer vivo a Miguel, al menos mientras exista en su recuerdo.

Miguel es, sin duda, uno de millones de ejemplos de padres que dejan a los vástagos memoranzas importantes como herencia y "recetas íntimas" de formas de vivir.

Seguramente Usted tendrá las de su personaje favorito que, de vivir, podrá abrazarlo y de no ser así recordarlo nutriéndose espiritualmente con los recuerdos.

Si es uno de los papás festejados: felicidades.

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