EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Cuidemos el agua

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE

La idea de que un planeta que está cubierto en el 70 por ciento de su superficie por agua tenga problemas serios de escasez, parece absurda. Pero la mayoría es salada y aunque las tecnologías para desalarla existen, son demasiado caras y sólo servirán para regiones áridas, ricas y cerca de las costas. Otra idea que ha surgido es transportar en grandes buques o contenedores plásticos, agua de los casquetes polares o de regiones con abundancia del líquido como Rusia o Canadá -debido a las restricciones económicas- es demasiado caro y, sobre todo, las restricciones políticas, parecen hacer inviable en el mediano plazo esta opción.

En lugar de buscar el agua en lugares remotos, los pensadores más inteligentes están explorando el uso de diferentes tipos de agua: ¿Para qué producir y conseguir agua potable para todo? ¿Agua potable para regar mi jardín o para jalarle al w.c.? La mayoría del agua se va al drenaje usada una sola vez. Hay que recolectarla antes de que se vaya a ríos, lagos, mares o al subsuelo, y si le agregamos que en países como el nuestro las aguas negras van directas a ríos y subsuelo, produciendo contaminación que genera enfermedades, ¿en qué quedamos?

Existen dos factores que hacen posible la utilización del agua en forma más inteligente. Primero: Que no hay suficiente y el ingenio humano está creando tecnología para su mejor uso. Segundo: El costo. Por ejemplo, Japón en 1965 utilizaba 50 millones de litros de agua para producir un millón de dólares de productos, y en 1990 bajó a 13 millones de litros para obtener el mismo millón de dólares. En los Estados Unidos se ha reducido el consumo en 20 por ciento desde su máximo en 1980. En el aspecto industrial, durante la Segunda Guerra Mundial se requerían de 60 a 100 toneladas de agua para producir una tonelada de acero; hoy se usan seis; y más aún, si en lugar de usar acero empleamos aluminio, entonces se necesitará sólo una décima parte de lo que se emplea para fabricar acero. Esto ha estado pasando en la industria automotriz y si todavía le sumamos que también se reduce el consumo de combustible, es la fórmula de ganar-ganar. Así que no sólo se debe ser más eficiente, sino también sustituir lo que requiere agua en demasía por lo que necesita menos.

El método más rápido, fácil y menos costoso es el uso eficiente del agua. En muchos países ricos 30 por ciento del agua se desperdicia. En promedio, en el mundo entero, en el año 2000, se obtenían 5,000 litros por persona al año y sólo se utilizaban 1,900, es decir, un desperdicio de 62 por ciento. El despilfarro de agua a lo largo de un año, por ejemplo, en el Distrito Federal y su zona conurbada, sería suficiente para abastecer a la ciudad de Roma. Y no sólo eso, suficiente para abastecer por completo a Monterrey y Guadalajara juntas o ¡diez años de agua para la Comarca Lagunera!

Es más, cuando el agua llega a sus usuarios finales, se desperdicia. De hecho en las casas, la mayor parte, literalmente, se va por el caño. Cambiar los w.c.'s de las casas reduce el 70 por ciento del desperdicio doméstico. Tan sólo en la ciudad capital con el cambio de estándares de excusados se ha liberado suficiente agua para dotar a una ciudad de 250 mil habitantes. Hay muchas más opciones que éstas, como riego por goteo, reparación de fugas, instalación de máquinas eficaces domésticas e industriales y sobre todo, el reciclaje y reutilización del líquido. ¿Para qué queremos agua potable para el w.c.? ¿Si me cuesta, no seré más consciente de su valor?

El mayor consumidor de agua y el más inepto es, por supuesto, el campo. Un buen ejemplo: Regar una parcela de tomate por un sistema tradicional de riego, supone 40 por ciento más agua que al hacerlo por goteo. Los hábitos alimenticios cuentan también: El agua que se requiere para producir un kilo de maíz va de 832 a 2,000 litros, dependiendo el tipo de tierra y clima. Pero producir el maíz que consume el ganado para obtener un kilo de carne va de 16,655 litros a 70,000. Para producir un litro de leche se requieren cerca de 16 litros de agua y la mayoría se va en la alfalfa. Si esto no nos hace reflexionar, ¿qué lo hará? ¿No se trata de seguir igual, una receta para el fracaso y para un enfrentamiento entre ciudad y campo? No hay opciones perfectas, sólo alternativas inteligentes. A menos que la comunidad agropecuaria comience en serio a racionalizar su uso del agua, los conflictos entre las ciudades no harán más que agravarse.

Para sustentar 100 mil empleos en alta tecnología se requieren 946 millones de litros al año; ¡la misma agua sustenta diez, sí, sólo diez, empleos agrícolas!¿Qué no será posible tratar de lograr un mejor uso del líquido? ¿No será posible reflexionar y discutir abiertamente, sin prejuicios, en qué usamos el agua, cómo la usamos y para qué?

Nuevas formas de usar el agua no van a ser fáciles de implantar: Las estructuras económicas, sociales y políticas fomentan el despilfarro del agua y la destrucción de los ecosistemas. Uno de los principales factores del desperdicio es el precio del agua. ¿Por qué nos da tanto miedo cobrarla? ¿Qué otra forma hay para que entendamos que debe cuidarse? Otros factores son: Falta de información sobre tecnologías existentes, distribución inadecuada del líquido y subsidios al agua para cultivos intensivos en uso del agua en zonas áridas. Pero también parte del problema es nuestra forma de pensar. Enfrentar el problema requiere un cambio de mentalidad en cómo vemos al agua y darnos cuenta que los cambios vienen paulatinamente y cuando menos sospechemos un destino sin agua nos habrá alcanzado. O actuamos hoy o no habrá escapatoria segura.

Nos leemos en Twitter,

sin lugar a dudas @patoloquasto

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1005014

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx